Un grupo de tripulantes de la Armada estadounidense celebra hoy el quincuagésimo aniversario desde que fueron secuestrados por fuerzas norcoreanas durante la Guerra Fría.
La historia de los 83 miembros del Ejército estadounidense a bordo del USS Pueblo comienza a principios de enero de 1968, cuando la tripulación partió de la base de la Armada de Estados Unidos en Yokosuka, Japón, con órdenes de vigilar las actividades de comunicación de la Armada Soviética y Corea del Norte.
"Acepté el trabajo porque quería saber lo que hacían los norcoreanos y quería ver de cerca al enemigo", dijo Ralph McClintock, un técnico de comunicaciones de la Marina de EEUU que se ofreció como voluntario para llenar un puesto vacante en la misión del USS Pueblo, a Fox News.
"La misión sólo debía durar 22 días", añadió.
Pero en vez de permanecer en su misión por 22 días como tenían previsto, los tripulantes terminaron pasando 11 penosos meses en prisiones de guerras norcoreanas en lo que pudo ser una de las historias más dramáticas de la Guerra Fría. Lamentablemente, el incidente permaneció bajo el radar ya que fue eclipsado por otros eventos tumultuosos que ocurrieron en la misma época.
"Fue simplemente un año extraordinario, con la Ofensiva de Tet en Vietnam, Lyndon Johnson anunciando que no buscaría la reelección, Robert Francis "Bobby" Kennedy y Martin Luther King siendo asesinados, la invasión soviética de Checoslovaquia y el lanzamiento del Apolo 8 para nombrar sólo unos pocos", dijo a Fox News Jack Cheevers, autor de "Acto de Guerra: Lyndon Johnson, Corea del Norte y la Captura del Barco Espía USS Pueblo".
"El USS Pueblo cayó a través de las grietas de la historia porque se convirtió en un espectáculo secundario a todo lo que pasó", opinó el autor.
Los problemas para el USS Pueblo comenzaron cerca del final de su misión. En principio, un cazador de submarinos norcoreano pasó a 4.000 metros del USS Pueblo.
Dos días después, dos arrastreros pesqueros del país comunista se aproximaron a tan solo 30 metros del barco espía estadounidense y les tomaron fotos mientras los observaban con binoculares.
Entonces fue evidente que no se trataba de pescadores norcoreanos sino que habían sido descubiertos por el gobierno de Kim Il-sung. "Nunca había oído hablar de ningún pescador norcoreano que trajera cámaras con ellos", dijo McClintock.
Al otro día, el 23 de enero, apareció otro cazador de submarinos que no tardó en desafiar al barco espía enemigo. Aunque los estadounidenses intentaron evadirlos, la persecución fue apoyada por un segundo cazador de submarinos, cuatro torpederos y dos aviones de caza MiG-21.
Según los tripulantes, fue una persecución larga que se extendió a aguas internacionales y le costó la vida a uno de sus hombres. Finalmente, los miembros de la Armada norteamericana se rindieron y comenzaron a destruir todo el material sensible que tenían a bordo antes de ser retenidos.
"Teníamos bolsas grandes y pesadas para descargar documentos", dijo a Fox News Don Peppard, asistente administrativo del USS Pueblo y presidente de la asociación de veteranos del barco. "El problema era que había demasiados documentos para destruir y muy poco tiempo para destruirlos. Los norcoreanos obtuvieron muchos documentos".
También se llevaron cautivos a los 82 sobrevivientes del barco. Sus ojos fueron vendados y sus manos atadas mientras los trasladaban hasta el puerto de Wonson. Desde allí fueron transportados en autobús a Pyongyang, donde permanecieron como prisioneros de guerra en dos campos de guerra diferentes: el "Granero" y la "Granja".
"No teníamos ni idea de lo que nos iba a pasar, pero sea lo que fuere, no parecía agradable ", dijo Peppard. "En ese momento sentí que mi vida no iba a valer mucho".
Todos los tripulantes fueron golpeados y torturados, pero el peor trato fue reservado para el Comodoro Bucher, quién toleró estoicamente una horrible tortura psicológica que incluyó la simulación de su muerte frente a un pelotón de fusilamiento en la cual intentaban forzar su confesión.
Fue sólo cuando los norcoreanos amenazaron con ejecutar a toda la tripulación delante de Bucher que cedió, y aceptó confesar los crímenes cometidos contra el régimen.
Bucher, que murió en 2004, defendió sus acciones a lo largo de su vida. No fue hasta 1989 que el gobierno de Estados Unidos reconoció el sacrificio de la tripulación cuando les concedieron medallas de Prisioneros de Guerra.
"Su opinión era que la Marina trataba a la tripulación de manera muy injusta", dijo Cheever. "La tripulación ha tenido que luchar para recuperar su reputación".
Algunos de los peores momentos de aquellos 11 meses ocurrieron durante un periodo denominado "Semana del Infierno", que ocurrió cuando los norcoreanos descubrieron que la tripulación había dado secretamente "el dedo del medio" en fotos propagandísticas escenificadas, una acción que la tripulación inicialmente intentó justificar como un "gesto hawaiano de buena suerte".
"Debieron haber visto el artículo de la revista Time Magazine donde explicaban lo que era 'hacerle fuck you a' alguien", explicó Peppard. "Después de que se enteraron, nos golpearon sin piedad".
Luego de 335 días en cautiverio, una disculpa oficial y una admisión escrita por parte de Estados Unidos de que el USS Pueblo había espiado al régimen -así como una garantía de que no espiarían a Corea del Norte en el futuro- los hombres fueron liberados a través de la frontera de la Zona Desmilitarizada con Corea del Sur y se les ordenó caminar hacia el sur a través del "Puente del No Retorno".
Para aquel punto, muchos de los prisioneros estaban incapacitados, desnutridos y casi ciegos por el trato inhumano que recibieron. Algunos, como Peppard y McClintock, dicen que el hecho de que la historia de su sufrimiento haya sido subestimada sigue siendo muy difícil de aceptar.
"Hay mucha gente que no tiene idea de lo que padecimos", dijo Peppard. "Creo que estamos perdidos para la historia".
El mismo USS Pueblo, de hecho, permanece en el río Botong en Corea del Norte, donde se ha convertido en una atracción turística popular.
Estados Unidos ha intentado repatriar el barco sin éxito. "Realmente me gustaría ver a nuestro barco volver a puerto", dijo Peppard.
Para Cheevers, el incidente de 1968 es relevante para los problemas que enfrentan ambos países hoy. El secuestro del USS Pueblo "puede ganar protagonismo con el tiempo porque nos enseña que se puede negociar con Corea del Norte, incluso durante una crisis mayor", señaló.
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