Dos niños probaron de la forma más dolorosa los peligros de la proliferación descontrolada de fuegos artificiales durante las fiestas de fin de año. Ocurrió en Arabia Saudita, pero podría haber pasado en cualquier parte.
Primero, robaron un cohete que iba a ser lanzado después de las 12 a. m. del 1 de enero. Luego, sin que sus padres se dieran cuenta, fueron hasta un patio trasero.
Querían filmarse disparando el cohete. Pero como nunca había visto cómo se hacía, lo encendieron por el lado equivocado.
La llama permaneció prendida unos segundos en la punta del explosivo. Hasta que estalló allí mismo, en la mano de uno de los niños.
Producto del impacto, el celular quedó tendido en el suelo. Solo se escuchaban los gritos de dolor. Ambos fueron hospitalizados, pero se desconoce su estado.
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