Se la conoce como "El delfín negro" por la estatua que sobresale en una fuente emplazada en la entrada principal. Fue realizada por un grupo de presos hace muchos años, y es el símbolo del terror que suscita esta cárcel entre sus huéspedes.
La Colonia Penitenciaria IK-6 —ese es su nombre oficial— fue construida en el siglo XVIII, lo que la convierte en una de las prisiones más antiguas de Rusia. A lo largo de su historia, pasó por muchas etapas. En algún momento fue sede de un campo de trabajos forzados y, en otro, hospital penitenciario.
El giro más importante se produjo en 2000, el mismo año que Vladimir Putin asumía la presidencia del país. Desde ese momento, se transformó en una prisión de máxima seguridad, la más impenetrable de todo el país. Ahora, por primera vez, se permitió el acceso a las cámaras de televisión para que muestren al mundo cómo es por dentro.
Tiene capacidad para alojar a 1.600 prisioneros, pero actualmente hay unos 700. Todos son de extrema peligrosidad. Hay asesinos seriales, terroristas y caníbales. Se estima que entre todos son responsables de hasta 4.000 asesinatos.
Las celdas tienen doble protección. En el exterior, puertas de acero reforzado. En el interior, rejas que les impiden a los reclusos acercarse.
Para que nadie pueda olvidar por qué está encerrado allí, la dirección de la cárcel tomó hace tiempo una curiosa decisión: en la entrada de cada compartimento hay una lista con los crímenes cometidos por su huésped.
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