Las estrella de Hollywood, como las hermanas Kim y Kourtney Kardashian y la actriz de Crepúsculo, Nikki Reed, publicitan esta práctica en las redes sociales. Todas ellas, transformaron la placenta en píldoras y son quienes lideran esta tendencia.
Los especialistas advierten, sin embargo, de los posibles problemas de salud que puede generar este nuevo hábito tan popular en Hollywood. Según una investigación, publicada en American Journal of Obstetrics and Gynecology, y difundida por La Vanguardia, no se ha encontrado ninguna evidencia científica sobre los beneficios de la placentofagia, acto de comer la placenta cruda, cocida o en forma de píldora.
La placenta sí cumple una función primordial durante el desarrollo del bebé, ya que es el primer órgano que se forma. Se trata de una masa esponjosa, adherida al útero que establece el intercambio de oxígeno y sustancias nutritivas entre la madre y el embrión. Actúa como un filtro para absorber y proteger al feto de las toxinas y los contaminantes. Suele pesar 0,45 kg aproximadamente.
Según Daniel Benyshek, profesor asociado de antropología en la Universidad de Nevada, las primeras referencias publicadas sobre la placentofagia fueron durante la década de los sesenta en Estados Unidos, asociado a otras prácticas como el parto natural o dar a luz en casa en vez de acudir a un hospital. Aún así asegura que a lo largo de estos diez últimos años es cuando ha experimentado mayor popularidad, hasta el punto de que existan recetarios de cómo prepararla de manera casera.
No obstante, en un informe realizado por el Centros para el Control y Prevención de Enfermedades se relató el caso de un bebé en Oregón (Estados Unidos) que tuvo una infección recurrente producida por estreptococos, debido a que su madre había estado ingiriendo las famosas cápsulas. La progenitora le había pasado la infección a su hijo a través de la lactancia por tomar estas píldoras, las cuales dieron positivo en la bacteria.
El problema que señalan los investigadores es el gran desconocimiento que hay en torno al tema por parte de médicos y madres, así como una gran falta de investigaciones y de regulación sobre cómo se almacena y se prepara.
El diario español desmiente varios mitos:
No es una gran fuente de hierro: aunque es cierto que muchas embarazadas necesitan un suplemento de hierro después del parto, comer la placenta de tu hijo no ayudará. Un estudio, publicado en Journal of Midwifery Women's Health, reclutó a 23 mujeres embarazadas para comprobarlo.
No ayuda a superar la depresión post-parto: este es uno de los grandes motivos, por el que muchas se lanzan a consumirlas. No obstante, los investigadores de la Universidad de Nevada también desmontaron la teoría de que estas píldoras mejoraban el estado de ánimo, la fatiga y regulaban los niveles de hormonales.
Su elaboración puede no ser segura: si no se filtran adecuadamente los residuos, además de nutrientes, también se pueden pasar enfermedades o infecciones como le sucedió a la madre estadounidense.
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