Quién fue el español que llegó antes de Hernán Cortés, rechazó unírsele y se enamoró de una princesa maya

Algunos historiadores lo han catalogado como “el padre del mestizaje” tras su accidental llegada a la península de Yucatán; en su estadía como esclavo de los mayas destacó por tener fama de ser un gran estratega militar

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Foto: (Twitter Paraisotours)
Foto: (Twitter Paraisotours)

A lo largo de la historia se ha documentado que previo a la llegada de Hernán Cortés ya había españoles viviendo en en tierras mexicanas. Se tiene entendido que el propósito de su visita era robar indigenas para esclavizarlos y posteriormente llevarlas a Cuba. De quien se tiene mayor registro se trata de Gonzalo Guerrero, a quien los historiadores han catalogado como “el padre del mestizaje”.

Guerrero, también llamado Gonzalo de Aroca o Gonzalo de Aroza,era un marinero que junto con su tripulación emprendió un viaje hacía el Darién (Panama), sin embargo terminó varado en la península de Yucatán debido a una fuerte tormenta que dañó su embarcación en donde varios de sus compañeros fallecieron.

Apenas tocaron tierra, fueron abordados por un grupo de guerreros mayas; se estima que este hecho habría sido entre 1511 y 1512.

Los náufragos fueron detenidos. Ante la resistencia de los españoles, el capitán Juan de Valdivia falleció, sólo Jerónimo de Aguilar y Gonzalo Guerrero lograron escapar del cautiverio. Caminaron por la selva yucateca hasta que en Xman Há (Playa del Cármen) fueron recapturados y esclavizados.

La evolución de Guerrero, de
La evolución de Guerrero, de soldado español a combatiente y caudillo maya, se tatuó y rapó al estilo guerreo maya

Mientras Jerónimo de Aguilar se mantuvo fiel a su cultura y religión (posteriormente fue clave como intérprete de Hernán Cortes en la conquista de México), Guerrero se adaptó de manera integra a la cultura maya. Participó en enfrentamientos con los pueblos enemigos y se destacó por su astucia y sus dotes militares.

Cuando Gonzalo fungía como esclavo, el jefe maya Taxmar lo reclamó, ya que tenía buena fama de ser un gran estratega militar, y les enseñó nuevas formaciones de ataque y defensa. Lo hizo ensayar cuadros de ataque y formaciones de defensa que permitían hacer relevar a los soldados, generando en la guerra contra los Cocomes (una comunidad extremadamente violenta), dándole la victoria al ejército del jefe Taxmar.

Poco después, por su condición de esclavo, el jefe Na Cha Can se lo ofreció a Nacom Balam (jefe guerrero).

Nacom Balam cruzó un río y fue atacado por un caimán y, en vez de aprovechar la oportunidad para escapar, Guerrero luchó contra el caimán y le dio muerte. Al ver esto, Nacom Balam le otorgó la libertad.

Una vez libre, Guerrero se quiso hacer los tatuajes y las perforaciones (en orejas, nariz y labio inferior) propias de su rango militar. Siempre se posicionó como un triunfador en sus batallas de guerra, alcanzó el grado de Nacom Balam y se casó con la princesa Zazil Ha (también llamada Ix Chel Can).

El respetado historiador Eduardo Matos Moctezuma ha recordado en conversatorios, cuando en 1519 el conquistador Cortés llegó a la isla de Cozumel, en la península de Yucatán, se enteró de que en aquellas tierras se encontraban varios náufragos españoles, miembros de expediciones anteriores, que habían sido tomados prisioneros por los mayas.

Ante ellos dio ordenes que los buscaran y que los rescataran para que se unieran a su expedición; fue así como uno de aquellos náufragos, Jerónimo de Aguilar, se enteró de la llegada de Cortés y fue a otro pueblo en busca de Gonzalo Guerrero, nacido en Palos, para llevarle la grata nueva.

Menuda sorpresa debió de llevarse Aguilar, pues ante la noticia de que naves españolas los esperaban en Cozumel, Guerrero respondió con estas palabras, que han quedado grabadas en la historia y que llegan a nosotros gracias a Bernal Díaz del Castillo, quien las relata en su Historia verdadera de la conquista de Nueva España:

“Hermano Aguilar, yo soy casado y tengo tres hijos, y tiénenme por cacique y capitán cuando hay guerras. Id vos con Dios, que yo tengo labrada la cara y horadadas las orejas. ¿Qué dirán de mí cuando me vean esos españoles ir de esta manera? Y ya veis estos mis hijicos cuán bonicos son”.

Algunos historiadores lo han catalogado como “el padre del mestizaje” tras su accidental llegada a la península de Yucatán; en su estadía como esclavo de los mayas destacó por tener fama de ser un gran estratega militar

La mujer de Gonzalo Guerrero no se quedó atrás e increpó así a Jerónimo:

“Mira con qué viene este esclavo a llamar a mi marido; íos vos y no curéis de más pláticas”. Aguilar tornó a hablar a Gonzalo, que mirase que era cristiano, que por una india no se perdiese el ánima, y si por mujer e hijos lo hacía, que los llevase consigo si no los quería dejar. Y por más que le dijo y amonestó, no quiso venir”.

Este episodio podría significar que Zazil Ha, esposa de Guerrero, entendía perfectamente español, por lo que se pudo ofender que la llamasen india y trataran de llevarse de su lado al padre de sus tres hijos, por lo que ella misma le respondió a Aguilar.

Además, nos muestra que Zazil Ha mantenía una jerarquía igualitaria con su esposo, algo que no era para nada común en la época en cualquier cultura, ya que las mujeres eran relegadas al acompañamiento.

Rechazó regresar con varias expediciones españolas, y apoyó durante los combates para expulsar a Grijalva, Francisco Hernández de Córdoba (1517) y Cortés (1518). Durante los años siguientes, los españoles estimaron que Guerrero se dedicó a entrenar a los mayas para defender su territorio, pues cuando Francisco de Montejo, en mayo de 1527, cruza el Atlántico con 380 soldados en cuatro navíos, encontró serias dificultades para conquistar Yucatán.

Combatió a los conquistadores Montejo (padre e hijo) y a su capitán Dávila. Instruyó a sus guerreros cómo enfrentar a los extranjeros, aconsejando siempre no dar tregua ni fiarse de los blancos, intentando proteger su territorio, hoy parque natural, de Champotón.

Tuvo que elegir entre sus compatriotas españoles y los mayas, quienes lo habían acogido, asendido y reconocido. Como dijo Carlos Villa Roiz en su libro Gonzalo Guerrero. Memoria olvidada, su patria no fue la tierra en que nació, sino aquella por la cual luchó.

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