El naufragio del crucero MV Wilhelm Gustloff empequeñece al hundimiento del Titanic y es considerado el mayor desastre marítimo del mundo.
En enero de 1945, el buque zarpó de la ciudad de Gdynia en la Polonia ocupada rumbo a Kiel en el norte de Alemania con casi 10.000 pasajeros a bordo que huían del avance del Ejército ruso.
Durante el operativo de evacuación, que se llamó Operación Hannibal, el crucero fue impactado por tres torpedos lanzados desde un submarino del país soviético en el Mar Báltico que causó su hundimiento en menos de 40 minutos.
En el incidente murieron 9.343 personas, incluyendo 5.000 niños, una cifra aproximadamente seis veces mayor al número de pérdidas en el Titanic.
El buque, que fue construido para servir como crucero de lujo para la "raza aria superior", tenía previsto evacuar a miles de civiles y tropas alemanas que se veían amenazados por las fuerzas rusas que se aproximaban desde el este pero sufrió daños masivos luego de que uno de los torpedos destruyera su sala de máquinas.
Aunque el barco transportaba a 1.000 soldados nazis y a algunos miembros de la Gestapo, la mayoría de los tripulantes eran civiles.
Pese a estar armado con armas antiaéreas, el crucero alemán de 25.000 toneladas no estaba preparado para un enfrentamiento militar. Fue diseñado por la organización turística nazi "Fuerza a través de la Alegría", cuyo objetivo era crear una sociedad uniforme introduciendo actividades de ocio tradicionalmente de clase media a las masas.
El Wilhelm Gustloff fue botado en 1937. Tenía 208 metros de eslora y 23 de manga. En principio fue utilizado para viajes de placer y como crucero de lujo, pero a partir de 1939, cuando Alemania comenzaba a jaquear al mundo y a cometer uno de los máximos genocidios de la historia, sus funciones cambiaron.
Fue utilizado por la Armada Nazi cuando asistió al General Francisco Franco durante la Guerra Civil Española. Al entrar en guerra con Polonia fue pintado totalmente de blanco, con una franja verde que lo recorría de punta a punta y desde entonces fue usado como barco hospital.
Varios factores contribuyeron al desastroso naufragio. En primer lugar, no había suficientes chalecos salvavidas para los pasajeros.
Segundo, el capitán del buque, Friedrich Petersen, ignoró los consejos militares que recibió y navegó en aguas profundas que se sabía que estaban despejadas de minas. A la noche, Petersen activó las luces rojas y verdes de navegación, convirtiendo al barco en un blanco fácilmente visible a sus enemigos.
El frío también jugó un papel importante en el desastre. Las temperaturas habían congelado el sensor de submarinos del barco, lo cual permitió al submarino ruso atacar sin previo aviso.
Por último, veinte minutos después del impacto el barco comenzó a inclinarse hacia el lado del babor, destruyendo varios botes de rescate que estrellaron contra el mar.
Las fuerzas alemanas solo lograron rescatar a 900 pasajeros, incluyendo a un bebé. Hoy, el Gustloff permanece en el fondo del Mar Báltico y es considerado una tumba de guerra.
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