Joaquín “El Chapo” Guzmán aceptó ser extraditado a los Estados Unidos porque sus abogados le dijeron que la máxima pena que le impondrían en el país vecino sería de 15 años de cárcel como máximo.
Así lo reveló en su libro recién publicado por editorial Porrúa “Las Puertas del Infierno”, la psicóloga y criminóloga Mónica Ramírez Cano, quien tuvo la oportunidad de entrevistar al capo y realizar un análisis profundo de su comportamiento cuando estuvo preso en México.
“Joaquín, pero ¿estás seguro de que quieres que te extraditen?”, le preguntó al “Chapo” Guzmán días después de que éste se reuniera con autoridades norteamericanas para hablar sobre el tema de su extradición.
“Ya vinieron a leerme todo, parece que no tengo ninguna acusación directa; mi abogado me dijo que la máxima que me puede tocar es de 15 años, pero puede negociar a ocho; me tocarán así como mucho de ocho a 10 años de prisión”, reveló el ex líder del Cártel de Sinaloa.
Ramírez Cano, sorprendida por lo que le acababa de revelar Guzmán Loera, le volvió a preguntar: “Pero, Joaquín, ¿qué no fue esa la razón por la que te escapaste la primera vez?”.
“Ah, sí, y la segunda también... es que mis abogados me decían que iba terminar en una cárcel sin ver la luz el resto de mi vida, sin ver a mi familia, sin nada, oiga... pero de haber sabido no me escapo, fue un error haberme ido (...) pero ya como vi las cosas, dije sí me voy”, le explicó “El Chapo”.
Lo que Guzmán Loera no sabía en aquel momento es que esa decisión lo marcaría por el resto de su vida, pues no serían 15 años, sino una sentencia de cadena perpetua la que le impondrían en EEUU por 10 delitos relacionados con el tráfico de drogas y lavado de dinero tras un juicio que duró casi cuatro meses.
Los estragos psicológicos del “Chapo” a tres años de su sentencia
En la misiva, el narcotraficante mexicano al que se le recordará en el imaginario colectivo por su impacto mediático, sus fugas de prisiones de alta seguridad y su crueldad, señala que a tres años de su encierro en la prisión conocida como La Alcatraz de las Rocosas sufre depresión, hambre, trastornos del sueño, dolores de cabeza, pérdida de la memoria, calambres musculares y estrés.
El Chapo se quejó de que el trato que ahí recibe es “cruel e injusto”, además de que “ha sufrido mucho” porque le sirven poca comida y usualmente se queda con hambre. Guzmán, quien anteriormente escapó a través de un túnel de una prisión de máxima seguridad en México, dijo que ahora está bajo “revisiones constantes dentro de su celda, cámaras de vigilancia hasta en el sitio en donde conversa con sus defensores legales y un análisis minucioso de las cartas que ha escrito, son algunas de las medidas que toma el gobierno para evitar que se fugue”.
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