Las peluquerías (hoy conocidas como barberías) y estéticas son uno de los lugares visitados por los mexicanos para darle atención al cabello, hoy en día son consideradas unisex, y la más antigua de la Ciudad de México se llama Nueva York, tiene más de 90 años y se encuentra en República de Cuba número 73 en el Centro Histórico.
La Secretaría de Cultura de la CDMX la definió como: “Los sillones de piel, un lugar cálido e histórico, el rito de afeitar la barba con navaja y espuma caliente, cortes milímetros, la charla, crean un rito entrañable”. Entre los clientes que han pisado el lugar se encuentra el actor Eduardo Alcaraz y el expresidente de la República Mexicana Miguel Alemán Valdés.
Hoy en día se pueden observar más barberías por el regreso del cuidado específico de las barbas o el cabello de los hombres, por lo que la Nueva York sigue en pie realizando este procedimiento como se conocía años antes.
Con el tiempo en la Ciudad de México fueron naciendo las peluquerías y las estéticas unisex. De acuerdo con el texto La Ciudad que nos inventa de Héctor de Mauleón el cronista Miko Viya aseguró que la primera estética, la cual fue primero masculina, se estableció en Paseo de la Reforma en 1963 y se llamó Salón Gran Maxel, fue fundada por el estilista Jorge O’ Farril.
Mas tarde se convirtió también en una unisex y según el texto, fue muy bien recibida por los jóvenes de aquella época y se pensó que las peluquerías antiguas formarían parte de la nostalgia de la ciudad. De Mauleón citó al cronista Artemio de Valle-Arizpe para hablar sobre cómo era el trabajo de los barberos.
Los barberos además de realizar los cortes y darle forma o rasurar por completo la barba, eran expertos en sacar muelas, hacer sangrías, aplicar cataplasmas e incluso ayudaban a acomodar algunos huesos. “Los rapistas (peluqueros) de este tiempo, dice don Artemio, eran llamados flebotomianos y debían pasar arduos exámenes ante el Real Protomedicato”.
En el texto Los Flebotomianos y barberos: El oficio dental en México de Victoria Rocha Garfias se explicó que los flebotomianos y barberos fueron personajes altamente demandados, a pesar de ser descritos como sanguinarios, esto porque además de ir para tratar algún tema dental, también se enteraban de los acontecimientos importantes puesto que “eran los centros obligatorios de reunión e intercambio de ideas tanto políticas como chismosas y picarescas de la sociedad mexicana”.
El Real Tribunal del Protomedicato era una de las instituciones más emblemáticas del periodo virreinal y actuaba en beneficio de la salud pública. “Sus locales, verdaderas salas de tortura, contaban con una extensa variedad de tenazas y lancetas de hierro y era frecuente que del interior de estos establecimientos capilares surgieran voces, gritos, clamores e incontables clientes al borde de desmayo”, afirmó De Mauleón.
Los barberos flebotomianos eran los encargados de realizar las extracciones dentales a las personas que sufrían de dolores. Fue a principios del siglo XIX cuando empezaron a llegar a México dentistas franceses y norteamericanos que dieron a conocer esta profesión que antes en nuestro país era desconocida.
Fue en 1831 cuando desapareció el Protomedicato y los únicos que podían practicar cirugías eran los egresados de la Facultad Médica del Distrito. Por lo que los barberos se dedicaron solo al cuidado del cabello y barba, Héctor de Mauleón escribió: “Los barberos siguieron realizando otras formas de tortura. Algunas de ellas llegaron hasta nosotros, la más temible se llamó casquete corto”.
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