Ser declarado muerto en vida puede ser mucho más problemático de lo que podría suponerse a priori. Eso es lo que asegura el rumano Constantin Reliu, tras enterarse el pasado mes de enero que según el gobierno de su país, está muerto.
Luego de ser deportado por el gobierno turco a principios de 2018 por tener su documentación vencida, Reliu se vio obligado a volver a Rumania, sitio que no visitaba desde fines de la década del noventa. Para su sorpresa, al momento de ingresar, se enteró que había sido declarado muerto en 2003 y que además existía un certificado de defunción procesado por su propia esposa.
"Estoy oficialmente muerto, aunque me encuentre vivo" dijo Reliu a la agencia de noticias The Associated Press. "No tengo ingresos y como estoy declarado fallecido no puedo hacer nada" agregó el hombre de 63 años quien además precisó que tuvo grandes dificultades para ingresar a su país de nacimiento.
Video cortesía Daily Mail.
Tras ser interrogado por más de seis horas, el sexagenario logró convencer a los empleados de la autoridad migratoria que lo miraban asombrado, que no estaba bromeando. Luego de medir la distancia entre sus ojos para comprobar que se trataba de la misma persona que figuraba en la foto del pasaporte, lo dejaron ingresar. Pero sus problemas no acabarían allí.
Aparentemente, su esposa lo había declarado muerto en un terremoto luego de años de silencio de Constantin, pero fue el hombre quien aclaró que dejó de hablar con su mujer tras enterarse de sus infidelidades.
Reliu migró a Turquía en 1992 para trabajar como cocinero, y a partir de ese momento nunca más volvió a ver a su esposa.
El pasado jueves, una corte de Vaslui rechazó su solicitud de revocar el certificado de defunción, a pesar del hecho de que se presentó en persona para hacerlo. Los empleados gubernamentales le aseguraron que su caso no tenía sustento dado que su apelación fue presentada demasiado tarde.
Según se ha compartido, la decisión podría ser final. Todavía resulta incierto cual será el camino a seguir por Reliu, perdido en un limbo burocrático en Rumania y sin posibilidad de regresar a Turquía. "Soy un fantasma viviente", dijo el muerto en vida.
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