El grupo estaba compuesto por cinco mujeres y tres hombres de entre 30 y 50 años. Entraron al metro de Pekín desprendiendo un olor muy fuerte que llamó la atención de los otros pasajeros.
Luego se pusieron en ronda y empezaron a beber un líquido blanco. Era una especie extraña de veneno. De a poco fueron sintiéndose mal. Hacían gestos de dolor y se retorcían. Uno a uno fueron cayendo al suelo.
La Policía ingresó al tren en la estación Tiananmen Oeste. Los llevaron al hospital inmediatamente.
Cuatro de las víctimas recobraron la conciencia y evolucionan de buena manera. Las otras cuatro, en cambio, tienen un grado de envenenamiento mayor y se encuentran en estado crítico.
Según comentaron los que ya despertaron, los ocho habían sido víctimas del mismo fraude financiero, que los dejó sin nada y endeudados. Por eso tomaron esa decisión tan drástica, para enviar un mensaje.
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