14 personas murieron y otras setenta resultaron heridas en un atentado con bomba el viernes por la noche en un mercado de Davao, la mayor ciudad del sur de Filipinas, según las autoridades.
El presidente Rodrigo Duterte, originario de ese poblado, se refugió en una estación de policía ante el desconcierto generalizado.
Duterte forma parte de la campaña en la que está sumergido el país después de que, tras ganar las elecciones en mayo, lanzara una llamada a sus conciudadanos: "Si conocen a algún drogadicto, mátenlo ustedes mismos, ya que sería demasiado doloroso pedir que lo hagan sus padres".
La explosión se produjo poco antes de las 23:00, hora local, (15:00 GMT) en un concurrido mercado donde la gente cenaba, cerca de un hotel muy frecuentado por turistas y empresarios, que no se vio afectado.
"Hemos encontrado esquirlas procedentes de un artefacto explosivo casero", declaró un vocero de la presidencia, Martin Andanar, a la radio DZMM. Andanar apuntó que tras el atentado podían encontrarse traficantes de drogas en venganza por la guerra contra el crimen lanzado por Duterte o insurgentes islamistas. En el pasado, Davao ha sido escenario de atentados mortales cometidos por insurgente islamistas o rebeldes comunistas.
"Hay mucha gente enfadada con nuestro presidente y nuestro gobierno", señaló el vocero. "No excluimos que se trate de ellos, pero aún es demasiado pronto para especular.
Otro vocero, Ernesto Abella, confirmó la muerte de 12 personas y señaló que había más de 30 heridas.
"La fuerza (de la explosión) me impulsó. Prácticamente volé por los aires", aseguró Adrian Abilanosa, quien habría perdido a un primo en el atentado, según dijo a la AFP.
Estados Unidos expresó en un comunicado difundido poco después sus condolencias por las víctimas del atentado.