El testimonio de una joven de 29 años sobre un episodio sufrido cuando era apenas una niña se ha sumado a otros casos y ha empujado a abrir una investigación judicial sobre la congregación de los Testigos de Jehová española, según informó el diario El Periódico.
Noelia tenía 8 años cuando fue a la casa de sus vecinos a mostrarles unos patines a las niñas de la casa. Sin embargo, sus amigas no estaban y la menor quedó a solas con el abuelo de estas, identificado como J. O.
Según el relato, el hombre agarró a la pequeña y la llevó hasta el recibidor. La situó frente a un espejo grande y se colocó detrás y se agachó hasta situar su cara junto a la de ella. Seguidamente, le bajó los pantalones y la ropa hasta los tobillos, le separó las piernas y le introdujo violentamente los dedos en la vagina. Ella intentó cerrar las piernas, pero el hombre se las abrió de nuevo por la fuerza. Mientras duró el episodio, el pederasta le lamía la cara y se miraba en el espejo mientras lo hacía.
“Me hizo mucho daño, pero lo que vino después fue mucho peor”
"Me hizo mucho daño, pero lo que vino después fue mucho peor", dice ahora Noelia, al recordar el suceso que le cambió la vida en 1994. Toda su familia formaba parte de la congregación Nordeste de Barcelona, por lo que, tras ser agredida por su vecino, un miembro destacado de los Testigos de Jehová, ella le contó a su madre, también miembro de la organización religiosa, lo ocurrido. Esta buscó al pederasta, que admitió parcialmente los hechos. Poco después, la madre informó a los ancianos –nombre que reciben los líderes de cada congregación–. Entonces, el agresor dijo que la niña exageraba, porque sólo habían sido "dos palmadas en el culo".
Con apenas 8 años, la niña fue sometida a una especie de "tribunal" de ancianos que le dijeron que si contaba a alguien lo sucedido, Jehová dejaría de quererla y se quedaría "sin paraíso". A su madre, que puso al corriente de los abusos a la abuela, también la intimidaron. Fueron unas "coacciones brutales", afirma ahora.
Así, pasaron los meses. En lugar de avisar a la Policía, los ancianos sometieron a Noelia a cuatro interrogatorios en un despacho del salón del reino de la congregación. En todos ellos, la pequeña reiteró su versión de lo que había ocurrido. Los ancianos, sin embargo, siguiendo la normativa interna que sólo permite condenar el abuso de un menor cuando éste ha ocurrido a la vista de dos testimonios distintos, siguieron dudando.
Hubo un quinto encuentro, en casa de uno de los ancianos. La pequeña estaba sentada con su madre a un lado y su padre en el lado opuesto. Enfrente tenía al violador y, tras él, a los cinco 'jueces' que la empujaban a verbalizar los abusos delante del agresor. Todo cuanto pudo hacer fue llorar.
Secuelas
"Me sentí completamente sola, abandonada; antepusieron su religión a mí", recuerda Noelia. Con 9 años empezó a tener pesadillas y ataques de ansiedad y a perder el pelo. Con el paso de los años, se consumó su fracaso escolar, su salud empeoró, desarrolló la enfermedad de Crohn e intentó suicidarse a los 19 años. Durante este proceso de deterioro, la congregación le prohibió acudir a un psicólogo.
“Me sentí completamente sola, abandonada; antepusieron su religión a mí”
Ahora, la Guardia Civil ha iniciado una investigación tras recibir la denuncia de Noelia y también la de Israel Flórez, otra víctima de Toledo, que actualmente tiene 43 años. Ambas querellas describen casos de abusos sexuales a menores y su posterior ocultamiento por parte de la organización Testigos Cristianos de Jehová, la marca española de una confesión internacional que cuenta con ocho millones y medio de fieles en todo el mundo y más de 100.000 en España.
La denuncia de Noelia ya ha llegado al juzgado de instrucción número 33 de Barcelona, que estudia ahora si los delitos cometidos tanto por el presunto pederasta denunciado como por su congregación han prescrito.