No es casualidad que la Ciudad de México haya sido la capital del Imperio mexica, de la Nueva España y que ahora sea la del país, pues su trayectoria histórica, social y cultural le han otorgado el título de una de las metrópolis más importantes de la República Mexicana.
La capital destaca por sus numerosos edificios, monumentos y museos que hacen brillar a la ciudad, cada uno de éstos guarda grandes anécdotas que datan de años o incluso, de siglos anteriores. A pesar de que hoy en día existen múltiples rascacielos que adornan las avenidas más importantes de la CDMX, antes no era tan común ver construcciones de grandes tamaños.
Por ese motivo, cuando se inauguró la Torre Latinoamericana el 30 de abril de 1956 el país entero se paralizó, pues se trataba del primer inmueble de altura monumental. De hecho, este fue el edificio más alto del centro del país desde su construcción en 1956 hasta 1972.
La alcaldía Cuauhtémoc recalca que, debido a su imponente presencia, “obtuvo el récord del rascacielos más alto del mundo fuera de Estados Unidos y por lo tanto de América Latina”. Además, se presentó como la primera y más grande obra con fachada de cristal y aluminio, situación que también la convirtió en ser el único rascacielos en todo el mundo en estar en una zona sísmica y con este tipo de elementos arquitectónicos.
La estructura que comenzó en 1948 actualmente cuenta con una altura de 181.33 metros y 916 escalones que se expanden en un total de 27 mil 727.17 metros cuadrados. En el lugar no sólo se disfruta de una hermosa e imponente vista, también se pueden visitar atracciones como el Museo Bicentenario, Museo de la CDMX, un sótano lleno de actividades o si se prefiere, está el restaurante en el que se puede apreciar la altura mientras se degustan los alimentos.
Por otra parte, es importante destacar que la historia de este lugar se remonta a tiempos antes de la Revolución Mexicana. De acuerdo con la revista Arqueología Mexicana del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), todo comenzó con el nacimiento de la Compañía de Seguros La Latino Americana el 30 de abril de 1906.
Una empresa que, sin duda, contaba con el apoyo de toda la élite del momento, entre los que destacaban Porfirio Díaz, el gobernador del entonces llamado Distrito Federal, Guillermo de Landa y Escandón; uno de los abogados más importantes de la época, Pablo Macedo; Julio Limantour, hermano del secretario de Hacienda José Yves Limantour; el empresario minero y antiguo ministro hacendario José de Landero y Cos; así como los hermanos Tomás y Óscar Braniff.
El presupuesto inicial de la compañía era de tan sólo 5 mil pesos, pero debido al respaldo económico y social con el que contaba la institución de seguros, después de cuatro años la inversión se multiplicó en 500 mil pesos. Con el tiempo fueron adquiriendo más y más clientes y empezaron a buscar una enorme construcción que albergara las oficinas, sin embargo, la llegada de la Revolución causaría grandes pérdidas monetarias a la recién fundada asociación.
Posterior al conflicto armado, en 1930 La Latino Americana se recuperó y empezó a buscar un lugar para instalar su espacio de trabajo. Escogieron un edificio con estilo art déco ubicado en la esquina con Madero y San Juan de Letrán. Más tarde, “con la expansión de los negocios de la aseguradora, se proyectó levantar allí un ‘paquidermo’ de concreto y acero de 27 pisos, pero pronto el plan cambió con miras a rasgar el cielo”.
De esa manera, en 1948 se demolió el establecimiento y se empezó a planear construir el inmueble más alto de México y Latinoamérica. La decisión fue tomada por el consejo consultivo de la empresa integrado por Miguel S. Macedo, José A. Escandón, Ricardo de Irezábal y Teodoro Amerlinck.
La revista del INAH agrega que ellos se encargaron de contactar al ingeniero Adolfo Zeevaert como director de obra y al arquitecto Augusto H. Álvarez como encargado del diseño, aparte de integrar a Eduardo Espinoza y Alfonso González, y como consultores a Leonardo Zeevaert (estructura) y Nathan M. Newmark para convertirlo en un inmueble antisísmico.
Así nació uno de los proyectos más exitosos del siglo XX y aunque ya no sea el rascacielos más grande, sí es el más antiguo y uno de los más importantes y representativos de la Ciudad de México.
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