En una nueva iniciativa para combatir el creciente número de casos de abuso sexual a menores reportados anualmente en Gran Bretaña (1 de cada 20 niños en Gran Bretaña ha sufrido abusos sexuales), seis cárceles comenzaron a ofrecer un tratamiento voluntario de castración química a pedófilos que buscan reducir su libido y su comportamiento obsesivo mientras cumplen su condena.
En la prisión de Whatton, especializada en violadores en Nottinghamshire, 100 presos se sometieron al tratamiento químico, que puede variar de método. La mayoría de los voluntarios —alrededor del 90%— son medicados con inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS), como Prozac, que disminuyen el deseo sexual. Estrictamente, no debería considerarse un método de castración, ya que el paciente aún puede tener relaciones sexuales.
Una minoría de los prisioneros fueron medicados con un antiandrógeno, que funciona como método de castración, ya que puede eliminar el deseo sexual y elimina la habilidad de tener una erección o de eyacular.
El proyecto tiene aval del Estado y del Ministerio de Justicia, que apoya "el uso de intervenciones farmacéuticas para abusadores sexuales de alto riesgo dadas las circunstancias de que pueden ser útiles para reducir el riesgo de algunos perpetradores".
Una de las conclusiones inferidas de la prueba en la prisión de Whatton fue que aquellos abusadores sexuales que no se someten al tratamiento son ocho veces más propensos a cometer delitos del mismo tipo luego de quedar libres. Dicho de otro modo, solo un 5% de los abusadores que se someten a la medicación vuelven a sus hábitos luego de quedar libres, comparado a un 40% de los que no tuvieron intervención médica.
Según el profesor Don Grubin, encargado del programa nacional de castración química, el tratamiento no sólo tiene efectos biológicos positivos, sino que sirve para preparar al paciente para una intervención psiquiátrica una vez que deja de ver al mundo desde una perspectiva enteramente sexual.
Un abusador de menores que se sometió al medicamento alabó sus resultados:
"Antes, no podía estar con una mujer sin tener algunos pensamientos, sentimientos o fantasías… Con la medicación, estoy completamente bien, los ha reducido y estoy más cómodo y confiado. Estaba haciendo todo lo posible para quedarme en prisión porque no confiaba en mí mismo afuera. Pero ahora eso es completamente lo opuesto", dijo.
No obstante, algunos destacan que el medicamento no puede ser completamente efectivo, ya que el abuso sexual no ocurre simplemente por un deseo corporal, sino por una compulsión más íntima de dominación y poder.
"El abuso sexual a veces no se trata de sexo, sino de violencia y dominación. Las drogas usadas no afectarán esas actitudes. Algunos hombres podrían recurrir a otros tipos de comportamientos abusivos si no pueden desempeñarse sexualmente", dijo Frances Crook de la Liga Howard por la Reforma Penal.
David Goldberg, condenado a 90 días de prisión por mirar pornografía infantil, opina que aunque la castración química puede ayudar a disminuir el deseo sexual, no cura las causas fundamentales de la enfermedad, que identifica como el odio personal y la adicción.
"La pedofilia es una aflicción; es una orientación sexual, pero también es una maldición… No es una decisión que uno toma, es algo que te domina".
Simon Bailey, un policía encargado de la división de protección a menores, admitió que la creciente amenaza de pedófilos en la sociedad ha sobrepasado la capacidad policial para controlar el problema. Dadas las circunstancias, es importante debatir si una dosis médica acompañada con un tratamiento terapéutico puede aliviar la situación.
La Agencia Nacional del Crimen estimó en 2015 que podría haber hasta 750.000 hombres interesados en abusar de menores, lo cual significa que en Gran Bretaña uno de cada 35 adultos podrían ser pedófilos. Otro estudio estima que más de medio millón de personas en el país ve porno infantil.
Algunos países que recurren a la castración química como tratamiento son Argentina, Portugal, Polonia y Moldavia.
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