En el tercer día de la Operación Rama de Olivo iniciada por Turquía contra los kurdos en el norte de Siria, las fuerzas comandadas por Ankara penetraron este lunes unos cinco kilómetros en la región de Afrin y destruyeron numerosas posiciones de las Unidades de Protección Popular (YPG), según reportó la agencia AFP.
Se espera que en los próximos días las tropas al mando del presidente Recep Erdogan aumenten en número y extiendan su avance sobre esta zona controlada por los kurdos, pero lo cierto es que la mayoría de estos soldados ni siquiera son turcos.
El grueso de los combatientes forman parte de la alianza de milicias sirias rebeldes que conforman el Ejército Libre Sirio (FSA, por sus siglas en inglés), que recibe su apoyo de Ankara en el complejo entramado de facciones rebeldes que durante la guerra civil siria se levantaron en contra del régimen del dictador Bashar al Assad.
El FSA también recibía apoyo de los Estados Unidos y el Reino Unido, pero esto cambió con la llegada del presidente Donald Trump con el argumento de que el grupo estaba tan descentralizado que no podía saberse en manos de quién caía esa ayuda.
De acuerdo con Yasser Abdelrahim, uno de los líderes de la FSA, en total habría 25.000 milicianos participando de la operación. Estos reciben el apoyo de la artillería y de la aviación turca, que desde el viernes no han cesado de bombardear las posiciones kurdas.
Las únicas tropas turcas que por el momento participan del ataque terrestre son las tripulaciones al mando de los tanques Leopard 2 y M60 que fueron enviados a apoyar el avance de las FSA, compuestas mayormente por infantería.
"Las operaciones buscan liberar el área de todo tipo de terrorismo y proteger civiles árabes y kurdos", señaló Abdelrahim, jefe militar de las milicias Faylaq al Sham, de acuerdo con la AFP.
Frente a ellos se encuentran las YPG kurdas, que lideran otra alianza de milicias sirias bajo el nombre de Fuerzas de la Siria Democrática (SDF, en inglés) y que reciben su apoyo de los Estados Unidos.
Estas milicias moderadas y no yihadistas, compuestas por kurdos y árabes, fueron esenciales en la campaña por liberar Raqqa, capital siria del grupo terrorista Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés), y controlan una importante región en el norte de Siria a la que llaman Rojava.
Pero muchos árabes sirios las acusan de separatismo, de provocar divisiones étnicas y de no enfrentarse al régimen en Damasco.
Mientras que Turquía toma a las YPG como una rama del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), organización separatista a la que considera terrorista y con la cual se enfrenta violentamente desde hace tres décadas dentro de sus propios fronteras.
Erdogan incluso señaló en un reciente discurso que tras tomar la provincia y la ciudad de Afrin, las operaciones podrían continuar en Manbij, otro territorio sirio controlado por las SDF.
De hecho, Rama de Olivo no es la primera operación de este tipo lanzada por Ankara en Siria.
En agosto de 2016, las tropas turcas, en colaboración con el FSA, cruzaron la frontera en dirección a la ciudad de Al Bab en la llamada Operación Escudo del Éufrates y con el objetivo de expulsar a los yihadistas del ISIS, pero también a los milicianos del SDF.
Desde entonces un vasto territorio de Siria se encuentra bajo el control de los rebeldes aliados a Turquía, desde donde se ha lanzado esta nueva operación.
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