Su nombre de nacimiento fue Ichcaxóchitl Tecuichpo. Después de la llegada de Hernán Cortés, fue bautizada como Isabel de Moctezuma. Era la hija predilecta de Moctezuma Xocoyotzin o Moctezuma II, noveno emperador mexica. Su madre fue Tayhualcan, hija del rey de Tlacopan. Isabel era muy joven cuando llegó Hernán Cortés a los dominios mexicas, sin embargo, fue testigo de la destrucción y decadencia de su pueblo.
La historiadora Isabel Revuelta conversará con las especialistas Raquel Urroz y María Castañeda de la Paz sobre Isabel Moctezuma, una de las mujeres más influyentes en los últimos tiempos del gran imperio mexica y sobreviviente a la invasión española.
Casi toda la vida de Isabel Moctezuma estuvo ligada a la tragedia. Fue obligada a casarse numerosas veces, la primera vez a los once años con uno de sus primos. La unión no duró mucho pues el esposo falleció. Después, todavía muy joven, vio morir a gran parte de su familia durante la derrota de los españoles a manos del ejército mexica. Ella logró escapar y regresar con los suyos, para ser casada con su tío Cuitláhuac, con el propósito de encumbrarlo como nuevo tlatoani. Pocos meses después, Cuitláhuac fue atacado por la viruela y murió, dejando su cargo al joven Cuauhtémoc, con quien también se casó.
Al caer Tenochtitlan y su último tlatoani en manos de los españoles, Tecuichpo fue “apadrinada” por Hernán Cortés con el nombre de Doña Isabel de Moctezuma. El título de “Doña” reconocía su nobleza y el apellido Moctezuma recordaba que era la única hija y legítima heredera del gran emperador mexica.
Isabel tuvo cinco matrimonios y 19 hijos, además de una unión forzada con el propio Hernán Cortés, con quien procreó a su hija, Leonor Cortés y Moctezuma, a quien Isabel nunca quiso porque representaba el fruto de la unión forzada con el conquistador y de la destrucción de su pueblo. Por lo mismo y, como prueba de ello, no la incluyó en su testamento.
“Se me trataba como un trofeo de guerra, a disposición del mejor postor”, narra Tecuichpotzin Ichcaxóchitl, Flor de algodón, la hija predilecta del huey tlatoani Motecuhzoma Ilhuicamina, al recordar los días aciagos del gran pueblo mexica —que eran también los suyos— durante y después de la encarnizada conquista española, dirigida por Hernán Cortés.
Desde una perspectiva femenina, reivindicativa, pero que también pretende ser conciliadora con nuestra identidad mestiza, el escritor mexicano Eugenio Aguirre en su más reciente obra: Isabel Moctezuma, realizó un acercamiento a la caída de la antigua México-Tenochtitlan, asistido por la documentación histórica, la imaginación y la sensibilidad imperecedera ante lo atroz.
A través de las páginas, Isabel Moctezuma se convierte de alguna manera en la antítesis de La Malinche Malintzin —tratada históricamente y de manera prejuiciosa como traidora—, víctima de la cobardía de su padre Motecuhzoma, y la lascivia y la crueldad de Cortés, pero lo suficientemente inteligente para sobrevivir a la catástrofe de su pueblo y conservar sus privilegios de noble.
Con un lenguaje que aproxima a la concepción cósmico-religiosa de los mexicas, a fin de dotar sentido a lo que suele presentarse como ritos sangrientos, Eugenio Aguirre atrapa con su técnica narrativa al lector y lo lleva de la mano a lo que se vivía entre los muros del centro ceremonial: la vergüenza de Motecuhzoma y el respectivo desprecio de sus allegados, así como el cinismo de los extranjeros antes considerados dioses.
La valentía de los nobles Cuitláhuac y Cuauhtémoc (con quienes Tecuichpo fue desposada, respectivamente), acompañados por los aztecas rebeldes, se mezcla con el relato de presagios, acuerdos entre españoles y tlaxcaltecas, además de estrategias militares que conducen por la imponente traza urbana de Tenochtitlan concebida a partir de canales. Recrea una ciudad que yace bajo nuestros pies, pero siempre está convulsa.
Isabel Moctezuma de Eugenio Aguirre, es letra fluida para entender los primeros años tras la Conquista, en la voz y con la mirada de una mujer que más allá de ser heredera de un tlatoani, concubina de Cortés, esposa de cinco hombres… fue una mexica que vio resquebrajarse su mundo y contribuyó a edificar otro con la ceniza y la palabra.
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