Bashar Warda, arzobispo caldeo de Erbil, Irak, declaró que "el genocidio que enfrentan los cristianos en su país y todo el Oriente Medio lleva ya 1.400 años y se ha venido produciendo 'en cámara lenta' mucho antes de los crímenes del Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés)". En consecuencia, según señalo el religioso iraquí, "el momento de repudiar y denunciar este comportamiento inhumano y sus causas debió haber sucedido hace mucho tiempo".
El arzobispo Warda dijo también que "es un hecho evidenciado clara y repetidamente por la historia, que solo los ciegos malintencionados se niegan a ver". "Esta es la clave para comprender la yihad global que continúa escalando, gracias a la laxitud de los líderes occidentales que hacen la vista gorda a las raíces ideológicas de la yihad y continúan implementando políticas de inmigración imprudentes", agrego el religioso.
Con referencia a la prohibición temporal del presidente Trump de ingreso de ciudadanos de países musulmanes, Warda comentó que "es terrible convivir con el terrorismo". "Mi país vive con el terrorismo todos los días", por tanto "si EEUU decide realizar un proceso de investigación profundo para prevenirlo, puedo entenderlo y apreciarlo".
"La violación de mujeres infieles, los golpes a las niñas menores de edad, el asesinato de apóstatas, el lanzamiento de homosexuales desde los techos, la mutilación genital femenina, la amputación de manos, decapitaciones, flagelaciones públicas, la persecución de cristianos, el asesinato de grupos minoritarios (incluidos los musulmanes por no ser lo suficientemente musulmanes) son plagas históricas que no comenzaron en los últimos tiempos, sino que se ordenan según la jurisprudencia islámica", dijo el arzobispo caldeo de Erbil en un contundente discurso la semana pasada en la Universidad de Georgetown.
Según Warda, la persecución islámica de los cristianos en Oriente Medio comenzó con la fundación del propio Islam en el siglo VII, por lo tanto, es un accesorio permanente del Islam que ha estado presente desde el principio. "La dura verdad es que si esta persecución y violencia no termina, no hay futuro para el pluralismo religioso en Irak o en cualquier otro lugar de Oriente Medio", dijo el religioso caldeo.
La tesis de Warda coincide exactamente con el erudito jesuita, padre James Schall, quien en 2016 escribió que la defensa constante de la violencia por parte del Islam se ha practicado "desde el comienzo del siglo VII".
En un ensayo aleccionador titulado "Realismo e Islam", Schall, quien enseñó filosofía política en la Universidad de Georgetown durante muchos años y ha escrito más de dos docenas de libros, pidió a la religión musulmana evaluarse en sus propios términos y no a través del lente del Occidente judeocristiano puesto que la violencia es intrínseca a la naturaleza del Islam mismo, y no es solo un síntoma de extremismo, escribió el padre Schall. Su propósito, según explica, "es, en última instancia, religioso y piadoso".
Recordando numerosos actos de terror y violencia islámicos en los últimos años, Schall sugirió que la forma más plausible de juzgar esa violencia reiterada, es mirando al Islam a través de los siglos. Según Schall, "para hacer esta evaluación, se debe reconocer que el Islam, en principio, es real y potencialmente violento a lo largo de toda su historia", y la razón básica de este método "es la obediencia a la Ley de Allah". "Lo que vemos ahora es poco diferente de lo que se ha visto a lo largo de los siglos donde se encuentra el Islam", escribió en su libro. La razón por la cual la violencia acompaña al Islam donde sea que vaya, sugirió Schall, "es porque es parte de la esencia del Islam y se exige en los textos sagrados de la religión".
En el pasado, académicos como Hilaire Belloc estaban convencidos que la amenaza para Occidente no provenía de los "extremistas" musulmanes, sino del propio Islam. Belloc sostenía que "el enemigo más formidable y persistente" de la civilización occidental sería el Islam. Tal realismo histórico se puede encontrar no solo entre los eruditos cristianos, sino también entre algunos musulmanes. En 2016, un ex musulmán, el escritor, Nabil Qureshi, dijo que al comenzar a investigar el Corán y las tradiciones de la vida de Mahoma, "descubrí, para mi sorpresa, que las páginas de la historia islámica están colmadas de violencia".
El arzobispo Warda restó importancia a las explicaciones que se dan sobre las conductas violentas emergentes del Islam y declaró que "la principal técnica de reclutamiento de la yihad no es meramente social o económica sino teológica". "Las responsabilidades por la violencia son de la autoridad en el Islam, el Corán y los hadices (la colección de los dichos del profeta Mahoma); recuerdan a los musulmanes su deber de luchar contra los enemigos del Islam". "Las tradiciones de Mahoma están disponibles en Internet para quien desee buscarlas, incluso en idioma inglés y español en redes manejadas por Imanes y sus colaboradores", dijo.
"Cuando los musulmanes buscan estos materiales en las redes, se enfrentan a la realidad de la yihad violenta en los cimientos mismos de su fe", aseveró el arzobispo, que pidió "honestidad y sinceridad histórica a los musulmanes y a los cristianos". "Edulcorar la realidad histórica del Islam, así como las raíces de la violencia en sus textos fundamentales, no beneficiará a nadie", dijo. "Cuando un pueblo no tiene nada que perder, en cierto sentido es muy liberador y desde esta posición de claridad y nuevo coraje, debo hablarles honestamente en nombre de mi pueblo y hablarles la verdad", dijo Warda.
"La típica respuesta musulmana a las atrocidades islamistas tanto del ISIS como de Arabia Saudita o la República Islámica de Irán dijo, no alcanza cuando los propios musulmanes dicen que ISIS no representa al Islam". Y rara vez va más allá de esa definición pues jamás reconocen la persecución de los cristianos en el pasado ni muestran expresión alguna de remordimiento por ello.
"Objetamos que una persona tenga el derecho de matar a otra por su fe. Es necesario que haya un cambio y una corrección dentro del Islam", dijo Warda. "Las estimaciones sugieren que la población cristiana en Irak ha caído a unos 150.000 de los 2.100.000 que se registraban en 2003." "Muchos han sido asesinados, otros han huido de nuestros pueblos, solo unos pocos nos quedamos aunque debemos convivir con el peligro de nuestra propia muerte y la persecusion cada día de nuestras vidas", finalizo el arzobispo Warda.
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