Cuáles fueron los hábitos de limpieza de los mexicas que dejaron sorprendidos a los españoles al llegar a Tenochtitlan

Los mexicas tenían el hábito de bañarse diario, algo que los españoles veían incluso como peligroso

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En Tenochtitlan, los mexicas tenían hábitos de limpieza muy estrictos, pues utilizaban desodorantes, enjuagues bucales y lavaban sus dientes. (Foto: Twitter@Cuauhtemoc_1521)
En Tenochtitlan, los mexicas tenían hábitos de limpieza muy estrictos, pues utilizaban desodorantes, enjuagues bucales y lavaban sus dientes. (Foto: Twitter@Cuauhtemoc_1521)

En 1519, los españoles llegaron a México desde la isla de Cuba, en donde el gobernador Diego Velásquez había encargado una expedición al país a Hernán Cortés. Sin embargo, poco después canceló dicha expedición y pidió a Cortés no realizar el viaje. Cortés lo desobedeció y partió con rumbo a México.

El español y sus hombres se llegaron a lo que hoy es la Ciudad de México, en ese entonces conocida como Tenochtitlan, el 8 de noviembre de 1519. Ese mismo día se encontró con Moctezuma, el emperador mexica. Cortés, a su paso por diversos poblados, fue luchando contra ellos y venciéndolos. Muchos de esos poblados decidieron unirse a ellos y hacer una alianza para vencer a los mexicas, quienes los tenían sometidos. Uno de estos poblados fue el de Tlaxcala.

Al llegar a Tenochtitlan, los españoles se sorprendieron con la cultura que tenían los habitantes, los grandes centros ceremoniales, y una de las cosas que más llamó su atención, fue la limpieza con la que se regían. Y es que en esa época, la limpieza no era el fuerte de los españoles, pues incluso, uno de los siglos en los que peor les fue en este ámbito, fue el siglo XVI, época en la que llegaron a México. En Europa, en esa época, la limpieza en las calles era casi inexistente y la gente vaciaba los orinales que utilizaban en las calles, como si fuese algo normal.

En cambio, en Tenochtitlan, los mexicas emplearon a mil limpiadores de servicio público para barrer y regar sus calles diariamente, además había baños públicos en cada barrio, y transportaban los desechos humanos en canos para utilizarlo como fertilizante.

Los habitantes de la ciudad también transportaban los desechos humanos en canoas para utilizarlos como fertilizante. Foto: Jesús Medina/INAH
Los habitantes de la ciudad también transportaban los desechos humanos en canoas para utilizarlos como fertilizante. Foto: Jesús Medina/INAH

Mientras en Londres, Inglaterra, los ciudadanos obtenían el agua potable del contaminado río Támesis, hasta 1854, los aztecas abastecían su capital con agua dulce desde Chapultepec, por medio de dos acueductos. El primero de ellos fue construido por Nezahualcóyotl entre 1466 y 1478, mientras que el segundo, fue construido unos 20 años después por el emperador mexica Ahuízotl. La importancia simbólica del agua para los mexicas queda clara en su palabra metafórica para ciudad, que era altepetl, y que se traduce al español como montaña de agua.

En 1520 los acueductos fueron descritos por Cortés de la siguiente manera: “Por una de las calzadas de esta gran ciudad corren dos acueductos hechos de argamasa. cada uno tiene dos pasos de ancho y unos seis pies de profundidad, y por uno de ellos un arroyo de muy buena agua dulce, tan ancho como el cuerpo de un hombre, sale al corazón de la ciudad y de ella beben todos. El otro, que está vacío, se utiliza cuando se desea limpiar el primer canal. Donde los acueductos cruzan los puentes, el agua pasa por unos canales que son tan anchos como un buey; y así sirven a toda la ciudad”.

El conquistador Andrés Tapia informó con asombro que Moctezuma se bañaba dos veces al día. Lo que para los españoles era algo extraordinario, para los mexicas era algo común, pues el historiador jesuita Francisco Javier Clavijero también llegó a mencionar que los pobladores de la ciudad se bañaban a menudo y muchos de ellos, todos los días, en los ríos, lagos, o pozas.

No utilizaban un jabón verdadero, pero lo sustituían con el fruto del copalxocotl, al que los españoles llamaban árbol de jabón. También utilizaban la raíz pegajosa del xiuhamolli o planta de jabón. Ambos dieron espuma suficiente que permitía a los mexicas lavar sus cuerpos y su ropa. En el Código Florentino, escrito por informantes mexicas poco después de la conquista, se puede leer una pequeña descripción de la planta de jabón amolli: “Es larga y estrecha como cañas. Tiene un brote; su flor es blanca. Es un limpiador. Las raíces grandes, gruesas, arrancan el cabello, lo dejan calvo; los pequeños, los esbeltos son limpiadores, un jabón. Lavan, limpian, quitan la suciedad”.

Los españoles, a su llegada, quedaron sorprendidos al ver los hábitos de limpieza de los mexicas. Foto: Cuadro «La Llegada», de Augusto Ferrer-Dalmau
Los españoles, a su llegada, quedaron sorprendidos al ver los hábitos de limpieza de los mexicas. Foto: Cuadro «La Llegada», de Augusto Ferrer-Dalmau

También utilizaban desodorantes, un tipo de enjuague bucal y dentífricos. Los mexicas utilizaban varios objetos para limpiar sus dientes, uno de ellos eran las cenizas de las tortillas. Cabe señalar que en esa época los españoles limpiaban sus dientes con orina.

Los españoles, al llegar a Tenochtitlan, tenían una severa desconfianza por la limpieza, e incluso la veían como peligrosa. Esto, porque cuando ocurrió la Peste Negra, en 1347, una plaga que mataría a 1 de cada 3 europeos, Felipe VI de Francia pidió a la Facultad de Medicina de la Universidad de París investigar qué había desatado la enfermedad, en 1348. El resultado fue que los baños calientes provocaban que los poros de la piel se abrieran, lo que permitía que la enfermedad entrara al cuerpo.

Esta creencia se tuvo por unos 400 o 500 años, e incluso, Luis XIV de Francia, solo se bañó dos veces en su vida, pero se le consideraba limpio por cambiarse la camisa dos veces al día.

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