Cuál es el tianguis más antiguo de la Ciudad de México

El tianguis con más historia se ubica en el corazón de la CDMX y actualmente es uno de los más destacados y conocidos de la capital

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La etimología de la palabra tianguis proviene del náhuatl "tianquiz(tli)" que significa "mercado”. (Foto: CUARTOSCURO)
La etimología de la palabra tianguis proviene del náhuatl "tianquiz(tli)" que significa "mercado”. (Foto: CUARTOSCURO)

Los tianguis son esos espacios en los que las y los mexicanos pueden encontrar de todo: desde frutas y verduras, hasta animales, ropa, artículos de belleza y un largo etcétera, no obstante, muchas personas desconocen que estos espacios son herencia del México prehispánico.

A pesar de que la llegada de los españoles cambió notablemente las costumbres de la Ciudad, nunca pudieron erradicar del todo estos establecimientos, pues aparte de ser sitios llenos de todo tipo de variedades, eran centros económicos importantes para diversos grupos indígenas.

Aunque mucho se habla del mercado de Tlatelolco, uno de los lugares de comercio más importantes del México-Tenochtitlan, poco se dice acerca de los rincones que se instalaban en las calles de forma “irregular”. Los que destacaron fueron los puestos que se establecieron cerca de lo que pronto se convirtió en el mercado de la Merced y el que hoy es el tianguis más antiguo de la CDMX: el de la Lagunilla.

Imagen de un puesto del tianguis de la lagunilla a finales del siglo XIX. (Foto: Mediateca INAH)
Imagen de un puesto del tianguis de la lagunilla a finales del siglo XIX. (Foto: Mediateca INAH)

La historia de este lugar se remonta a la época precolombina, pues de acuerdo con la historiadora Beatriz Fernández era una las zonas a la que muchos indígenas acudían a “chacharear”, ya que desde esos tiempos se conseguían un sinfín de “antigüedades, pieles de animales, hierbas medicinales, plumas de aves y piezas de oro y cobre”.

Mucho de lo que ahí se vendía era parte de lo que llegaba para Tlatelolco, pues este era un punto estratégico (formado por lagos) que conectaba con aquel mercado, por tal motivo, el sitio se nutria de varios productos que traían los potchecas (comerciantes viajeros), quienes acudían a regiones lejanas como Honduras o partes del Caribe para traer artículos exclusivos que eran vendidos o intercambiados por cosas muy valiosas.

Muchos de los productos que se vendían en el mercado de Tlatelolco eran ofrecidos en la Lagunilla, pues el lugar era un punto estratégico que conectaba con el centro de comercio.  (Foto: INAH)
Muchos de los productos que se vendían en el mercado de Tlatelolco eran ofrecidos en la Lagunilla, pues el lugar era un punto estratégico que conectaba con el centro de comercio. (Foto: INAH)

Cabe destacar que la extensión del tianguis era limitada, pues en ese entonces las pocas localidades que se encontraban cerca estaban rodeada de cuerpos de agua y se “lidiaba mucho con el lodo que se formaba en algunas partes”.

Con el tiempo, los españoles comenzaron a “regular” este tipo de actividades y sacaban ventajas económicas que afectaban las ganancias de los vendedores, no obstante, los comercios lograron sobrevivir.

Debido al abandono de la zona por parte de las autoridades en diferentes momentos de la historia, la reubicación de los locales no se tuvo en cuenta de manera formal hasta el año 1904, cuando comenzó la construcción de un nuevo espacio para mejorar el aspecto de la capital. Fue parte de los diversos proyectos de “progreso” de Porfirio Díaz.

Durante mucho tiempo el tianguis de la Lagunilla fue el lugar preferido de muchos mexicanos para encontrar todo tipo de curiosidades. (Foto: Mediateca INAH)
Durante mucho tiempo el tianguis de la Lagunilla fue el lugar preferido de muchos mexicanos para encontrar todo tipo de curiosidades. (Foto: Mediateca INAH)
Gracias a la construcción del mercado distintos comerciantes pudieron reubicar sus locales y tener mejores condiciones económicas. (Foto: Mediateca INAH)
Gracias a la construcción del mercado distintos comerciantes pudieron reubicar sus locales y tener mejores condiciones económicas. (Foto: Mediateca INAH)

El 14 de septiembre de 1905 se inauguró el mercado de la Lagunilla, el cual fue construido por Ernesto Canseco. El Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) detalla que uno de los fines de esta obra fue que los habitantes de la colonia contaran con una central de abasto que pudiera beneficiar a “otras lugares aledaños como la Guerrero o la Santa María la Ribera”.

A mediados de los años 50 se volvió a reestructurar el acomodo del lugar y se inauguraron nuevas partes del mercado, además se brindó apoyo a los emprendedores de ahí y de Tepito.

Fotografía tomada en el año 1952. (Foto: Mediateca INAH)
Fotografía tomada en el año 1952. (Foto: Mediateca INAH)

Aunque el mercado fue una gran herramienta para dar un mejor lugar a los vendedores, los asentamientos de locales irregulares no se detuvieron, al contrario, se fueron multiplicando y comenzó un “auge de todo tipo de artefactos como muebles, ropa y zapatos usados, así como aparatos electrónicos, cacerolas y curiosidades”.

Hoy en día varios de los puestos de este ancestral tianguis sobreviven y siguen dando identidad a las calles de la Lagunilla. Cientos de turistas y chilangos se aventuran cada domingo a buscar todo tipo piezas extrañas y conocidas. No cabe duda que dar un paseo por el lugar no sólo es una forma de apoyar a la economía local, también es una manera de conocer la historia del país.

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