Veracruz: a 115 años de la huelga de Río Blanco, de las peores masacres del gobierno de Porfirio Díaz

El 7 de enero de 1907 un grupo de trabajadores de una empresa textil en Río Blanco, Veracruz, se reveló ante las precarias condiciones laborales que tenía. Esto le costó la vida a muchos de ellos

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El gobierno de Porfirio Díaz
El gobierno de Porfirio Díaz estuvo marcado por la represión y la desigualdad. (Foto: INAH)

Sin duda alguna, el gobierno del expresidente Porfirio Díaz, que duró desde 1877 hasta 1910, fue uno de los gobiernos más polémicos que ha habido a lo largo de la historia del país. Pos un lado, esta etapa conocida como Porfiriato, se caracterizó por traer la modernidad al país, la inversión extranjera y el ferrocarril.

Sin embargo, en contraparte, también el gobierno del dictador estuvo marcado por la desigualdad y la represión del pueblo. Una clara muestra de la gran represión que existía en la época, fue un evento ocurrido un día como hoy, 7 de enero, pero de 1907: la matanza de Río Blanco, en Veracruz. No se sabe con exactitud cuando obreros fueron asesinados. Algunas fuentes hablan de 400 y otras de hasta 800 obreros que se manifestaban en una fábrica textil.

El periodista estadounidense John Kenneth Turner documentó el hecho en su libro México Bárbaro, en 1908. En este, Turner, quien se hizo pasar por un empresario para recaudar información de primera mano, explica que los seis mil trabajadores no estaban de acuerdo en trabajar 13 horas al día, además de sus precarios salarios, que oscilaban entre los 50 y 75 centavos al día. También manifestaban su inconformidad por tener que pagar 2 pesos a la semana en concepto de renta, por pequeños espacios de dos piezas con y piso de tierra para vivir.

Aunado a esto, en la fábrica se operaba con una tienda de raya, en donde a los empleados se les pagaba con vales para que estos los ocuparan comprando los artículos en la tienda perteneciente a la empresa. Con esto, la fábrica recuperaba hasta el último centavo que se pagaba de salarios. Pocos kilómetros adelante de la fábrica, en Orizaba, los mismos artículos podían comprarse en precios menores hasta en 25 y 75%, sin embargo, los trabajadores tenían prohibido comprar la mercancía en otras tiendas.

La Huelga de Río Blanco
La Huelga de Río Blanco se llevó a cabo en 1907. Foto: Facebook

El periodista estadounidense explica que los seis mil obreros y sus familias empezaron a pasar hambre, por lo que se reunieron frente a la tienda de raya de la empresa, y pidieron para cada uno de ellos cierta cantidad de frijol y maíz, de manera que pudieran mantenerse durante la primera semana hasta que recibieran sus salarios. El encargado de la tienda se rio de la petición. Tras esto, una mujer exhortó al pueblo a tomar por la fuerza las previsiones que se le habían negado, y así lo hicieron. La gente saqueó la tienda, la incendió, y por último, prendió fuego a la fábrica.

“Sin que los huelguistas lo advirtieran, algunos batallones de soldados regulares esperaban fuera del pueblo, al mando del general Rosalío Martínez, nada menos que el subsecretario de Guerra mismo. Los huelguistas no tenían armas; no estaban preparados para una revolución que no habían deseado causar; su reacción fue espontánea y, sin duda, natural. Un funcionario de la compañía me confió después que tal reacción pudo haber sido sometida por la fuerza local de policía, que era fuerte. No obstante, aparecieron los soldados como si surgieran del suelo. Dispararon sobre la multitud descarga tras descarga casi a quemarropa. No hubo ninguna resistencia. Se ametralló a la gente en las calles, sin miramientos por edad ni sexo; muchas mujeres y muchos niños se encontraron entre los muertos. Los trabajadores fueron perseguidos hasta sus casas, arrastrados fuera de sus escondites y muertos a balazos. Algunos huyeron a las montañas, donde los cazaron durante varios días; se disparaba sobre ellos en cuanto eran vistos. Un batallón de rurales se negó a disparar contra el pueblo; pero fue exterminado en el acto por los soldados en cuanto éstos llegaron”, explicó Turner en su libro.

También menciona que llegó a ver dos plataformas de ferrocarriles repletas de cadáveres y miembros humanos apilados. Los cadáveres fueron arrojados al mar para alimentar a los tiburones.

El gobierno, con grandes esfuerzos, trató de ocultar la matanza, sin embargo, el rumor comenzó a correr de boca en boca, hasta que la nación entera se enteró y estremeció por el gran derramamiento de sangre.

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