Cuando el viento sopla fuerte y de frente, o de cola, aterrizar es más difícil que cuando está calmo. Pero nada se compara con la desestabilización que provocan los vientos cruzados, que fuerzan a los pilotos a hacer verdaderas proezas.
Muchos tuvieron que demostrar su habilidad el pasado 17 de marzo en el Aeropuerto de Schiphol, en Ámsterdam. Michael Splinter filmó varias secuencias que serían suficientes para hacer desistir de viajar en avión a más de una persona fóbica.
Las aeronaves, algunas muy grandes y con cientos de personas a bordo, debían aterrizar torcidas por la fuerza de las ráfagas que las golpeaban. Sin embargo, todos los pilotos lograron pasar la prueba sin mayores sobresaltos.
Las tormentas Emma y la "Bestia del Este", que azotaron al Reino Unido hace unas semanas, provocaron escenas similares. Un video capturado desde la pista de aterrizaje del Aeropuerto de Manchester, por ejemplo, mostró el increíble de talento de los pilotos al aterrizar sus aviones frente a vientos de más de 120 kilómetros por hora.
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