Las rayas azules y grises llamaron inmediatamente su atención. "Supe exactamente lo que era, aun antes de ver los números (84.679 en el pecho)", dijo Jillian Eisman. Ella veía los artículos de un armario buscando buenos precios durante una venta en Long Island (Nueva York) cuando reconoció de inmediato el símbolo de horror y odio: un abrigo usado por un prisionero del campo de concentración en Dachau durante la Segunda Guerra Mundial.
La mujer compró la prenda por apenas dos dólares sin que los anteriores dueños sepan de su historia, pero con un destino en mente. Poco después, obsequió su hallazgo al Centro Kupferberg del Holocausto, cuyos curadores no sólo exhibieron la prenda, sino también descubrieron la historia de la persona que la usó: un adolescente obligado a fabricar municiones para los alemanes, que pasó cuatro años en un campo de concentración y luego llegó a los Estados Unidos.
La trágica experiencia marcó la vida de Benzion Peresecki, quien después se cambió el nombre a Ben Peres y se recluyó al silencio. Nunca les contó mucho a sus hijos sobre Dachau ni que había guardado ese abrigo.
Sin embargo, su historia es contada en la exhibición "Una camisa de Dachau: la búsqueda de un sobreviviente de justicia, identidad y un hogar" con bastantes detalles, gracias a los números de serie y los cuidadosos registros que él guardó y que su hija encontró luego de que él falleciera.
Los historiadores explican que abrigos como el que guardó Peres son muy raros, ya que la mayoría de las prendas que los prisioneros de los campos de concentración usaron fueron quemados para evitar la propagación de piojos y otras posibles enfermedades. Además, la mayoría de los prisioneros no querían guardar recuerdos de su horrible sufrimiento.
Zullo dijo que quedó "atónita" cuando escuchó que el abrigo fue hallado en un armario en la casa donde había crecido. "Ni siquiera lo revisé antes de que se vendiera", dijo. "¿Cuáles son las probabilidades de que alguien lo encontrara, reconociera lo que es y luego lo donara a donde debería de estar?".
Por su parte, Eisman, cuyo hermano de 24 años, Joshua Birnbaum, murió en los ataques del 11 de septiembre, dijo creer que todo ocurre por alguna razón. "Hay una razón por la que yo tenía que estar en esa casa… Hay una razón por la que yo era amiga de alguien que trabajaba en un museo del Holocausto. ¿Cuáles son las probabilidades de eso? Es difícil decir que todo sea coincidencia".
(Con información de AP)
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