Desde la llegada al poder en 2005 de la Unión Demócrata Cristiana (CDU, en alemán) con Angela Merkel a la cabeza, la política en Alemania ofreció pocas sorpresas, y las recientes elecciones parecieron confirmar esta tendencia con una nueva victoria del partido de la canciller.
Pero los alemanes que acudieron a las urnas este domingo en lo que muchos consideraron "la elección más aburrida de la historia" se enfrentaron a una novedad que, si bien no parece tan grande como el cambio de gobierno, tiene un impacto simbólico mucho mayor: la entrada de la ultraderecha al Parlamento (Bundestag, en alemán) por primera vez desde la creación de la República Federal en 1949.
Según los últimos conteos, la CDU habría obtenido el 33% de los votos, seguida por la Socialdemocracia (SPD) con el 20,5% y un sorpresivo tercer puesto habría sido alcanzado por el partido extremista Alternativa para Alemania (AfD en alemán) con el 12,6%, de acuerdo al periódico Die Welt.
De esta forma se establecería la supremacía de la CDU de Merkel con el 36%, seguida por la Socialdemocracia (SPD), aliada en la Gran Coalición de gobierno, que rápidamente rechazó mantener la alianza.
En tanto AfD, con un discurso euroescéptico, xenófobo y ultraconservador, que al mismo tiempo pone en agenda problemas de pobreza y desigualdad en la cuarta economía del mundo y se opone a los rescates financieros de los países europeos que aún intentan salir de la crisis, superó ampliamente el umbral del 5% y accedió a la representación en el Bundestag, la primera vez para una fuerza de este estilo en la historia de la joven república.
"Los partidos reaccionaron muy pasivos a la comunicación agresiva del AfD. En vez de nombrar problemas y desafíos en la integración, han dejado estos temas para la operación de los ultraderechistas", sostuvo Maria Befeldt, politóloga por la Freie Univesität Berlin, a Infobae.
"Sobre todo en las redes sociales, el AfD ha sabido conquistar los debates y comentarios, muchas veces distorsionando la verdad con Fake News y mensajes xenófobos", agregó.
Va a ser un golpe simbólico muy fuerte para todos los partidos tradicionales
Por otro lado Franco Delle Donne, consultor en comunicación en el Parlamento de Berlín y doctorando en la Freie Universität Berlin, señaló en diálogo con Infobae que "va a ser un golpe simbólico muy fuerte para todos los partidos tradicionales, porque el discurso de AfD es el de la anti política. Especialmente si sale tercera porque se convertirá en la principal oposición al gobierno".
Además de la novedad de tener a una fuerza de ultraderecha, con estos resultados el Bundestag albergará a seis partidos por primera vez desde sus inicios en 1949, lo que significa que la fuerza ganadora tendrá más dificultades para lograr una coalición de gobierno.
"AfD va a tener un escenario muy importante en el Bundestag y rompe el taboo de que ningún partido a la derecha de la CDU había logrado la legitimidad del parlamento", consideró Delle Donne, autor junto a Andreu Jerez del libro Factor AfD. El retorno de la ultraderecha a Alemania.
Fundado en 2013 como un partido con una agenda centrada en el euroescepticismo, es decir el cuestionamiento de la idea de que la Unión Europea es buena para Alemania, AfD logró un crecimiento notable en los últimos años, dejando su base en los estados de la ex República Democrática, los más pobres del país, y captando votantes decepcionados provenientes de todo el arco político y el territorio.
"Es una verdadera ruptura de todo el arco político, un fenómeno transversal que recibe votos de todas las fuerza", dijo el analista, agregando que en cuatro años el partido logró ingresar en los parlamentos regionales de 13 de los 16 estados alemanes, y alcanzó su pico de popularidad en medio de la crisis de refugiados de 2015.
La asociación de AfD con corrientes xenófobas representadas en parte por el grupo Pegida (Patriotas Europeos Contra la Islamización de Occidente) e incluso con facciones neonazis disparó las alarmas en todo un país que en gran medida se define en relación al trágico y criminal legado del régimen totalitario de Adolf Hitler, entre 1933 y 1945.
AfD nunca fue sólo extrema derecha o neonazis. El partido generó un mecanismo para captar el voto de la gente decepcionada
Pero Delle Donne, argentino radicado en Alemania, advierte que la realidad es más compleja y sostiene que "AfD nunca fue sólo extrema derecha o neonazis".
"Tiene ese componente pero no es mayor. Este partido generó un mecanismo para captar el voto de la gente decepcionada por lo políticamente correcto", destacando de esta forma los problemas de los alemanes que otros partidos no mencionan o perciben, agregó.
Con los resultados del domingo y la entrada al Bundestag, esta vertiente anti sistema obtendrá la legitimidad necesaria para convertirse en un actor de importancia y un par, al menos en teoría, para la CDU de Merkel.
Un sistema único en Europa
La decisión estuvo en manos de las 61,5 millones de personas mayores de 18 años habilitadas para votar este domingo en el país más poblado de Europa y que ostenta el PBI más abultado. La participación en las últimas elecciones de 2013 fue del 71,5% del padrón, un número inusualmente alto entre los países desarrollados y este año, al mediodía, los números eran prácticamente iguales.
Los electores pasaron al cuarto oscuro para marcar dos preferencias: el candidato a parlamentario de su elección, según cada distrito, y el partido político que mejor los representa.
Los candidatos más votados de cada lista obtendrán un escaño, y luego también los partidos con más votos lograrán ingresar parlamentarios adicionales en representación de sus fuerzas, en un sistema único por el cual el número final de bancas puede cambiar con cada elección.
Terminado este proceso, el nuevo Bundestag (el número 19) elegirá tiempo después un nuevo canciller con la mayoría absoluta de sus miembros, situación que requiere, en base a porcentajes actuales e históricos, de la formación de coaliciones para llegar a esos votos.
Se esperaba que la gran ganadora vuelva a ser la canciller, encarando su cuarto mandato consecutivo que la tendrá como líder de Alemania por al menos 16 años, superando a los 14 de Konrad Adenauer, el ya mítico primer canciller de la República Federal, y alcanzando los 16 de Helmut Kohl, arquitecto de la reunificación alemana y mentor de Merkel.
Para ello los números actuales deberán mantenerse y la CDU tendrá que formar una coalición que acepte el cuarto término de Merkel, lo cual según las últimas declaraciones ya no podrá ser con el SPD y en cambio la canciller deberá negociar una alianza con los partidos Verde (Grüne) y Democrático Libre (FDP), la llamada "coalición Jamaica" por los colores de las tres fuerzas", que obtendrían el 8,9% y el 10,7%, respectivamente.
"Merkel tuvo la capacidad de crecer no haciendo nada. Es paciente y espera el momento indicado para posicionarse sobre cada cuestión", señaló Delle Donne. "Con el tiempo se ha convertido en una figura independiente de la CDU. No sufre el agotamiento típico de quienes pasan mucho tiempo en el poder y es difícil encontrarle contradicciones, porque no se pronuncia", agregó.
Pero sin embargo su permanencia en el poder en constante alianza con la Socialdemocracia tiene sus peligros. "Otra Gran Coalición es negativa para la democracia, porque refuerza la ultraderecha antisistema y rechaza la posibilidad de que haya una alternativa sea real", concluyó el analista.
Por otro lado Befeldt consideró que "cada partido que ha estado en coalición con Merkel ha salido debilitado. Ella logra incorporar lo que le conviene de los demás partidos, robándoles un perfil propio".
Ascenso y caída de la socialdemocracia en campaña
A principios de este año Martin Schulz, un ex parlamentario europeo y miembro del SPD, pareció sorprender a los alemanes con una campaña novedosa, casi eufórica en su presentación de temas, y un breve liderazgo en las encuestas incluso por encima de Merkel.
Por un momento parecía que la Socialdemocracia, relegada en los últimos ocho años a acompañar a la CDU en el gobierno como segunda fuerza, tenía posibilidades de volver a poner uno de los suyos como canciller. Pero su figura se desinfló y la normalidad alemana entró en juego: como resultado el SPD realizó una de las peores elecciones de su historia.
"Antes teníamos una cultura del debate. Encuentro atemorizante que en la Alemania de hoy, casi nadie habla de las grandes preguntas de nuestro tiempo, ni sobre la digitalización ni la educación", dijo el lunes el propio Schulz al semanario Der Spiegel, a manera de explicación de su caída frente a los silencios de acero de Merkel.
Una consideración similar sostuvo Befeldt, quien ha trabajado como consultora política del SPD. "La falta de debates y una oposición débil al lado del bloque centrista que es la gran coalición, ha contribuido en gran parte al surgimiento de un partido a la derecha de la Unión".
"Específicamente el estilo político de Merkel de incorporar posiciones de otros partidos ha sido fatal para la distinción de alternativas políticos dentro de los partidos", señaló.
Al respecto Schulz ha catalogado a la AfD como la "desgracia de Alemania", y sobre el final de campaña, casi como un guiño al mantenimiento de la Gran Coalición que finalmente no se concretó, el líder socialdemócrata sostuvo que le "provoca pelear".
"No podemos dejar espacio a los enemigos de la democracia. Durante toda mi carrera política he peleado por una Europa fuerte y contra el canto de sirenas de la derecha", señaló.
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