Trappist-1: lo más importante que hay que saber sobre el nuevo sistema solar descubierto

Certezas y preguntas sobre el mayor hallazgo de la astronomía moderna

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(NASA/JPL-Caltech handout illustration)
(NASA/JPL-Caltech handout illustration)

El anuncio de un sistema solar con siete planetas similares a la Tierra es el primer descubrimiento de esas características. Aun si no se halla vida en estos ámbitos con atmósfera y agua, Trappist-1 dará a los científicos una perspectiva sin precedentes sobre cómo se forman los sistemas solares. Pero todavía es prematuro lanzarse a preparar maletas y provisiones para conocer esta zona habitable de la constelación de Acuario. Entre otras razones, Sarah Kaplan argumentó en The Washington Post

Trappist-1 se halla a 39 años luz.

Esa distancia puede ser nada en la extensión del universo, pero aunque se contara con una nave capaz de moverse a la velocidad de la luz, la travesía duraría casi cuatro décadas… Habría que acumular realmente muchos días de vacaciones.

La estrella es débil

Trappist-1 es una estrella enana ultrafría, diez veces más pequeña y 2,5 veces más fría que el Sol. A tal punto es diferente que resulta más comparable con un planeta como Júpiter que con una estrella como el Sol. Eso implica que aunque los planetas tengan similitudes con la Tierra, el sistema es muy distinto. Resulta difícil especular sobre la probabilidad de vida allí.

Un sistema muy apretado

Los planetas giran en órbitas muy apretadas alrededor de su sol, tan apretada que el sistema entero apenas mide más que la distancia entre el Sol y Mercurio. Eso es necesario para conservar el calor, dada la debilidad de la luz de la estrella, pero también los pone en peligro: las erupciones solares podrían dañar sus atmósferas, si las tuvieran; la radiación podría atentar contra la vida.

De una cara es de día, de otra cara es de noche

Por esa proximidad entre los planetas y entre ellos y la estrella, los astrónomos creen que completan sus órbitas en una sola rotación sobre su eje, como la Luna con respecto a la Tierra. Es decir que siempre muestran una misma cara hacia Trappist-1, que constantemente recibe el calor de la estrella, mientras que la otra vive en la oscuridad perpetua. Eso podría marcar diferencias de temperatura capaces de generar vientos fortísimos, o que la mitad de cada planeta arda mientras la otra mitad se congela.

(NASA/JPL-Caltech handout illustration)
(NASA/JPL-Caltech handout illustration)

No se pueden ver los planetas de manera directa

También esa proximidad entre los planetas impide que la tecnología actual permita verlos directamente: es imposible distinguirlos en el brillo de la estrella. Por eso los científicos que los identificaron utilizaron un método indirecto: tras verificar 34 tránsitos de cuerpos frente a la estrella, establecieron las órbitas de los siete planetas.

El hecho de que algunos planetas estén en una zona habitable no los hace habitables en sí, y mucho menos habitados

Para los astrónomos, el concepto de zona habitable se limita al rango de órbita de un planeta alrededor de una estrella por el cual la temperatura permitiría la existencia de agua en estado líquido. Pero eso es teórico, y el agua puede tener efectos negativos, como gases del calentamiento global. Y la habitabilidad requiere más que agua y luz: se ha especulado que Marte una vez tuvo agua, pero perdió su atmósfera y se convirtió en el desierto que hoy es. También se sabe que campos magnéticos de gran fuerza son condición para la vida en la superficie de un planeta, porque la protege de la radiación y los vientos solares.

Con todo, los planetas son un hallazgo fascinante

"Hay otros mundos ahí fuera, como la Tierra, que tienen algunas cosas en común y que podemos imaginarnos", dijo el integrante de la NASA Thomas Zurbuchen. "La pregunta '¿Estamos solos ahí fuera?' se está respondiendo ahora mismo".

Hay 100.000 millones de estrellas en la galaxia y se cree que alrededor del 15% de ellas son enanas ultrafrías como Trappist-1. Aun si una fracción de ellas tuviera un sistema planetario, y una fracción de ellos estuviera en una zona habitable, potencialmente habría millones de mundos por explorar. "El hallazgo nos hace suponer que la cuestión no es si, sino cuándo, se encontrará una segunda Tierra", agregó Zurbuchen.

A unos 40 años luz de la Tierra, un planeta llamado Trappist-1e presenta una vista conmovedora: objetos que brillan en un cielo rojo, en movimiento como versiones más grandes y más pequeñas de la Luna. Pero no son satélites: son otros planetas con mucho en común con la Tierra, en un sistema planetario distinto. Estos siete mundos rocosos giran alrededor de esa estrella roja. Cualquiera podría tener agua en estado líquido, pero el planeta que aquí se muestra, el cuarto desde la estrella Trappist-1, se halla en la zona habitable, donde es más probable que se la detecte (NASA)
A unos 40 años luz de la Tierra, un planeta llamado Trappist-1e presenta una vista conmovedora: objetos que brillan en un cielo rojo, en movimiento como versiones más grandes y más pequeñas de la Luna. Pero no son satélites: son otros planetas con mucho en común con la Tierra, en un sistema planetario distinto. Estos siete mundos rocosos giran alrededor de esa estrella roja. Cualquiera podría tener agua en estado líquido, pero el planeta que aquí se muestra, el cuarto desde la estrella Trappist-1, se halla en la zona habitable, donde es más probable que se la detecte (NASA)

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Con información de The Washington Post

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