"Yo, Robert Gabriel Mugabe, en términos de la sección 96 de la Constitución de Zimbabwe, tiendo formalmente mi renuncia con efecto inmediato", afirmó el longevo dictador en una carta leída por el presidente del Parlamento, en medio de presiones de la oposición y las Fuerzas Armadas que buscaban su dimisión.
La decisión pone fin a un mandato de 37 años y del único líder ejecutivo que ha tenido Zimbabwe desde su independencia.
Jacob Mudenda, titular de la Cámara, leyó el anuncio mientras los legisladores debatían una moción de censura contra él. El anuncio despertó una ovación de los presentes.
Mugabe, de 93 años, había perdido el apoyo del partido que fundó tras la intervención militar del pasado martes, desencadenada por la destitución del vicepresidente Emmerson Mnangagwa, ante las ambiciones de poder de la primera dama, Grace Mugabe. Las Fuerzas Armadas mantenían en arresto domiciliario al mandatario, y los pedidos de renuncia llegaban desde el propio oficialismo.
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Reporteros presentes en Harare relataron que la población recibió la noticia con júbilo y que se escuchaban bocinas en las calles de la capital.
Mugabe había sido destituido el domingo como líder del partido oficialista, y la formación nombró como titular a Mnangagwa, quien también fue elegido como candidato a las presidenciales de 2018.
Restan saber las condiciones que podría haber negociado Mugabe para su salida. La noche del lunes, el jefe de las Fuerzas Armadas, Constantine Chiwenga, indicó que el dictador había trazado una "hoja de ruta y una solución definitiva para el país".
Es el final humillante de la carrera de un hombre que aplastó o marginó la disidencia desde que condujo a Zimbabwe a la independencia y puso fin al régimen de minoría blanca en 1980.
Si Mnangagwa pasa a encabezar la transición política, tendrá que enfrentar su propio pasado, al estar implicado en la masacre de miles de opositores en la década de 1980 por una brigada entrenada en Corea del Norte.
"Mugabe fue un dirigente formidable, pero el poder terminó degenerándolo, al punto de que puso a Zimbabwe de rodillas", resumió Shadrack Gutto, profesor de la Universidad de Sudáfrica. El ex preso político convertido en un líder de la guerrilla llegó al poder después de que el gobierno de la minoría blanca se viera obligado a negociar, ahogado por las sanciones económicas y la amenaza creciente de la insurgencia. Pero su brillo inicial no tardó en desvanecerse.
"Mugabe no era nada humano", dijo el antiguo ministro de Relaciones Exteriores británico Peter Carrington a la biógrafa del dictador, Heidi Holland. "Tenía una especie de naturaleza reptil. Uno podía admirar sus capacidades y su intelecto, pero era una persona horrible y poco confiable", agregó.
La dimisión de Mugabe ofrece a Zimbabwe "la oportunidad de forjar un nuevo camino libre de opresión", dijo Theresa May, primera ministra del Reino Unido, la antigua potencia colonial del país africano. "Como el amigo más antiguo de Zimbabwe, haremos lo que podamos para apoyar" la transición del país, añadió en un comunicado.
(Con información de EFE, AP y AFP)