Postales de la decadente Kragujevac, antigua gloria industrial de la ex Yugoslavia

Fue capital del país y cuna de la fabrica de armas y de los célebres automóviles Yugo. Hoy, apenas quedan rastros de ese pasado de esplendor y el desempleo ronda el 30 por ciento

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A Katarina no le gusta el alcohol, y eso no resultaría llamativo si no fuera porque está bebiendo su cuarto vaso de cerveza. Es que la cerveza es para ella una excepción, la bebe como si fuera agua y ni siquiera la considera bebida alcohólica. Con la mano que tiene libre le alcanza un plato a Danilo, su marido, que suspira y asiente a modo de agradecimiento. Él está flaco, muy flaco. Los 43 años le pesan como si fueran 70. Pero el tiempo que lleva desempleado no le quita el brillo de los ojos saltones ni esa sonrisa que por momentos queda suspendida en un aire melancólico. Lo despidieron hace casi dos años, trabajaba como ingeniero en las afueras de Kragujevac, y dice que aún lo llaman para pedirle consejo porque él sabe mucho más que cualquiera. Por eso también cree que no le costará encontrar trabajo. Aunque ya van casi dos años.

Kragujevac se encuentra cerca del centro geográfico de Serbia y sus 180 mil habitantes la convierten en la cuarta ciudad más grande del país. Alguna vez fue capital nacional y en tiempos de socialismo yugoslavo se consolidó como poderoso centro industrial a fuerza de producción automotriz y armamentística. Pero hoy es poco más que los vestigios de guerras, bombardeos y colapso económico; es el mejor paradigma de lo que ya no existe. Y Danilo no es el único desempleado.

Entrada principal al area industrial de Kragujevac, una construcción de la época de esplendor del siglo XIX
Entrada principal al area industrial de Kragujevac, una construcción de la época de esplendor del siglo XIX

Todo era futuro cuando la gran corte del príncipe Milosh Obrenovic y su prole hacía de esta ciudad la envidia de tantas otras. Kragujevac contaba para mediados del siglo XIX con la primera imprenta del país, el primer colegio secundario y hasta el primer parlamento nacional, donde fue proclamada la primera Constitución en 1835. El más perdurable vestigio de aquel período de gloria es la bandera. No, no la bandera tricolor de Serbia ni su águila bicéfala. Zastava significa "bandera" en serbio y desde su fundación en 1853 se convirtió en la nave insignia de la industria nacional. Entonces era tan sólo una pequeña fábrica de cañones y rifles, pero pronto comenzó también a producir camiones.

Pasada la Segunda Guerra Mundial, Fiat aportó asistencia para que Zastava fabricara los primeros coches yugoslavos y en 1981 nació la joya de la corona: un auto minúsculo y de precio tan bajo que por entonces se comentaba que para doblarlo alcanzaba con llenarle el tanque de combustible. Se llamó Yugo 45 y fue el primero de una serie de modelos que invadieron los mercados de Europa oriental y de algunos países de occidente. No era un vehículo fuerte, lindo o cómodo, ni siquiera confiable, pero los pequeños y cuadraditos Yugo hasta lograron cruzar el atlántico y se vendieron en Estados Unidos. En esos días eran decenas de miles los trabajadores que entraban todas las mañanas a los enormes galpones en Kragujevac y por las calles de la ciudad sonaban máquinas y las aceras olían a hierro. Los novísimos neumáticos marcaban el camino de un desarrollo apenas soñable en el que a nadie le faltaban los dinares en el bolsillo. Y el canto de los motores era como de canción de cuna para los oídos locales.

El Yugo 45, orgullo automotriz de la ex Yugoslavia que wera fabricado en Kragujevac
El Yugo 45, orgullo automotriz de la ex Yugoslavia que wera fabricado en Kragujevac

Pero el sueño no duró. Hoy muchos de los enormes galpones están vacíos. La luz que se filtra por los ventanales rotos ilumina escombros y a una agresiva perra que cuida de sus cachorros. Ladra y el sonido choca contra las paredes cubiertas de grafittis. Telarañas envuelven viejas columnas de madera. Parte del techo ha colapsado, algunos muros también. Las palomas rebotan entre las vigas, y sólo algunas respiran. Botellas de cerveza por doquier son los restos de alguna fiesta a la que no todos fueron invitados. Alguna vez estos amplios espacios albergaron a más de 40 mil trabajadores, pero ahora sólo albergan a algunos canes, ratas e insectos. Todavía quedan las marcas negras de las cenizas y el humo. No hay puertas, no hay vigilancia, no hay protección, no hay nada más que años de abandono y el olor de algo putrefacto. El olor de la guerra.

La abandonada zona industrial de Kragujevac, hoy. (Fotos: Ignacio Hutin)
La abandonada zona industrial de Kragujevac, hoy. (Fotos: Ignacio Hutin)
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Los tempranos años 90 trajeron consigo la caída de Yugoslavia y la guerra entre las repúblicas que la conformaban. Tanta muerte y destrucción hicieron caer estrepitosamente las ventas de vehículos, y el resto lo lograron las sanciones comerciales impuestas por la comunidad internacional. Entre 1992 y 1995 los pequeños Yugo no pudieron exportarse. Pero el final de la guerra fue casi el comienzo de una nueva, porque en 1998 comenzó el conflicto en Kosovo y al año siguiente todo el país fue bombardeado por la OTAN, incluyendo la fábrica en Kragujevac.
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Las plantas de Zastava Automóviles y Zastava Armas, por entonces parte del mismo conglomerado industrial, fueron seriamente afectadas durante los bombardeos del 9 y 12 de abril de 1999. Luego del primer ataque los trabajadores lanzaron un comunicado explicando que muchos civiles se habían refugiado en la fábrica creyendo que allí estarían más seguros que en sus casas. No fue así. No sólo buscaban proteger sus vidas y las de sus familiares, también buscaban proteger su fuente de trabajo. Zastava era el pan de Kragujevac. El comunicado hablaba de cientos de civiles heridos, de destrucción, de la ciudad entera sin energía eléctrica, de caos y miedo. Pero eso no alcanzó para evitar un segundo ataque. Luego no quedaron más que hierros retorcidos, cenizas, humo y demasiadas personas en la calle: casi cien mil personas directa o indirectamente relacionadas con Zastava se habían quedado sin trabajo. "Había humo y un olor horrible en todo la ciudad. Pero el problema más grande no fue la destrucción material de la planta", recuerda Danilo, "el problema es que nos quitaron el mercado con sanciones comerciales. Y cuando Kragujevac comenzaba a levantarse nos golpeó la crisis económica mundial". La otrora capital industrial de los Balcanes llegó a rozar el 40% de desempleo. Hoy ronda el 30 por ciento.
Un Yugo, abandonado en la zona industrial
Un Yugo, abandonado en la zona industrial

Nueve años después de las sirenas y las bombas, el Estado serbio vendió dos tercios de las acciones de Zastava Automóviles a Fiat y los nuevos coches volvieron a salir de la fábrica en Kragujevac. Dusan es un arquitecto que terminó el colegio por esos días de 2008 en que el futuro prometía un buen empleo en las plantas industriales para jóvenes como él. "Al principio, los primeros 2 años, la fábrica funcionó bien, la gente estaba relativamente satisfecha. Pero hoy ya no es así", cuenta. La nueva empresa no cumplió con las enormes expectativas que había despertado y la modernización de los procesos productivos significó que los trabajadores contratados serían muchos menos. A eso se le sumó la crisis económica en toda la región, especialmente en la cercana Grecia. Dusan forma parte de una generación que vio las nuevas inversiones en Zastava con una esperanza rápidamente desintegrada: "Nuestro país invirtió mucho en la fábrica y a cambio tan sólo obtuvo mayor desempleo. Hay mucha corrupción y sólo te contratan si tienes contactos o si formas parte del partido gobernante. Por eso muchos jóvenes se están yendo de Kragujevac en busca de mejores condiciones de vida".

Danilo no es tan joven y no se va. Acaba de salir de una entrevista de trabajo en Zastava Armas, está satisfecho y cree que esta será finalmente su oportunidad. Sonríe, se ve optimista, camina a paso firme y seguro sin prestar mayor atención a los galpones tan mugrientos y ruinosos. No mira hacia atrás, no piensa en el humo, el fuego o el abandono. No piensa en las botellas de cerveza por doquier que son restos de alguna fiesta a la que no todos fueron invitados. Pero piensa en cerveza. Piensa que a Katarina seguro le gustará que compre una de camino a casa. Esta noche habrá un buen motivo para brindar.

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