La represión sistemática y generalizada a la que el Ejército birmano ha sometido a la minoría musulmana rohinyá tiene todas las características de un genocidio, según denunció este martes el alto comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Zeid Ra'ad Al Hussein.
"Teniendo en cuenta la sistemática discriminación, las políticas de segregación y los patrones de violaciones y abusos, dado todo esto, ¿puede alguien descartar que los elementos del genocidio estén presentes?", afirmó Zeid.
"Hay indicaciones creíbles de que esta campaña de violencia se ha llevado a cabo contra las rohinyás precisamente porque eran rohinyás, en una base étnica y religiosa, y posiblemente con base en ambos", agregó.
El alto comisionado fue el primer orador de una sesión especial que el Consejo de Derechos Humanos de la ONU organizó para analizar la situación de la minoría rohinyá, una comunidad musulmana que reside desde hace siglos en el norte de Myanmar, pero que no es reconocida como ciudadana por las autoridades del país, por lo que la mayoría son apátridas.
A mediados de agosto, el Ejército de Salvación Rohinyá de Arakan (ARSA) atacó puestos de las fuerzas de seguridad birmanas, y estos atentados desataron una devastadora represión del Ejército y de la Policía, que obligó a huir a 626.000 personas del estado de Rakáin hacia el vecino Bangladesh.
Zeid recordó que si esta reciente represión ha sido brutal, solo es un ejemplo más de la discriminación a la que la comunidad ha sido sometida durante décadas.
"Los rohinyás han sufrido una progresiva intensificación de la discriminación durante los últimos 55 años, y mucho más en los últimos cinco que en los cincuenta anteriores", dijo.
Anunció que la incitación al odio y a la violencia contra la comunidad es generalizada, y "no ha habido ninguna reacción por parte de las autoridades para evitarlo".
Recordó que los miembros de la comunidad no tienen documentos de identidad, no pueden votar, no pueden crear partidos políticos, no pueden acceder a la universidad y, mucho más grave, no tienen acceso a tratamiento médico, por lo que el porcentaje de mortalidad materna e infantil es altísimo.
Zeid denunció, además, que como las autoridades birmanas no permiten a la ONU acceder al estado de Rakáin, no se sabe cuál es la situación actual, pero indicó que el éxodo prosigue, dado que solo desde el pasado 26 de noviembre se han registrado 1.622 nuevos refugiados rohinyás en Bangladesh.
Un trayecto que se ha convertido en aún más peligroso de lo que siempre fue a causa de que se cuenta con información de que el Ejército ha plantado minas antipersonales en la frontera entre Myanmar y Bangladesh, "posiblemente para evitar que los refugiados vuelvan a Myanmar".
Precisamente, Zeid advirtió que no se pueden organizar retornos a Myanmar desde Bangladesh mientras no cambien las condiciones de represión y discriminación sistemática al que la comunidad es sometida.
Finalmente, el alto comisionado pidió al Consejo que recomiende a la Asamblea General de la ONU establecer una nueva comisión de investigación que complemente los esfuerzos de la Misión Especial de Investigación establecida por el primer ente.
(Con información de EFE)
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