Un palestino solicitante de asilo en Alemania reconoció el viernes haber matado a cuchilladas a un cliente en un supermercado en Hamburgo en julio de 2017 por motivos religiosos, en un contexto de tensión en el país por los atentados yihadistas.
"Ese gesto tenía, desde su punto de vista, un contexto religioso que a su juicio era de una importancia fundamental en el momento de los hechos" explicó Christoph Burchard, abogado del acusado, Ahmad Alhaw, de 26 años, ante el Tribunal superior de Hamburgo.
Aunque el acusado, con una espesa barba, compareció ante los jueces, su confesión fue presentada de forma escrita, un procedimiento habitual en Alemania, donde los acusados en procesos criminales pueden guardar silencio a lo largo de todo el juicio.
Las autoridades habían presentado inicialmente a Alhaw como una persona con problemas psicológicos, para luego rectificar y reconocer que el acusado quería contribuir "a la yihad mundial".
El palestino podría ser condenado a cadena perpetua.
La investigación no ha logrado demostrar ningún vínculo entre él y la organización Estado Islámico (ISIS, por sus siglos en inglés) y parece inclinarse hacia la hipótesis de que actuó como un "lobo solitario". Por tanto no será imputado por un acto de "terrorismo", sino por asesinato e intento de asesinato.
La acusación no duda, sin embargo, de que actuó movido por "el islamismo radical". El acusado "intentó atacar de forma indiscriminada a víctimas que, según él, perpetúan las injusticias contra los musulmanes", asegura la fiscalía.
"Para él era importante matar al mayor número posible de cristianos alemanes. Quería que su acción se entendiera como una contribución a la yihad mundial", añadió.
El juicio de Alhaw debería durar al menos hasta comienzos de marzo.
Fallos
A finales de julio, Alhaw entró en un supermercado de Hamburgo, agarró un cuchillo con una hoja de 20 cm en un estante y apuñaló mortalmente a un cliente de 50 años.
Después de salir de la tienda, hirió a seis personas con su cuchillo al grito de "Allahu Akbar" (Alá es grande), antes de ser detenido por transeúntes.
Su caso volvió a poner a la administración alemana y a los servicios de inteligencia en una postura incómoda, ya que las autoridades le habían negado el asilo a finales de 2016, más de un año después de que llegara a Alemania desde Noruega, pero no lo habían expulsado del país porque no tenía documentos de identidad.
Antes de su ataque había sido señalado como "un caso sospechoso" debido a "elementos que mostraban una radicalización" religiosa.
Su atentado se produjo siete meses después del ataque perpetrado en un mercado navideño en Berlín, donde un hombre mató a 12 personas al embestir a la multitud con un camión.
Aquel acto fue obra de un demandante de asilo tunecino, Anis Amri, que estaba en una situación jurídica similar a la de Alhaw y al que la policía llevaba tiempo considerando como potencialmente peligroso.
Numerosos atentados o intentos de atentados fueron cometidos por refugiados, lo cual provocó críticas contra la canciller Angela Merkel, acusada por sus detractores de haber puesto al país en peligro al abrir la puerta a cientos de miles de refugiados en 2015 y 2016.
En ese contexto, el partido de extrema derecha Alternativa para Alemania supo aprovechar el descontento de parte de la población para entrar en el Parlamento tras las legislativas de septiembre.
La cuestión migratoria sigue dominando el debate político alemán y es clave en las actuales negociaciones entre conservadores y socialdemócratas para intentar formar un nuevo gobierno.
Por Sebastian Bronst con David Courbet en Berlín para AFP
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