La administración del ex presidente Barack Obama tiene mucho que responder con respecto a la enorme cantidad de concesiones que otorgó a la República Islámica de Irán durante las negociaciones por el acuerdo nuclear que finalmente firmó. Sin embargo, podría ser un error ignorar las advertencias de sus funcionarios.
Desde ese punto de comprensión de la controversia es de donde parten ciertas posiciones de Arabia Saudita e Israel; muchos de sus políticos y expertos en defensa difieren en su opinión sobre la acción que el presidente Trump tomó este viernes, no sólo con el acuerdo con Irán, sino también en materia de futuras sanciones que EEUU confirmaría en las próximas horas.
Las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) y las agencias de inteligencia están -presumiblemente- al tanto de los defectos del acuerdo, y focalizan sus debilidades en dos aspectos: en primer lugar, a la luz verde que permitió a Teherán preservar sus capacidades de enriquecimiento de uranio, y en segundo lugar, en la carencia de restricciones en materia del programa misilístico iraní. Pero también se debate sobre los riesgos que podrían surgir ahora que el presidente norteamericano no certificó el acuerdo y decidió remitirlo al Congreso para su evaluación.
El ex director de Inteligencia Militar de Israel, Amos Yadlin, quien actualmente dirige el Instituto de Estudios de Seguridad Nacional de la Universidad de Tel Aviv, y es muy cercano a oficiales de altos cargos dentro de las FDI, dio su visión del tema en declaraciones públicas sobre el discurso del presidente Trump.
Las opiniones de Yadlin a menudo reflejan el estado de ánimo en el Estado Mayor y la comunidad de inteligencia israelí. De allí la importancia de sus declaraciones indicando que ahora "no es el momento para cancelar el acuerdo nuclear". En su lugar, el especialista propone que Israel alcance entendimientos más profundos con Washington sobre una posible salida del acuerdo si Irán lo viola en el futuro y recomienda fortalecer los esfuerzos israelíes-estadounidenses para bloquear la ayuda iraní a las organizaciones terroristas tomando medidas incluso desde el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas contra el programa del sistema balístico de Teherán.
Yadlin incluso manifestó en la prensa israelí que "algunos funcionarios de inteligencia están actualmente más preocupados por lo que está sucediendo en un frente iraní más cercano a Israel (Siria) después de los éxitos militares del régimen de Assad en la guerra civil siria".
Varios funcionarios de defensa israelíes reclaman que la atención debe centrarse principalmente en los planes de Irán de desplegar milicias chiítas, incluida Hezbollah, a lo largo de la frontera sirio-israelí en las Alturas del Golán.
Sin restarle importancia a la conducta iraní en lo que refiere al incumplimiento del acuerdo, el ministerio de defensa de Israel y sus pares estadounidenses observan que Irán está involucrado en un movimiento mayor, más amplio y potencialmente mucho más peligroso que incluye planes para construir un aeropuerto controlado por la Guardia Revolucionaria Iraní cerca de Damasco y un puerto marítimo en Tartus sobre la costa mediterránea (al lado de la base militar rusa) que podría albergar un número hasta tres veces mayor de tropas terrestres iraníes a las estacionadas actualmente en Siria. De allí la relevancia de incluir en la nueva ronda de sanciones a grupos militares como la Guardia Revolucionaria, sus generales y oficiales de altos cargos.
Asesores estadounidenses del Pentágono entienden esta preocupación de forma directa, dado que Irán podría fácilmente reponer y desplegar sus misiles de precisión en Siria (la mayoría de los cuales se agotaron durante la guerra civil) pero también ayudar a los sirios a emplazar misiles anti-aéreos rusos de avanzada tecnología en zonas del territorio sirio. "Éstas serían las nuevas líneas rojas para Israel", que el ministro de Defensa, Avigdor Lieberman, explicará durante las próximas dos semanas en reuniones agendadas a su contraparte rusa y estadounidense.
Según informes de seguridad norteamericanos publicados por el diario saudita As shark al-awsat en las últimas semanas, el apoyo creció fuertemente en el Pentágono para tomar medidas más duras contra Hezbollah e incluso contra la Guardia Revolucionaria Iraní (a quien la administración considera incluir oficialmente como organización terrorista).
Washington está dispuesto a intensificar sus acciones para sancionar a Hezbollah, incluso a intervenir activamente contra los esfuerzos iraníes para armar a la organización política-terrorista chiita del Líbano; según lo han manifestado agencias de seguridad árabes del Golfo, Hezbollah ya no podrá maniobrar tan libremente en la región en materia de recursos financieros como en el tráfico y recepción de armas que recibe de Irán a través de territorio sirio.
En línea con las posiciones de funcionarios israelíes, dos cancillerías árabes del Consejo de Cooperación de los Países del Golfo (CCPG) han dialogado con asesores de seguridad del presidente Trump manifestando que ven la creciente influencia de Irán en la región como un problema más urgente que el tema nuclear, en consecuencia, tal situación puede generar alternativas para imponer nuevas sanciones a Irán y Hezbollah más allá de las anunciadas y con prescindencia de la remisión del Acuerdo al Congreso que ha dispuesto el presidente norteamericano luego de informar la no certificación del mismo.