El Juche, las ejecuciones de traidores y los billetes que no se pueden doblar: viaje al interior de Corea del Norte

En el libro “Corea, dos caras extremas de una misma nación”, el periodista Daniel Wizenberg cuenta su experiencia en las tierras de Kim Jong-un. Las anécdotas de un grupo de extranjeros vigilados por sus guías y la explicación de la base teórica de su particular ideología

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Daniel Wizenberg en la plaza
Daniel Wizenberg en la plaza Kim Il Sung

"No se puede explicar, lo tienes que vivir", le dice a Wizenberg la señorita Song, la guía norcoreana que le tocó la periodista argentino. Lo que sigue es una recitación, el intento de la norcoreana de hacer entender un concepto que ni ella parece comprender del todo bien.

La filosofía Juche, cuyo lema es "el hombre es el centro de todo", es el marco teórico "que permite afirmar empíricamente por qué Corea del Norte no tiene un régimen comunista sino que ensaya su propio sistema. Pero nadie entiende muy bien cuál es", insiste el periodista.

La señorita Song, la guía
La señorita Song, la guía

En el Juche no hay clases sociales, sino tipos de personas "porque el principio básico es que el hombre es dueño de su destino". Estas castas se llaman songbun y hay tres: los leales, los vacilantes y los hostiles.

Cada una de estas castas se supone que son un tercio de la población y sólo los leales viven en Pyongyang. Son los científicos, los militares de alto rango, los veteranos de guerra y sus descendientes.

La visa de entrada a
La visa de entrada a Corea del Norte. Hay que devolverla al salir y dura el tiempo exacto del tour contratado

No hay ascenso social. Lo que sí hay son "matices". Entre el más leal y un vacilante hay 51 categorías: los dirigentes del Partido son la categoría 1. Obviamente, es mucho más difícil tener una buena vivienda o mejores raciones de comida si se es "vacilante".

Y además, están los "traidores"… ellos, según Human Right Watch, viven en los campos de concentración. Son los acusados de delitos contra el Estado o, claro, los familiares directos de uno de los desertores o "traidores graves". Por ejemplo, uno de los catalogados como "traidor grave" fue Ri Yong Gil, el ex jefe del Estado Mayor. ¿Qué pasó con él? fue fusilado.

Transmisión de la television enalteciendo
Transmisión de la television enalteciendo la victoria sobre el Imperialismo unido

Wizenberg ofrece una crónica de su aventura. Cuenta cómo logró llegar a tierras norcoreanas y cómo se enteró de que había contratado para la tarea a la misma agencia que llevó al estadounidense Otto Warmbier, que no regresó con sus compañeros a la frontera china de la que había partido. Pasó un año preso del régimen y después de mucha negociación, lo devolvieron en estado vegetativo y, finalmente, murió en EEUU.

Otto Warmbier murió luego de
Otto Warmbier murió luego de permanecer uno año y medio detenido en Corea del Norte (AP)

Para graficar el respeto- o delirio- por el "líder supremo" Kim Il-sung, no sólo cuenta el despropósito de los monumentos en su honor (siempre más altos que los edificios que lo rodean) sino que revela que en Corea del Norte está prohibido doblar al medio los billetes (wons) "para no estrujar la cara de algún Gran Líder".

Oficiales se retiran tras brindarle
Oficiales se retiran tras brindarle tributo a Kim Il Sung

También echa luz sobre uno de los mitos más repetidos por los pocos occidentales que visitaron Corea del Norte: la marihuana.

"Ah, la planta especial", dice casi mofándose  el otro guía, el señor Jong, y finalmente confirma que sí hay plantaciones, que no está prohibida y, de hecho, es más barata que el tabaco.

La Coca-Cola version norcoreana
La Coca-Cola version norcoreana
Un turista lee un libro
Un turista lee un libro de Kim Jong Il

La experiencia de Wizenberg es el 50% del libro "Corea, las dos caras extremas de una misma nación", la otra mitad es la aventura de otro periodista, Julián Varsavsky, pero por el sur.

La portada del libro Corea,
La portada del libro Corea, dos caras extremas de una misma nación. Ediciones Continente

"No lo olvide, dígaselo a todos, somos un pueblo de paz", le dice el señor Jong a Wizenberg minutos antes de abordar el tren de regreso a China.

La señorita Song inicia la cuenta hasta que se señala a sí misma. "Veintiuno", dice aliviada. De su último viaje no volvieron todos….

Fotos: Daniel Wizenberg

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