Con gran polémica el hostel Sook Station se sumó a la moda de hoteles temáticos: el pequeño edificio de Bangkok ofrece a los huéspedes la experiencia de vivir en una cárcel.
Sus nueve habitaciones, diseñadas como celdas, ofrecen toda clase de incomodidades —incluido el toque de queda: las luces se apagan a la noche— por una precio de entre USD 24 y USD 49. Rentar un traje a rayas se cobra como extra (USD 21); en cambio, las fotos de prontuario, con una tabla de estatura de fondo, son una gentileza que se ofrece sin costo cuando el huésped llega al hotel-cárcel.
El edificio del barrio de Udom Suk tiene un aspecto exterior ominoso, como se podía presumir, con rejas y alambre de púa. La habitación-cárcel estándar tiene ocho metros cuadrados, rejas y literas. Hay también dos habitaciones con puertas y ventanas completamente oscurecidas, para recrear el confinamiento solitario. Otras siete habitaciones tienen un pequeño balcón para los clientes más claustrofóbicos.
No hay baños privados. Tampoco duchas: se encuentran enrejadas en el techo del hostel que fundaron los ex profesionales tecnológicos Sittichai Chaivoraprug y Piyanat Teekavanich. El matrimonio siempre tuvo pasión por los viajes y la idea se les ocurrió mientras veían una película de los '90s, que dirigió Frank Darabont e interpretaron Morgan Freeman y Tim Robbins: Sueños de fuga. El éxito cinematográfico se basó en "Rita Hayworth y la redención de Shawshank", la nouvelle de Stephen King incluida en su libro Las cuatro estaciones.
"A la gente le encanta, o lo aborrecen", dijo Sittichai a Reuters. Las áreas comunes son amplias (Coffee & Food Station, por ejemplo, en el centro de un jardín, con un pequeño restaurant y barra) y se puede usar el business center para reuniones.
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