Deir Hafer es una pequeña ciudad siria en las afueras de Aleppo, que, como tantas otras, cayó en poder del grupo terrorista Estado Islámico (ISIS, en inglés) en 2014, antes de ser finalmente recuperada por el Ejército del régimen de Bashar al Assad en marzo de 2017.
Desde entonces sus habitantes han estado intentando reconstruir sus hogares y dejar atrás los años marcados por el terror que les tocó vivir, pero las huellas del "califato" siguen presentes, según reportó el periodista Mikel Ayestaran en una investigación para ABC.
Rebautizada por los yihadistas como Deir Fatah (la casa de la conquista), esta localidad de 35.000 habitantes llegó a convertirse en una importante base militar y fábrica de armas del ISIS, lo que a su vez la transformó en un objetivo de las Fuerzas Aéreas de Rusia, aliadas de Damasco.
En consecuencia, la ciudad es hoy una montaña de escombros, aunque algunos lugares perduran en la memoria.
La jaula de la muerte
En la plaza central de Deir Hafer, el ISIS había instalado una jaula para sus prisioneros condenados a muerte. Hoy ya no está, pero aún queda un cuadrado negro que marca su anterior ubicación y que obliga a los residentes cada día a recordar.
"Aquí los traían y les cortaban la cabeza. Luego crucificaban los cuerpos decapitados durante tres días en estos árboles", dijo Mohamed Abdulatif, un trabajador en el hospital de la ciudad, a ABC.
Tras la llegada de las tropas del régimen sirio, hace unos diez meses y en el marco de una ofensiva sobre el este de Aleppo, se retiró la jaula y el lugar fue rebautizado como "plaza de los mártires". Las banderas de Siria y los retratos de Al Assad abundan.
Pero para sus habitantes sigue siendo la "plaza de las ejecuciones" y hay poco que pueda hacerse, al menos en el corto plazo, para borrar un recuerdo potenciado por el hecho de que los cuerpos no eran nunca devueltos a sus familias ni recibían sepultura.
"Los tiraban a la basura o los dejaban para los animales", contó un vecino.
La represión en la vida cotidiana
"Los tuvimos que aceptar, no había otro remedio, porque tenían la fuerza y decían que venían para siempre, hasta que huyeron como cobardes cuando el Ejército los cercó", explicó a ABC Radwan Hamsal, dueño de un restaurante que pudo abrir solo después de la huída de los terroristas.
Hamsal celebra la derrota yihadista como pocos. Por su costumbre de fumar recibió latigazos y "hasta doce cursos de arrepentimiento".
"También me sancionaron por hablar con una mujer a menos de cuatro metros de distancia. Si las agencias de seguridad del régimen dan miedo, ellos daban terror con solo verlos acercarse", reveló.
El Gobierno sirio ha intentado ayudar en la reconstrucción abriendo escuelas y centros de salud, y restableciendo el servicio de agua corriente, siempre bajo la tutela del partido Baath, que busca restablecer su poder sobre el país arrasado por casi siete años de guerra civil.
Para ofrecer seguridad se enroló a los jóvenes de Deir Hafer, que hasta hace poco debían hacer lo mismo en las filas del ISIS.
"Una de las claves para que esto no vuelva a repetirse es la educación, debemos quitar de las cabezas de niños y jóvenes las ideas violentas y educarlos en la tolerancia", consideró Husein al Hamud, un profesor de escuela secundaria que se ha sumado a estas milicias, ante ABC.
Rebelión y cuatro ocupaciones violentas
Pero las relaciones con el Gobierno en Damasco tampoco serán fáciles. Como tantas otras ciudades grandes y pequeñas en el país, Deir Hafer se levantó contra el presidente Bashar al Assad y el partido Baath en 2011, cuando comenzó la guerra civil siria y mucho antes de la entrada de los yihadistas.
En un principio la ciudad quedó bajo el control de las milicias del Ejército Libre Sirio (FSA, por sus siglas en inglés), una agrupación armada mayormente secular y opositora al régimen. Pero luego el Frente Al Nusra, filial de Al Qaeda en Siria, lo derrotó y tomó el control de Deir Hafer, imponiendo un gobierno islámico.
Finalmente en 2014, el ISIS, antiguo aliado de Al Nusra, atacó la ciudad y la incorporó en su naciente "califato" y dio inicio a su era del terror.
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