El coleccionista de polvo extraterrestre: la increíble historia del músico que encontró 500 micrometeoritos

Un jazzista noruego con un antiguo amor por la mineralogía comenzó hace ocho años una extraña búsqueda de motas cósmicas. Mezcladas con basura ordinaria, identificó y fotografió —por primera vez en alta resolución— materias más antiguas que el mismo Sol

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Imágenes del libro de Jon
Imágenes del libro de Jon Larsen, “In Search of Stardust”. (Foto: Jan Braly Kihle/Jon Larsen)

Cada año caen sobre la Tierra 4.000 toneladas de polvo cósmico.

Las personas los respiran, se mezclan con los residuos biológicos, caen sobre las casas y los automóviles. No obstante esa ubicuidad, para encontrar estos micrometeoritos llegados del espacio los geólogos solían rastrillar grandes extensiones desérticas como Atacama o la Antártida.

(Foto: Jan Braly Kihle/Jon Larsen)
(Foto: Jan Braly Kihle/Jon Larsen)

El músico noruego Jon Larsen demostró que eso era innecesario. En su libro In Search of Stardust (En busca del polvo de estrellas) cuenta —y, sobre todo, documenta con fotos nunca antes tomadas de estas partículas— su aventura de ocho años en playas y estacionamientos, caminos y techos, en cuatro países, donde halló micrometeoritos.

(Foto: Jan Braly Kihle/Jon Larsen)
(Foto: Jan Braly Kihle/Jon Larsen)

Encontró, en realidad, 600 libras (algo más de 270 kilos) de polvo, en el cual discriminó 500 fragmentos espaciales. Observaba en un microscopio cientos de miles de partículas hasta encontrar un micrometeorito. De ahí que el subtítulo de su libro sea Amazing Micrometeorites and Their Terrestrial Imposters: Micrometeoritos asombrosos y sus impostores terrestres.

Muchos científicos ni siquiera le devolvieron sus llamadas, pero Matthew Genge, del Imperial College London, aceptó examinar 48 partículas. Y le informó al músico del cuarteto de jazz Hot Club de Norvège que, en efecto, había encontrado polvo cósmico. Publicaron juntos un texto académico en la revista de la Asociación Nacional de Geología de los Estados Unidos, GeologyAn urban collection of modern-day large micrometeorites (Una colección urbana de micrometeoritos grandes del presente).

(Foto: Jan Braly Kihle/Jon Larsen)
(Foto: Jan Braly Kihle/Jon Larsen)

Con la colaboración del mineralogista Jan Braly Kihly, Larsen programó una cámara Olympus, ya antes personalizada, para que sacara hasta 250 fotos de cada partícula magnificada hasta 3.000 veces. El dispositivo se movía unos micrones entre una toma y otra; la profundidad de campo de la imagen era de la milésima parte de un milímetro.

(Foto: Jan Braly Kihle/Jon Larsen)
(Foto: Jan Braly Kihle/Jon Larsen)

Luego la información se cargaba en un software que ensamblaba las partes y mostró finalmente lo que parecen piedras y se ven en el libro: remolinos metalizados, pirámides de cristal, manchas doradas en bolas de hierro.

(Foto: Jan Braly Kihle/Jon Larsen)
(Foto: Jan Braly Kihle/Jon Larsen)

Algunos micrometeoritos son, literalmente, polvo estelar: restos de estrellas que se desintegraron. Otros son el resultado del choque de asteroides. Y otros, de la vaporización de los cometas. Su forma final se define en dos momentos: cuando se derriten al precipitarse a través de la atmósfera de la Tierra y al solidificarse luego.

(Foto: Jan Braly Kihle/Jon Larsen)
(Foto: Jan Braly Kihle/Jon Larsen)

"Los micrometeoritos pertenecen a la materia más antigua que existe: son remanentes minerales de antes que se formasen los planetas. Incluso pueden contener polvo estelar más antiguo que el Sol, partículas que han viajado más que cualquier otra cosa de la Tierra. Apenas estamos comenzando a explorar estas piedras extraterrestres, y sin embargo están en todas partes a nuestro alrededor", escribió Larsen en la introducción a su libro.

(Foto: Jan Braly Kihle/Jon Larsen)
(Foto: Jan Braly Kihle/Jon Larsen)

En sus 150 páginas, In Search of Stardust ofrece las primeras imágenes en color y en alta resolución de los micrometeoritos: unas 1.500 fotos obtenidas con tecnología de microscopio. Y en el artículo para Geology, Larsen y Genge —y dos de sus estudiantes: Martin Suttle y Matthias Van Ginneken— ofrecen un análisis de 48 de esas motas cósmicas.

(Foto: Jan Braly Kihle/Jon Larsen)
(Foto: Jan Braly Kihle/Jon Larsen)

La idea de la investigación le llegó al músico, como un meteorito, del cielo: un día, mientras desayunaba al aire libre en Oslo, vio una piedra minúscula que caía sobre su mesa. Era metálica —el 80% de los meteoritos lo son—, brillante y áspera. Hizo lo que cualquiera con una mínima curiosidad hubiera hecho: "Googleó 'piedras brillantes que caen del cielo'", contó la revista Wired.

Jon Larsen trabajó durante ocho
Jon Larsen trabajó durante ocho años en la recolección y el análisis de motas cósmicas.

Cuando leyó que podría ser un micrometeorito, su antiguo amor por las piedras reverdeció. Larsen cursaba la escuela secundaria y pensaba dedicarse a la mineralogía cuando su cuarteto de cuerdas compuso un hit. Así su camino de desvió durante más de 40 años, hacia el jazz.

(Foto: Jan Braly Kihle/Jon Larsen)
(Foto: Jan Braly Kihle/Jon Larsen)

La música no lo hizo olvidar los minerales: "El arte y la ciencia son dos caras de la misma moneda", dijo a Wired. "No hay razón por la cual nos debamos privar de explorar las posibilidades interesantes de combinar temas distintos, como la música y la geología".

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