Juegos Olímpicos de PyeongChang: entre la diplomacia y la crisis nuclear

Corea del Norte, reticente en un primer momento a enviar a su contingente de atletas a los Juegos Olímpicos, aseguró que estos participarán de la competencia, permitiendo de esta manera reabrir un canal de diálogo entre ambas Coreas en medio de un álgido momento de tensión

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(Reuters)
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Corea del Sur ha tenido el privilegio de ser sede de gran cantidad de eventos deportivos de peso: en 1988, Seúl fue sede de los Juegos Olímpicos; en 2002 compartió junto a Japón el ser sede del Mundial de Fútbol; acogió los Juegos Asiáticos en 1986 (Seúl), 2002 (Busán) y 2014 (Inchon) y el año pasado fue sede de la Copa Mundial sub 20 de fútbol. Sin embargo, los Juegos Olímpicos de invierno de PyeongChang, que comenzarán el 9 de febrero, han pasado a ser más que un evento deportivo de primer nivel mundial a un tema de debate y negociación al mayor nivel diplomático entre potencias.

En medio de los preparativos últimos para estos Juegos Olímpicos, Corea del Sur ha propuesto al régimen de Kim Jong-un celebrar diálogos respecto a la reducción de las tensiones fronterizas (en la que hubo deserciones de soldados norcoreanos, una en noviembre y otra en diciembre del año pasado) y una reunión de la Cruz Roja para discutir el asunto de las reuniones de las familias separadas por la Guerra de Corea.

Corea del Norte, reticente en un primer momento a enviar a su contingente de atletas a los Juegos Olímpicos, ha afirmado que estos participarán de la competencia a comienzos de este año y este hecho permitió reabrir un canal de diálogo entre ambas Coreas, el cual se había cerrado dado que el régimen comunista cerró el mismo de forma unilateral en el año 2016.

A raíz de los ensayos nucleares que han ido in crescendo desde que asumió Kim Jong-un, Corea del Norte intenta retomar una agenda de diálogo con su par del sur mientras es sancionada por las Naciones Unidas debido a su sistemática violación de los Derechos Humanos y el desarrollo de su programa nuclear.

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Para Kim, con la excusa de que se cumplen los setenta años del establecimiento de la República Popular Democrática de Corea y la celebración de los Juegos Olímpicos de invierno para Corea del Sur, cree que se vive un momento propicio para el diálogo interocoreano.

Por su parte, Rex Tillerson, secretario de Estado de Estados Unidos, llamó al diálogo a Corea del Norte sin diagramar una agenda definida de antemano. Trump, por el contrario, responde a todas las provocaciones de este, haciendo valer en los hechos con el despliegue militar en la península coreana que hay fuerzas armadas dispuestas y preparadas para entrar en acción ante la menor acción bélica que llegue a darse. Una política exterior que se asemeja a la técnica de negociación policía bueno, policía malo y que desde fuera es vista como "bipolar".

Nixon con la apertura a China a través del intermcambio de partidas de ping pong a comienzos de los años 70 logró forjar una paz duradera en Asia, aislando geopolíticamente al enemigo soviético. Quizás estos Juegos Olímpicos permitan abrir nuevas formas de discusión de cómo incorporar de alguna forma un hecho difícil de asimilar para Estados Unidos y la comunidad internacional: Corea del Norte está dentro del club de países poseedores de armas nucleares y no tiene ningún reparo en usarlas.

Miembros de las delegaciones de
Miembros de las delegaciones de Corea del Sur y Corea del Norte llevan la bandera de la península coreana durante los JJ.OO. de Sidney en el año 2000

El pasado indica que todas las políticas de acercamiento con el régimen fracasaron de una u otra forma y que éste siguió a paso firme en su ambicioso plan nuclear. Ante un escenario de amenaza nuclear constante y ensayos balísticos, Estados Unidos puede, producto de una reacción preventiva, desencadenar una guerra que ninguna de las partes involucradas quiere y que conllevaría un precio en vidas humanas y costos económicos incalculables. El riesgo de un holocausto nuclear, en caso de que no se dé un diálogo sincero entre las potencias, se acrecienta en la medida en que Corea del Norte se mantiene a flote como régimen díscolo en el uso de su arsenal nuclear.

El mundo deportivo y diplomático esperan volver a repetir, en todo caso, la imagen que conmovió en los Juegos Olímpicos de Sydney: ambas delegaciones de deportistas olímpicos coreanos ingresando juntas a la pista con la bandera de la unificación coreana. La actualidad se encuentra más cercana a una imagen de diálogos diplomáticos con fundadas sospechas y recelos, acompañada de un ambiente bélico que se pondrá en suspenso durante el transcurso de los Juegos.

El autor es Politólogo y Magíster en Historia. Especialista en Corea. 

 
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