Emmanuel Macron es un dirigente inusual para este momento de la política europea. En pleno auge de los discursos nacionalistas y populistas, se manifiesta a favor de la globalización y de la Unión Europea (UE), y se ubica en el centro del espectro ideológico. Además quiere fortalecer los lazos con Alemania e implementar una política más "humana y eficaz" hacia los refugiados.
Tiene 39 años y fue, con mucha diferencia, el aspirante más joven en las elecciones francesas. También es el más preparado desde el punto de vista académico. Al terminar la escuela se graduó primero en filosofía y después en ciencia política. En ese momento empezó a militar en el Partido Socialista. Decidido a ser funcionario público, ingresó a la Escuela Nacional de Administración, donde se recibió en 2004 con una especialización en finanzas. Sin embargo, su primer trabajo importante no fue en el estado, sino en el Banco Rothschild, del que llegó a ser socio tras cuatro años en los que acumuló una fortuna considerable.
Su entrada a la política nacional fue en 2012, cuando el presidente François Hollande lo convocó como asesor económico y después como secretario general adjunto. En 2014 lo nombró ministro de Economía y Producción, su mayor responsabilidad hasta la fecha. Pasó dos años en una gestión que muchos consideran exitosa porque el país volvió a crecer luego de un trienio de estancamiento, aunque fue criticado por la izquierda, que lo acusó de liberal y proempresarial. Renunció en agosto de 2016 para lanzar su candidatura por ¡En Marcha! (EM!), su propio movimiento político, creado algunos meses antes.
Para diferenciarse de Donald Trump, quien descree del cambio climático, invitó a científicos estadounidenses a radicarse en Francia para trabajar en el desarrollo de energías renovables. Frente a quienes, desde los extremos, culpan de todos los problemas al capitalismo o a los inmigrantes, Macron toma distancia tanto de la izquierda como de la derecha y se declara socioliberal. "Queremos preservar el modelo social francés. No haremos una política en detrimento de los asalariados, pero hay que reconocer la necesidad de tener un motor en la economía, y ese motor es la empresa", dijo poco tiempo después de asumir como ministro.
"Los clivajes se corrieron. El eje izquierda—derecha es cada vez menos importante y fue suplantado por el eje abierto—cerrado. Ser centrista es por sobre todo ser pragmático y tomar medidas de diferentes lugares. Europa y la globalización están en el centro de su proyecto político, que es poner a Francia en conformidad con las reglas de la economía de mercado definidas por los economistas ortodoxos del FMI y del Banco Central Europeo. Pero es también ser liberal en el plano cultural, en acuerdo con valores tradicionales de la izquierda", contó Jean Chiche, profesor del Instituto de Estudios Políticos de París (Sciences Po), consultado por Infobae.
El plan de Macron tiene cierta osadía porque Francia es un país tradicionalmente nacionalista y estatista, tanto por izquierda como por derecha. Decir que "la única soberanía es la europea", y proponer rebajas impositivas para los empresarios y cambios al rígido mercado laboral, no son expresiones políticamente correctas.
Pero Macron no sólo se distingue del resto por sus propuestas. De hecho probablemente no sea por eso que es un contendiente exitoso. En un mundo en el que la imagen es cada vez más decisiva para el posicionamiento de un político, Macron destaca por su aire juvenil y moderno, que contrasta con el acartonamiento del político francés habitual. Algunos analistas lo comparan con John F. Kennedy, que llegó a la presidencia de Estados Unidos en 1961 impulsado fundamentalmente por su imagen fresca y espontánea, semejante a la de un galán de Hollywood.
"Macron juega con su imagen de hombre nuevo, sin partido, que no será ni de izquierda ni de derecha, en un contexto de mucha desconfianza hacia los actores políticos tradicionales. Además recibe un apoyo importante de los principales medios de comunicación, que tratan su campaña desde un ángulo muy favorable, y también entre los actores económicos. Por otro lado, la adhesión de François Bayrou (político centrista que decidió no participar de las elecciones para apoyarlo) le dio credibilidad a su candidatura. Esta conjunción de factores explica sus números en las encuestas de opinión. Pero históricamente los candidatos de centro no ganan las elecciones presidenciales y su posicionamiento, que hoy le es favorable, se le puede volver en contra", dijo a Infobae Loïc Blondiaux, profesor del Departamento de Ciencia Política de la Universidad de París 1 Panteón-Sorbona.
La pareja sin edad
Las curiosidades de Macron no se agotan en la política. También escapa a lo convencional en el ámbito personal. En pleno siglo XXI ya no debería sorprender que haya mucha diferencia de edad en una pareja. Sin embargo, la distancia de 24 años que Brigitte Trogneux le lleva a su esposo fue uno de los temas más comentados de la campaña. Es que, más allá de las fechas de nacimiento, su historia parece sacada de una novela.
Macron tenía 15 años cuando conoció a Trogneux, a mediados de la década de 1990. Ella era profesora de literatura en el liceo jesuita de Amiens donde él cursaba el secundario. Tenía 39 años, estaba casada y era madre de tres hijos.
La profesora Auzière —usaba el apellido de su marido, banquero, por entonces— llevaba adelante el club de teatro de la escuela. Macron se enamoró y comenzó a participar en las actividades de arte dramático. Un año después le pidió que escribiera con él una obra.
Era un adolescente precoz: un pianista consumado, un alumno destacado. "Sin dudas no era como los demás, siempre estaba con los profesores", lo recordó Trogneux en el documental Macron, la stratégie du météore (Macron, la estrategia del meteoro). "Escribir nos hizo reunirnos todos los viernes, y desató una proximidad increíble".
Según la periodista Anne Fulda, quien entrevistó a los Macron y los padres de él, la situación fue difícil. "No lo podíamos creer", dijo la madre. "Está claro que no podíamos decir 'qué bueno'". Habló con la profesora: "Usted ya tiene su vida hecha".
El padre de Macron le pidió a Trogneux que se alejara de su hijo hasta que cumpliera 18 años y a él, que terminara el secundario en el prestigioso liceo Henri-IV, en París. Cuando Macron fue a despedirse de ella, le hizo una promesa: "No te vas a deshacer de mí. Voy a volver y me voy a casar contigo".
Mientras Trogneux intentaba continuar su vida en la ciudad donde su familia poseía una fábrica de chocolate muy exitosa —su facturación anual es de 4 millones de euros—, él comenzó a llamarla por teléfono. "Poco a poco, venció mi resistencia", recordó ella en el libro Emmanuel Macron, un jeune homme si parfait (Emmanuel Macron, un joven perfecto). Pronto se divorció de Auzière y buscó empleo como profesora en París. "Me dije que iba a fallarme a mí misma si no lo hacía".
La relación se convirtió en algo real mientras Macron estudiaba en la universidad. Su madre fue la primera en ceder y aceptar a la pareja: "Ella es adorable", dijo a Fulda. Nunca más se separaron: "He estado comprometida con todo, a su lado, durante 20 años", dijo ella.
Se casaron en 2007. "Quiero agradecer a los hijos de Brigitte por haberme aceptado", dijo Macron en la ceremonia. "No somos una pareja normal —aunque no me gusta mucho ese adjetivo— pero somos una pareja real".
Vencedor con el 24 % de los votos en las primera vuelta electoral de hace dos semanas, Macron recibió para este ballotage el apoyo del tercero en esa contienda, François Fillon, así como los del actual Presidente, François Hollande y del ex, Nicolas Sarkozy. Tal como indicaban todos los pronósticos, se convirtió en el octavo presidente electo de la V República, al imponerse por amplio margen sobre Marine Le Pen.
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