El primero de septiembre de 1939, luego de que Alemania invadiera Polonia, dio inicio a uno de los conflictos bélicos más sangrientos e importantes para la Historia Mundial: La Segunda Guerra Mundial.
Como consecuencia de este hecho, se calcula que murieron unas 55 millones de personas en todo el mundo. Se calcula que Estados Unidos, en batalla, tuvo 292 mil 129 bajas y 139 mil 709 desaparecidos en acción. Por su parte, la Unión Soviética tuvo 8 millones 668 mil 400 bajas y 4 millones 559 mil desaparecidos. Alemania tuvo 2 millones 49 mil 872 bajas y un millón 902 mil 704 desaparecidos. China tuvo un millón 324 mil 516 bajas y 115 mil 248 desaparecidos, mientras Japón tuvo un millón 506 mil bajas y 810 mil desaparecidos. Gran Bretaña tuvo 397 mil 762 bajas y 90 mil 188 desaparecidos. Esta información, según el portal Enciclopedia del Holocausto, perteneciente al Museo Conmemorativo del Holocausto en los Estados Unidos.
Los países mencionados fueron los principales actores de la Segunda Guerra Mundial, que se llevó a cabo de 1939 a 1945, sin embargo, algunos otros países también participaron en el conflicto armado. Tal es el caso de México, quien tuvo una pequeña participación en la Segunda Guerra Mundial.
Y es que durante este evento histórico, al incautar México barcos de los países del Eje, conformado por Italia, Alemania y Japón, que se encontraban en aguas nacionales, y que ponían en riesgo la soberanía nacional, Alemania comenzó a mostrar cierta hostilidad hacia las embarcaciones mexicanas, que culminó con el hundimiento de dos barcos mexicanos: el Potrero del Llano y el Faja de Oro.
Ante dichos acontecimientos, y luego de realizar un balance de la situación y de evocar la actitud pacífica que caracterizaba a México, el presidente Manuel Ávila Camacho solicitó al Congreso de la Unión la declaración de estado de Guerra, argumentando que el hundimiento de las embarcaciones mexicanas, así como la clara actitud antifascista que nuestro país mantenía, y las protestas realizadas ante los abusos, invasiones y agresiones llevadas a cabo por los países del Eje, obligaba a México a tomar esta resolución.
Como consecuencia de ello, un día como hoy, 28 de mayo, pero del año 1842, la Cámara de Diputados aprobó por unanimidad el decreto mediante el cual se estableció que desde el 22 de mayo de 1942 los Estados Unidos Mexicanos se encontraban en estado de guerra.
Ante dicha declaración de guerra, el 8 de mayo de 1944 se anunció la participación directa de tropas mexicanas en las acciones bélicas por medio de la Fuerza Aérea Expedicionaria Mexicana, conformada por el Escuadrón 201, que fue destinado al frente del Pacífico para combatir a las fuerzas japonesas.
Posteriormente, el 16 de junio de ese mismo año, se pasó revista a los cerca de 300 hombres de la Fuerza Aérea Expedicionaria Mexicana en el Campo de Balbuena, y el 24 de julio el personal se trasladó a Estados Unidos de América para realizar adiestramiento avanzado con el propósito de crear una fuerza capaz de operar en forma independiente, empleando aviones de caza P-47 en las bases aéreas norteamericanas de Randolph Field y Greenville en Texas y Pocatello, Idaho.
El 29 de diciembre de 1944, el Senado de la República autorizó al Presidente de la República el envío de tropas a ultramar, decidiendo el gobierno de México que sus fuerzas participaran en la liberación de las Filipinas, debido a lazos históricos y culturales que unen a ambas naciones.
El 23 de febrero de 1945, en la base norteamericana de Majors Field, Texas, la Fuerza Aérea Expedicionaria Mexicana fue abanderada en ceremonia solemne por el General Francisco L. Urquizo, entonces Subsecretario de la Defensa Nacional, en representación del Presidente de la República. La Fuerza Aérea Expedicionaria Mexicana (Escuadrón 201) salió de San Francisco, California a bordo del buque “Fairisle” el martes 27 de marzo de 1945, con destino a Manila, Filipinas.
Tuvieron una destacada actuación, y tuvieron perdieron la vida cinco soldados mexicanos.
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