Desapareció el sábado 5 de marzo. Lo último que le dijo a sus familiares fue que lo habían enviado de comisión a la Ciudad de México y que se reportaría con ellos más tarde, pero esa fue la última vez que supieron de él.
El efectivo de la Secretaría de Marina (Semar), Victoriano Rodríguez Zurita, había estado destacado en Puerto Peñasco, Sonora, hasta que en octubre de 2021 se le asignó una nueva comisión en Acapulco, Guerrero.
Rodríguez Zurita no volvió a reportarse con su familia ni el sábado ni el domingo siguientes a esa última llamada. Tampoco los contactó el lunes. Algo inusual en él, pues diario trataba de estar en contacto son los suyos.
Sus seres queridos vivieron los días siguientes en la total incertidumbre. Cada vez que le llamaban, el teléfono de Victoriano los mandaba al buzón de voz. Fue hasta el jueves 10 de marzo cuando, desde un número desconocido, les llamaron —supuestamente— desde la Secretaría de Seguridad Pública del municipio de Acapulco.
Los familiares preguntaron inmediatamente por Victoriano. La voz al otro lado del teléfono les explicó que desde el fin de semana anterior desconocían su paradero en la secretaría y que la última vez que se supo de él fue cuando estaba escoltando a un funcionario público.
Ni el marino que lo acompañaba, ni las armas que ambos tenían consigo, ni la camioneta que se les había asignado para comisión, habían aparecido. Un hombre que se identificó como el secretario de Seguridad del puerto les pidió a los familiares que viajaran a Acapulco para levantar una denuncia por desaparición.
Sin embargo, aunque el capitán les pareció sincero, pues les dijo que se sentía responsable por el destino de sus hombres, la familia desconfió de la autenticidad de la llamada y se negó a viajar a Acapulco. En su lugar, negociaron que el reporte por desaparición fuera levantado en Ciudad de México, el último lugar desde donde había tenido contacto con ellos Rodríguez Zurita.
Tuvo que pasar más de un mes y medio para que los parientes, luego de interponer un amparo, supieran que Victoriano había sido asignado como escolta del senador de Movimiento Regeneración Nacional (Morena), José Narro Céspedes.
Más tarde se filtró el informe que el secretario de Seguridad del puerto, Maximiliano Serrano Pérez, presentó ante las autoridades de la Semar. Ahí indicó que la presidenta municipal constitucional de Acapulco, Abelina López Rodríguez, le había pedido por teléfono que le enviara dos escoltas armados a Narro Céspedes para que lo acompañaran a un acto partidista en Ciudad de México.
Se sabe que los dos escoltas se presentaron con el senador, pero no se sabe qué ocurrió después. Según la versión del propio Narro, la última vez que los vio fue en un restaurante de Coyoacán. López Rodríguez, por su parte, negó haberlos solicitado como escoltas para Narro. Poco después el secretario Serrano Pérez presentó su renuncia al cargo.
La familia de unos de los marinos supo que el último lugar donde habían tenido actividad sus teléfonos fue en una zona boscosa cercana a Tres Marías, en el estado de Morelos. La fiscalía capitalina tardó en revisar las cámaras de Capufe del C4 y C5, y cuando lo hizo, ya no existía ninguna información sobre los días 5 y 6 de marzo. El teléfono de Victoriano continúa mandando a buzón de voz.
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