Violencia vicaria: el duelo de las madres por sus hijas e hijos vivos

*Por José Narro Céspedes

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Vicaria viene del latin vicarius y significa: que tiene la veces, poder y facultades de otra persona o la sustituye. (Foto: Archivo)
Vicaria viene del latin vicarius y significa: que tiene la veces, poder y facultades de otra persona o la sustituye. (Foto: Archivo)

Durante los últimos meses he tenido la oportunidad de sensibilizarme en un tema que no debería de existir, en una violencia considerada una de las más crueles para las mujeres y madres; a través de la cual viven un duelo por sus hijas e hijos vivos. Pasan cada minuto de cada día pensando y preguntándose si volverán a ver a sus hijos e hijas; pierden la estabilidad física y emocional y viven un dolor que ha sido silenciado y normalizado por la misma sociedad durante décadas.

Esta es la violencia vicaria, aquella con la que se busca violentar, controlar, someter y lastimar a la mamá a través de lo más preciado; sus hijas e hijos. Después de haber sufrido y sobrevivido ciertas violencias por parte del papá de sus hijos e hijas, las mujeres deciden romper con este ciclo con la finalidad de protegerse a ellas mismas y a sus hijas e hijos, sin saber que realmente está empezando la peor de todas las violencias.

Una vez rota la relación de pareja, el hombre se empeña en seguir causando daño. Como ya no tiene a la mamá de sus hijas e hijos a su alcance para continuar con esta agresión de manera directa pierde ese “poder” que ejercía sobre ella y llega a un nuevo nivel de violencia usando a sus propios hijos e hijas teniéndolos rehenes psicológica y físicamente para asegurarse de que la mamá sufra un dolor del cual será muy difícil reponerse.

Vicaria, qué viene del latin vicarius, significa: qué tiene la veces, poder y facultades de otra persona o la sustituye. En esta violencia, la víctima principal es la mamá, el hombre usa a los hijos e hijas por sustitución para causar lo que muchas madres refieren a ser una “muerte en vida”.

Los papás se llevan a los niños y niñas aprovechando los días de convivencia o a través de un acto de violencia con personas armadas.(FOTO: ANDREA MURCIA /CUARTOSCURO.COM)
Los papás se llevan a los niños y niñas aprovechando los días de convivencia o a través de un acto de violencia con personas armadas.(FOTO: ANDREA MURCIA /CUARTOSCURO.COM)

Estamos viviendo una crisis y problema social grande que se ha salido de las manos de las autoridades por completo. El problema ya está detectado, analizado y sustentado y está creciendo. Está fuera de control, es una situación que empieza y es planeada por parte de los agresores, se alimenta de abogados que lucran con el dolor de los niños, niñas y adolescentes, crece con la ayuda de las instituciones y evoluciona a ser un problema que causa un daño en muchos casos irreversible e irreparable para las madres y sus hijas e hijos.

Los niños, niñas y adolescentes son violentados psicológicamente y manipulados para crear una falsa realidad acerca de sus mamás, una realidad en dónde sus mamás son las malas, las agresoras y las violentas. Son engañados para pensar que fueron abandonados o que no son importantes para ellas. Son llevados a tal extremo de daño psicológico, que para sobrevivir a este trauma tienen que levantar las pocas defensas mentales que han adquirido a su corta edad y “empatizar” con el agresor (su papá) para poder sobrevivir. Acatando todas las órdenes, diciendo todas las mentiras que se necesiten y son forzados a hablar siempre en contra de la persona más importante en sus vidas.

Después de esta manipulación llega la sustracción, retención y ocultamiento de menores. Los papás se llevan a los niños y niñas aprovechando los días de convivencia o a través de un acto de violencia con personas armadas y peligrosas, tal cual como si fuera un secuestro. Las mamás son impedidas en su totalidad de verlos, se ven inmediatamente involucradas en procesos penales y familiares sin fin para tratar de recuperar lo más importante que les fue robado injustamente.

La violencia institucional que viven las víctimas de violencia vicaria es inaudito, bajo la misma sociedad patriarcal en el que nos encontramos vemos como muchas de ellas son invisibilizadas al momento de querer levantar una denuncia, re victimizadas en el instante que que deciden alzar la voz y contar su historia. Son llevadas a vivir una vida judicializada en donde se encuentran todos los días luchando contra denuncias falsas, juicios ilegales, pruebas psicológicas manipuladas, entre otras cosas. Dedican más de 12 horas a la semana en atender procesos legales, si eran mujeres dedicadas al hogar se ven en la necesidad de conseguir trabajo para poder pagar un defensa correcta pero al mismo tiempo les es difícil encontrar una oportunidad laboral que les permita ausentarse durante 12 horas a la semana para cumplir con lo requerido en juzgados y ministerios públicos.

Según la encuesta nacional para el “Reconocimiento de la Violencia Vicaria en México” realizada por el Frente Nacional contra Violencia Vicaria, el 88% de las mujeres que sufren violencia vicaria recibieron amenazas previas a la sustracción de sus hijas e hijos de que serían alejadas de las infancias para siempre. El 80% de los agresores ha negado una pensión alimenticia a favor de sus hijas e hijos y el 100% reporta haber sufrido alguna violencia previa por parte del agresor.

Uno de los casos más cercanos que he tenido de violencia vicaria es el de Jennifer Seifert Braun, quien lleva más de 1 año sin su hija e hijo. Después de varios años divorciada ella decide levantar una denuncia penal en contra del papá por incumplimiento de pensión alimenticia sin saber que ese acto o acción de velar por el bien de su hija e hijo y por el derecho que les corresponde de recibir alimentos, sufriría una represalia tal como la sustracción de las personas más importantes en su vida.

Mural realizado en el Estado de México como protesta por la violencia de género y  específicamente los ataques con ácido hacia mujeres.
Foto: cortesia Fundación Carmen Sánchez MX
Mural realizado en el Estado de México como protesta por la violencia de género y específicamente los ataques con ácido hacia mujeres. Foto: cortesia Fundación Carmen Sánchez MX

Después de más 2 años de proceso y después de una notificación de audiencia para la sentencia en su contra donde se le condenaría a pagar más de 1 millón de pesos en pensiones atrasadas, como venganza decide llevar a sus propios hijos a levantar una denuncia por supuesta violencia, violencia que él refiere existió durante toda la vida de sus hijos, durante 12 años de la niña y 7 años del niño pero curiosamente fue después de la denuncia, después de las amenazas para desistirse de la denuncia, después de pedir que no se evidenciara que él había metido una fianza falsa en el convenio de divorcio que decide que es el momento correcto de sacar a la luz esta violencia inexistente.

A lo largo del proceso de Jennifer y durante su lucha por recuperar a sus hijos las investigaciones la llevaron a descubrir que el papá de sus hijos no solo es un agresor de mujeres, niñas y niños, si no también cometió fraude y atenta contra la vida y salud de las personas ya que se hace pasar como médico cirujano vascular y estético con una cédula profesional de un abogado (ahora juez) de Guadalajara.

Jennifer ha llevado todo el proceso en su contra apegada a la ley, siguiendo todos los pasos para que sus hijos regresen a ella como debe de ser. Después de que sus hijos fueron sustraídos, cambiados de colegio, ocultados en hoteles, cambiados de casa más de 5 veces; fueron llevados ante las instituciones correspondientes y responsables de velar por el interés superior de los niños y fueron revisados física y psicológicamente y los resultados de ese estudio multidisciplinario arrojan que los niños han sido manipulados para mentir y que el ambiente en donde se encuentran con su papá no es correcto ni seguro para ellos. Han pasado 3 meses desde que salió ese informe psicológico realizado por 7 expertos de la Procuraduría de Protección de Niñas, NIños y Adolescentes del Estado de México y a pesar de que esta misma institución recomendó el cambio de cuidados de los niños de manera inmediata las autoridades insisten en que ellos sigan viviendo con su agresor.

El papá de los hijos de Jennifer se encuentra denunciado por sustracción, incumplimiento de pensión alimenticia, desaparición, usurpación de profesiones y fraude. Una vez más podemos ver la desigualdad entre hombres y mujeres en este país. A pesar de que Jennifer levantó la denuncia de incumplimiento de pensión alimenticia en el 2019 es apenas ahora en el 2022 que se está dando el seguimiento correcto por parte de las autoridades. 10 meses después de que sus hijos fueron sustraídos se le facilitaron las alertas Amber y Odisea a Jennifer únicamente porque el papá incumplió con un arraigo impuesto por el juzgado familiar y aunque presentó su nuevo domicilio es un hecho que ni los niños ni el papá se encuentran viviendo ahí.

La hija y el hijo de Jennifer se encuentran desaparecidos, el papá se esconde para no recibir una sola notificación en relación a los procesos legales que debe de enfrentar. Está apoyado por una red pequeña de cómplices quienes también son responsables del maltrato infantil y del daño que se le está causando.

El amor que Jennifer le tiene a sus hijos la llevó a transformar el dolor en fuerza para poder crear junto con otras mujeres y mamás que viven lo mismo, El Frente Nacional contra Violencia Vicaria, para visibilizar, concientizar e impulsar un cambio significativo en nuestro país.

Regresando específicamente a seguir hablando de esta violencia como tal, aunque se ha establecido en varias ocasiones a lo largo de este texto que la víctima principal de la violencia vicaria es la mamá, los daños más graves los sufren los niños, niñas y adolescentes. Aquellos pocos que han logrado reencontrarse con sus mamás después de meses y años de separación, regresan con ansiedad, estrés post traumático, despresión, ideaciones suicidas, rasgos de abuso sexual y físico. Se convierten en niñas, niños y adolescentes retraídos y aislados de la sociedad; tienen regresiones serias en su desarrollo físico y emocional, desarrollan sentimientos de abandono, poca autoestima, trastornos nerviosos y más adelante en sus vidas adultas son propensos a copiar los mismos patrones de agresión a los que fueron sometidas y sometidos.

Para mí, con una sola de estas consecuencias y daños a los que están expuestos estas infancias es suficiente para querer levantar la mano, decir basta y poner un alto a esta terrible violencia.

La violencia vicaria se refuerza con el machismo. (Foto: Cuartoscuro)
La violencia vicaria se refuerza con el machismo. (Foto: Cuartoscuro)

Los hombres se están escondiendo detrás de un falso “interés superior de la niña, niño y adolescente” para vengarse y cometer actos que llevan a muchas mamás a quererse inclusive quitar la vida. Esta violencia tiene su versión más extrema en el infanticidio y feminicidio cuanto el papá siente que no ha logrado seguir agrediendo como lo tenía planeado.

La pregunta NO ES ¿tenemos que esperar a llegar a este extremo para reaccionar y hacer algo? La pregunta es ¿por qué estamos desprotegiendo desde un inicio a las infancias que son lo más preciado para esta sociedad, poniendo por encima los supuestos “derechos” del papá? ¿Por qué estamos desprotegiendo a las y los más pequeños dejando a un lado sus derechos? ¿Por qué le estamos quitando a las infancias la posibilidad de ser libres de mente, cuerpo y alma? y ¿Por qué le estamos quitando a las mamás la oportunidad de maternar y de vivir una vida libre de violencia?

La violencia vicaria es un problema social, crece con las complicidades de las personas que rodean a las víctimas, se refuerza por la sociedad machista en la que vivimos y está siendo protegida por las autoridades.

Las mamás mexicanas han recorrido un camino largo para poder evidenciar esta violencia, han dejado a un lado sus vidas por completo para crear colectivas, para unir fuerzas y esfuerzos para llegar a una pronta solución para que puedan reencontrarse con sus hijas e hijos. Usan cada segundo libre del día para pensar en una nueva manera de poder salvar a sus hijas e hijos de su agresor. Es momento que nosotros como sociedad, como autoridades, como líderes de opinión, como medios de comunicación, como empresarios, etc., reconozcamos esto y que las ayudemos a cambiar el terrible rumbo que están tomando las vidas de las niñas, niños y adolescentes mexicanos víctimas de violencia vicaria.

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