En 1566, y tras casi 100 años de dominio otomano, el puente Stari Most fue estrenado en la ciudad de Mostar, actual Bosnia, como una joya de arquitectura medieval sobre el río Neretva.
Esta obra de ingeniería se convirtió en el elemento más característico de Mostar y un testamento de su identidad islámica en Europa y en tiempos en que la ciudad comenzaba a albergar una multitud de etnias, religiones y nacionalidades distintas.
El Stari Most sobrevivió al declive y posterior caída del Imperio Otomano; a la Primera Guerra Mundial, que comenzó con un asesinato político en Sarajevo, a apenas 76 kilómetros de distancia; a la ocupación nazi y a la Guerra Fría, durante la cual la entonces Yugoslavia del mariscal Tito dirigía al tercer mundo.
Pero Mostar vivió su peor momento a partir de abril de 1992, cuando las tropas serbias de la recién fundada República Srpska lanzaron un asedio sobre la ciudad, defendida por bosniocroatas y bosniaks, la comunidad musulmana.
Era el comienzo de la guerra de Bosnia, la más terrible de las surgidas del desmembramiento de Yugoslavia y que tuvo como escenario a la recién creada Bosnia Herzegovina, atravesada por las intenciones de Croacia y Serbia.
Los bosniaks y croatas contuvieron el ataque serbio y, mediante la Operación Chacal, finalmente expulsaron a los invasores en junio, que dejaron detrás de sí su primer ensayo de limpieza étnica de musulmanes, habiendo expulsado a los bosniaks y destruido 12 de las 14 mezquitas de la ciudad.
También destruyeron todos los puentes de Mostar, excepto el Stari Most, y al final de la guerra, casi el 80% de la ciudad había sido destruida.
Pero entonces comenzó lo peor. La amistad entre bosniaks y croatas comenzó a deteriorarse, y en junio de 1993 se reanudaron los combates en la ciudad, esta vez entre los antiguos aliados.
En este momento entra en escena Slobodan Praljak, el ex general bosniocroata y director teatral que fue condenado en 2013 a 20 años de prisión por crímenes de guerra y que este miércoles se suicidó, en medio de su juicio de apelación tomando veneno.
Este segundo asedio fue aún más brutal y largo que el anterior, y estuvo marcado por una fuerte guerra étnica encarada por los bosniocroatas comandados por el primer ministro de la fallida República Croata de Herzeg-Bosnia, Jadranko Prlic, cabeza del juicio en el que también fue condenado el mismo Praljak, quien formaba parte del Estado Mayor del ejército del protoestado.
Asesinatos, violaciones, deportaciones, maltratos, robos y destrucción fueron algunas de las prácticas de las tropas bosniocroatas en su intento por limpiar Mostar de su comunidad musulmana.
De acuerdo con la condena de 2013 del Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia (TPIY), Praljak, en su capacidad de militar del alto rango, supo, promovió y facilitó estos crímenes en Mostar, así como, también, en otras localidades.
Según la acusación, Slobodan Praljak y los otro cinco jerarcas participaron en una empresa criminal conjunta entre el 18 de noviembre de 1991, o antes, y alrededor de abril de 1994, con el objetivo de volver a crear, dentro de los límites de la provincia Banovina de Croacia una "Gran Croacia étnicamente pura".
Así, durante el asedio de Mostar, Praljak presuntamente instigó al odio político, étnico o religioso, al uso de la fuerza, a la intimidación y al terror, incluidas detenciones masivas en las que murieron decenas de personas. Luego participó en el establecimiento y en el desarrollo de un sistema de campos de concentración y otros centros de detención.
También a través de maltratos a musulmanes bosnios, motorizó su deportación forzada y sometió a las poblaciones encarceladas a trabajos forzados.
Su accionar habilitó el ataque contra civiles musulmanes y la destrucción, el saqueo o el robo de sus bienes, el encarcelamiento en masa y los malos tratos, la violencia sexual y las ejecuciones.
Los bosniocroatas también utilizaron el campamento de Heliodrom, al sur de la ciudad de Mostar, como centro de detención para alojar a los musulmanes detenidos masivamente desde septiembre de 1992 hasta el 21 de abril de 1994; hasta 6.000 personas fueron detenidas en condiciones inhumanas. El campamento de Vojno, al norte de la ciudad de Mostar, se utilizó con el mismo objetivo, de junio de 1993 a marzo de 1994. El campamento de Ljubuski se utilizó para detener a los musulmanes bosnios y someterlos a trabajos forzados y otros maltratos antes de deportarlos.
Hombre de inmensa cultura, con experiencia en teatro, cine y literatura, Praljak no dejó pasar la oportunidad de modelar la identidad de Mostar y ordenó la destrucción del Stari Most, que finalmente cayó tras 427 años y ante la mirada de los soldados bosniak del otro lado del Neretva que ya habían visto arrasadas casi todas su mezquitas.
Pero a pesar de su inmenso valor histórico y cultural, el Stari Mosrt no deja de ser un puente que fue reconstruido en 2004 con ayuda de la Unesco, mientras que los ejércitos al mando de Prlic, Praljak y otros dejaron también un sombrío récord de muertos, entre civiles y militares.
Se estima que 5.393 personas resultaron heridas, de las cuales el 77% eran musulmanes bosniak y apenas un 1,8% eran croatas, de acuerdo con el trabajo de la investigadora Ewa Tabeau en el que se registran las víctimas de los conflictos en Yugoslavia entre 1991 y 1999, y que fue utilizado por el TPIY.
En tanto, el número total de muertos se estima en 773, 663 de los cuales eran musulmanes, aunque otros cálculos ubican el total en 1.023.
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