Virginia Hill: la historia de la Reina de la Mafia que conquistó México y sirvió para la mafia siciliana

Hill era originaria de Estados Unidos y llegó a México durante la primera mitad del siglo pasado; estuvo involucrada con personalidades de la mafia internacional como Al Capone

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Virginia Hill nació en el
Virginia Hill nació en el seno de una familia pobre.

En México, han existido grandes capos de la mafia que han logrado amasar grandes fortunas gracias a sus negocios ilegales y a su red de contactos con personajes de la política, que les han permitido moverse a su antojo. Esto no es nuevo, pues desde hace muchos años existe esta complicidad.

Prueba de ello es Virginia Hill, una mujer estadounidense que fue conocida como La Reina de la Mafia, quien en la primera mitad del siglo pasado logró tener el control de la mafia extranjera en México, y logró tener contacto con importantes personalidades que le permitieron mover como quiso el tráfico de drogas.

Virginia Hill nació el 26 de agosto de 1916, en el pueblo de Lipscomb de Alabama, en el contexto de una familia pobre con 10 hijos y un padre golpeador y alcohólico. Siendo niña, Virginia amenazó a su padre con un cuchillo luego de que golpeara a su madre, como acostumbraba. Le dijo que, si volvía a tocarla, lo mataría cuando estuviera dormido. Poco tiempo después, el padre se fue de la casa y años después, su madre también la abandonó para cuidar a sus otros hijos.

Tras esto, Virginia se mudó sola a Chicago, donde trabajó en el restaurante favorito de Al Capone y sus socios, como mesera. La belleza de Virginia los cautivó y se convirtió en prostituta, la favorita de ese grupo de mafiosos. Años más tarde, Virginia se convirtió en apostadora profesional, experta en lavado de dinero y mensajera entre las dos grandes “familias”: la de Al Capone y la de Lucky Luciano. En ese momento ya era conocida con un sobrenombre: La Reina de la Mafia.

Conoció a Al Capone en
Conoció a Al Capone en un restaurante en el que trabajó como mesera.

A finales de la década de los años 30 Joe Epstein, temido gangster de la mafia italiana, envió a Virginia Hill a México con una maleta llena de dinero para que hiciera tratos con altos funcionarios y políticos mexicanos y dejaran pasar droga al territorio azteca. Fue en esos años que conoció al hombre que se convertiría en su gran amor: Bugsy Siegel. Pero su vida corrió peligro cuando se corrió el rumor de que la pareja desviaba dinero de la mafia para la construcción del Hotel Flamingo, a cuentas personales. En una ocasión, Virginia peleó con Siegel y se fue a París. Cuatro días más tarde, Siegel fue asesinado, y al enterarse Virginia, intentó suicidarse pero sobrevivió.

Desesperada, viajó a Sicilia a ver a Luciano y pedirle perdón de su vida. El mafioso la perdonó y le dio una nueva tarea. Corría el año de 1946, había decidido hacer crecer su red de crimen organizado en México y ella sería la encargada de ello.

Mayer Lansky le asignó a Virginia Hill una partida especial de dinero, pues se encontraba edificando alianzas con ricos empresarios que realizarían grandes inversiones en los nuevos proyectos de casinos. El 20 de julio de 1948 Hill llegó a México con su maleta repleta de dólares, para hospedarse en el Hotel Reforma del entonces Distrito Federal (DF). Virginia comenzó a organizar fiestas para tejer las redes de contactos. Al poco tiempo estableció la red de narcotráfico y corrupción más importante de Latinoamérica.

El Bar Ciros, ubicado en el mismo hotel donde se hospedaba Virginia, y en donde tocaban las mejores orquestas traídas desde Los Ángeles, era el centro nocturno más concurrido por las élites de la capital mexicana. Desde su inauguración asistían, con frecuencia, políticos, artistas, banqueros y periodistas, así como una gran cantidad de personajes extranjeros.

A su llegada a la
A su llegada a la Ciudad de México, se instaló en el Hotel Reforma, en donde organizaba fiestas en el bar Ciros, al que acudían personalidades como Frida Kahlo y Orson Welles.

En el Ciros era posible encontrarse a personalidades de la talla de Rita Hayworth, Orson Welles, Kirk Douglas, que se entremezclaban con Agustín Lara, Diego Rivera y Frida Kahlo. Desde su llegada al Hotel Reforma, Virginia Hill se convirtió en otra atracción más del Ciros.

Hill volvió a contactar a su viejo amigo y amante, el militar mexicano, originario de Veracruz, Luis Amezcua, quien ahora le abría la puerta de Los Pinos, la residencia presidencial en México. Amezcua ya había ascendido a Capitán y formaba parte del Estado Mayor Presidencial. Él, junto con el empresario Blumenthal y el coronel Carlos Serrano, quien era titular de la Dirección Federal de Seguridad, formaron, junto con Virginia Hill, la red que abastecería de drogas a la Cosa Nostra Americana.

Una columna periodística llamó la atención del FBI en Estados Unidos hacia México. A finales de 1948 Virginia Hill es arrestada por una célula del FBI. Cuando la detienen, Virginia Hill dijo: “Estas son mis últimas palabras para ustedes. Estoy cansada de su maldita persecución. Deseo con todo el corazón no volver a poner los pies en su llamado “mundo libre”. Ustedes saben bien como yo que no les debo nada. Si acaso, ustedes me deben algo. Y si todavía buscan gángsters, por qué no empiezan desde lo alto de la Casa Blanca hacia abajo. Pónganlos a todos ellos en la cárcel y este mundo estará mejor. Así que pueden irse al infierno ustedes y todo el gobierno de los Estados Unidos.”

Virginia logró no quedar presa y se fue a Europa a radicar los últimos años de su vida. Murió el 24 de marzo de 1966, a los 49 años, en Austria por una sobredosis, aunque se cree que detrás de su muerte estuvo la mafia para la que alguna vez había servido.

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