La primera ministra británica, Theresa May, pidió el viernes en la localidad italiana de Florencia a la Unión Europea (UE) para su país un acuerdo hecho a medida y que permita al Reino Unido gozar de dos años de transición para que los ciudadanos "se adapten a la nueva etapa".
May ofreció un discurso en Florencia, cuna del Renacimiento, como gesto para impulsar las negociaciones entre Bruselas y Londres de cara a la salida del Reino Unido de la UE.
Lo ha hecho solo tres días antes de que se retomen las conversaciones sobre las condiciones del "brexit", previstas inicialmente para el pasado día 18 y retrasadas hasta el 25 de septiembre.
Por su parte, la Unión Europea celebró el "espíritu constructivo" en el discurso de May, pero insistió en que el bloque no abrirá negociaciones sobre la futura relación hasta no ver "progresos suficientes" en la salida.
"May ha expresado un espíritu constructivo que es también el espíritu de la UE en esta negociación única", escribió en un comunicado el negociador jefe de la UE para el "brexit", Michel Barnier, quien celebró también que "el discurso muestra un deseo de avanzar".
En su discurso destacó que el Reino Unido y el resto de países comunitarios han mantenido hasta ahora una sólida relación y eso coloca a los británicos en una posición diferente de negociación que a otros Estados que no pertenecen a la UE, como Canadá o Noruega.
Negociar un pacto en materia económica como por ejemplo el acuerdo comercial entre la Unión Europea (UE) y Canadá, conocido como CETA, "partiría de la premisa falsa de que no ha habido una regulación previa entre nosotros", indicó.
"Nosotros no empezamos con una hoja en blanco, como otros socios externos", señaló May, quien tampoco dijo querer una relación como la que tiene Noruega con la UE a través del Espacio Económico Europeo (EEE) y que obligaría a Londres a incorporar automáticamente futuras normas aprobadas por los Veintisiete sin poder influir en ellas.
Por eso, May pidió negociar un acuerdo fundado en los intereses tanto del Reino Unido como de la UE.
Manifestó que su país seguirá contribuyendo al Presupuesto de la UE hasta 2020 y solicitó un período de dos años de transición, tras abandonarla en marzo de 2019.
Así, argumentó, hasta 2021 "la gente y las empresas se beneficiarían de un período de ajuste a los nuevos acuerdos".
En cuanto a la cantidad que el Reino Unido tendrá que pagar a las arcas comunitarias en aplicación de los compromisos ya adquiridos y por aportación a políticas decididas con el acuerdo británico, May aseguró que "algunas exigencias son exageradas", sin citar cifras.
Y criticó que "en este momento las negociaciones estén centradas en la cantidad que abonará el Reino Unido a la UE".
"Necesitamos movernos y comenzar a hablar de la relación que tendremos en el futuro", opinó.
En esta línea, pidió a los líderes europeos que sean "imaginativos y creativos" y aseguró que la propia UE se enfrenta a un "tiempo excitante", con el comienzo de "un nuevo capítulo" en su historia.
En materia económica, apoyó encontrar "soluciones creativas para una nueva relación económica que genere prosperidad para todos los ciudadanos" de Europa.
También habló de una "cooperación fuerte y sólida" en otros desafíos, como la gestión de "los intensos flujos migratorios o la lucha contra el terrorismo", el cambio climático, la defensa del libre comercio o la amenaza de "la proliferación de armamento nuclear por parte de Corea del Norte y su utilización".
“Puede que estemos abandonando la UE, pero no estamos dejando Europa”
Reconoció que "hay preocupación por si los derechos de los ciudadanos británicos y europeos serán distintos" y afirmó que quiere "incorporar el acuerdo directamente a la legislación británica y que los tribunales británicos se ajusten a él".
"En caso de incertidumbre sobre la legislación comunitaria", su intención es que "los tribunales del Reino Unido tengan en cuenta las sentencias de los tribunales de justicia europeos, con el fin de garantizar una interpretación coherente".
Garantizó que los ciudadanos extranjeros gozarán de las mismas condiciones que ahora, "podrán salir, entrar y trabajar", aunque habrá más control en las fronteras y "un sistema de registro".
"Sabemos que no podemos abandonar la UE y seguir igual. La vida para nosotros será diferente", reconoció.
"Pero lo que queremos, y esperamos que también nuestros socios europeos, es seguir siendo socios que trabajen juntos en beneficio mutuo. Queremos trabajar mano a mano con la UE, en lugar de como parte de la UE", añadió.
"Puede que estemos abandonando la UE, pero no estamos dejando Europa", concluyó.