Juegos Olímpicos de Invierno: ¿la última trampa del régimen de Kim Jong-un?

El dictador norcoreano propuso reabrir el diálogo con el Sur para acordar el envío de una delegación de deportistas a la competencia que se desarrollará en PyeongChang. Seúl aceptó y las conversaciones comenzarán el martes. Entre la esperanza de una salida pacífica y el temor a que todo sea una farsa

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Kim Jong-un busca mostrarse como
Kim Jong-un busca mostrarse como un impulsor del deporte en Corea del Norte

Vestido con un inusual traje gris, una corbata del mismo color y unos lentes que, en conjunto, lo hacían parecerse a un profesional de cualquier país occidental, Kim Jong-un ofreció el 1 de enero un discurso de Año Nuevo destinado a sus enemigos. Dejó dos mensajes. "Todo Estados Unidos está al alcance de nuestras armas nucleares y hay un botón nuclear siempre en mi escritorio", fue el que más resonó, pero no el más importante.

Lo más significativo fue lo que le propuso a sus vecinos, con los que su país está en guerra desde hace más de 65 años. "Esperamos sinceramente que los Juegos Olímpicos de Invierno (que se celebrarán en PyeongChang, Corea del Sur, entre el 9 y el 25 de febrero) sean un éxito. Estamos dispuestos a tomar las medidas necesarias, incluido el envío de nuestra delegación. Las dos Coreas pueden reunirse de inmediato para este fin". El gesto marcó un punto de inflexión tras años de amenazas y constantes ensayos balísticos y nucleares, en los que las comunicaciones estuvieron interrumpidas.

Moon Jae-in, presidente surcoreano desde mayo de 2017, asumió con el objetivo de disminuir las tensiones con el Norte en el corto plazo. Su sueño es llegar a una salida negociada al conflicto, rompiendo con la línea dura de sus antecesores. Con este objetivo en mente, solicitó a Estados Unidos, histórico aliado de Seúl, posponer los habituales ejercicios militares conjuntos de principios de año para no irritar a sus vecinos durante los JJOO.

La meta de Pyongyang es debilitar la presión política y económica concertada que se está ejerciendo sobre Corea del Norte

La propuesta de Kim fue una feliz sorpresa para Jae-in. Su reacción inmediata fue proponer "conversaciones de alto nivel" entre las dos naciones para discutir la participación norcoreana en la competencia. Acto seguido, reabrieron la línea de comunicación especial que tienen, que permanecía en silencio desde 2015. Unos días después, Pyongyang aceptó la oferta y se confirmó la realización de un encuentro entre representantes de ambas partes el martes 9 en Panmunjom, una aldea situada en la zona desmilitarizada que divide a los dos países. El único ítem incluido en el temario son las Olimpíadas de Invierno.

Lo que se develará en las próximas semanas es si el mundo está ante el comienzo de un verdadero cambio de estrategia por parte de Kim. Los biempensantes esperan que, si se resuelve exitosamente la participación de una delegación del Norte en los JJOO, se abran las puertas para un diálogo más profundo, que permita replantear las relaciones intercoreanas. Los escépticos, en cambio, permanecen alerta. Sospechan que es una nueva jugada del régimen para romper el frente Washington — Seúl, ganar tiempo y, eventualmente, lograr que se reduzcan las sanciones que golpean a su economía sin dar nada a cambio.

¿Cambio de rumbo o una nueva trampa?

"Las motivaciones de Corea del Norte son múltiples. Una es poner a prueba al nuevo liderazgo surcoreano, ver qué puede extraer de él. Otra es obtener asistencia económica y formas de rodear las sanciones. En su mensaje de Año Nuevo, Kim advirtió al pueblo norcoreano que quizás tengan que ajustarse los cinturones, lo que puede ser indicativo de que las penalidades están empezando a afectar la vida de las personas. También puede que pretenda explotar en su favor los problemas de Corea del Sur con Estados Unidos y con China", contó James Edward Hoare, investigador del Centro de Estudios Coreanos de la Universidad de Londres, en diálogo con Infobae.

Está claro que la mayor preocupación del régimen norcoreano son las sanciones económicas que le aplica la comunidad internacional. El problema se volvió más acuciante luego de que, en septiembre de 2017, el Consejo de Seguridad de la ONU prohibió a cualquier país venderle gas natural y productos derivados del petróleo. La resolución contó con el acompañamiento de China, su principal aliado.

"La meta de Pyongyang es debilitar la presión política y económica concertada que se está ejerciendo sobre Corea del Norte. La oferta de diálogo hacia el Sur puede fomentar la percepción de que Estados Unidos está siendo más belicoso. Al mismo tiempo, puede ganar tiempo para profundizar el desarrollo nuclear y misilísitico", dijo a Infobae Paul B. Stares, investigador del Consejo de Relaciones Extranjeras (CRE), ONG estadounidense especializada en política internacional.

Moon Jae-in, presidente surcoreano desde
Moon Jae-in, presidente surcoreano desde mayo de 2017 (Reuters)

De todos modos, tampoco se puede descartar que el diálogo no sea más de lo que expresamente se dijo hasta ahora: una instancia para permitir la participación del Norte en los JJOO que organiza el Sur. El gobierno norcoreano puede tener buenas razones para ello.

"Kim ha demostrado mucho interés en las competiciones deportivas, e incluso un éxito limitado del país en un escenario internacional puede beneficiarlo en términos de legitimidad doméstica y orgullo nacional. No debería ser sorprendente que quiera estar, aunque el evento se realice en el Sur. Creo que podría haber un acuerdo por tiempo limitado para que haya una atmósfera pacífica durante las Olimpíadas", explicó Scott Snyder, especialista en estudios coreanos del CRE, consultado por Infobae.

Por el momento, todo está en una fase preliminar. Más allá de la discusión sobre los verdaderos objetivos por los que el líder supremo norcoreano decidió sentarse a la mesa, todavía no hay certezas sobre el alcance que pueden llegar a tener las conversaciones. Lo único seguro es que ningún pacto, por más pequeño que sea, será fácil de sellar.

Kim ha demostrado mucho interés en las competiciones deportivas, e incluso un éxito limitado en un escenario internacional puede beneficiarlo en términos de legitimidad doméstica y orgullo nacional

"Ambas partes tendrán desconfianza una de otra —dijo Hoare—. Si bien los JJOO serán el tema dominante al principio, sospecho que si el diálogo continúa van a aparecer otros asuntos. Eso incluye la ayuda del Sur hacia el Norte y la situación de la seguridad en la península, junto con el tema nuclear. Son todas cuestiones difíciles, y cualquiera puede llevar a que se caigan los contactos. Hasta lo de las Olimpíadas arroja muchos problemas, como los números, la seguridad y las banderas que se utilizarán".

Snyder, que acaba de publicar un libro sobre la política exterior surcoreana, South Korea at the Crossroads: Autonomy and Alliance in an Era of Rival Powers (Corea del Sur en la encrucijada: autonomía y alianza en una era de poderes rivales; Columbia University Press, 2018), cree que es perfectamente posible que haya un arreglo en torno a los JJOO. Es el único punto en el que ambos bandos están de acuerdo en lo esencial: la voluntad de que el Norte participe, y de que la competición se desarrolle pacíficamente. En todo lo demás, lo más probable es que las conversaciones naufraguen, ya que las diferencias superan con creces a las coincidencias.

"Corea del Sur tiene que intentarlo igual", reflexionó Snyder. "Debe tratar de sostener el diálogo intercoreano y la cooperación humanitaria a través de distintos medios, aún después de los JJOO, siempre que esos esfuerzos no sacrifiquen los objetivos de un abordaje coordinado entre Seúl y Washington en la búsqueda de la desnuclearización de Corea del Norte".

Un funcionario surcoreano revisa el
Un funcionario surcoreano revisa el sistema de comunicación en la villa de Panmunjom (Reuters)

Un conflicto en puerta con Estados Unidos

En paralelo a la evolución de las negociaciones habrá que seguir las reacciones de Estados Unidos ante las novedades que vayan surgiendo. Un intento de ceder aunque sea un ápice la presión contra Pyongyang podría desatar una crisis con el gobierno de Donald Trump, que desde el comienzo de su gestión apostó a una línea dura, militarista, en su política hacia la península. Corea del Norte está especialmente interesada en ese potencial foco de tensión.

"Una de las intenciones de Kim detrás de la oferta de diálogo es aprovechar la oportunidad para agrandar las diferencias entre Washington y Seúl —continuó Snyder—. El contraste entre el lenguaje que usó Kim con Estados Unidos y el que usó con Corea del Sur fue una evidencia notable. Kim usará las conversaciones para desafiar la cohesión de esa alianza, pero no creo que vaya a tener éxito".

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El presidente de Corea del Sur Moon Jae-in y su par estadounidense Donald Trump durante un encuentro en la Casa Blanca el 30 de junio (Reuters)

Hasta acá, Trump no puso reparos. Al menos no públicamente. Primero, aceptó suspender los ejercicios militares pautados para febrero. Luego, dijo que le parecía que los diálogos eran "algo bueno" y, en un llamado con su par surcoreano, le expresó sus deseos de que lleguen a buen puerto. Pero no se privó de usar su cuenta de Twitter para hacer una de sus curiosas interpretaciones de la realidad: "¿Alguien realmente cree que las conversaciones y el diálogo continuarían ahora mismo entre Corea del Norte y Corea del Sur si yo no estuviera dispuesto de forma firme y sólida a comprometer nuestro poder total contra el Norte?".

"Estados Unidos solía decir que eran los coreanos los que debían resolver los problemas coreanos, pero desde que surgió la preocupación por el desarrollo nuclear norcoreano a fines de los 80, esa postura se desvaneció. Trump agregó nuevas dimensiones de incertidumbre, ya no que está claro cuál es exactamente su política. Las relaciones comerciales entre el Sur y Estados Unidos también son complejas. El Norte espera que esto se profundice y vuelva a Seúl más proclive a mantener buenas relaciones. Pero al interior del Sur van a surgir muchas voces poderosas llamando a la cautela ante una apertura hacia Pyongyang y ante cualquier idea de alejarse de la alianza con Washington", sostuvo Hoare.

Una de las intenciones de Kim detrás de la oferta de diálogo es aprovechar la oportunidad para agrandar las diferencias entre Washington y Seúl

La clave para ver hasta dónde puede llegar este posible conflicto entre socios históricos pasa por la amplitud que tengan las negociaciones. Si se limitan a los JJOO, difícilmente haya problemas. Pero, en la medida en que se amplíe el espectro de temas a discutir en la mesa, pueden aparecer los primeros chispazos.

"Estados Unidos está presionando a Corea del Sur para que las discusiones se restrinjan a la participación del Norte en las Olimpíadas. Pero el Sur tiene interés directo en discutir asuntos que permitan reducir el riesgo de guerra en la península. Las fricciones con Estados Unidos pueden incrementarse si decide hacer concesiones sin ningún congelamiento real de los esfuerzos del Norte para desarrollar armas atómicas y misiles de largo alcance", concluyó Stares.

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