Cómo fueron los últimos días de Tenochtitlan bajo el yugo de Hernán Cortés

Los “conquistadores” españoles se percataron de que sólo formando alianzas lograrían llegar hasta el corazón de Mesoamérica y apoderarse de las riquezas del Nuevo Mundo

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La ciudad de México-Tenochtitlan fue sitiada durante dos meses y medios por el ejército español (Foto: INAH)
La ciudad de México-Tenochtitlan fue sitiada durante dos meses y medios por el ejército español (Foto: INAH)

El capitán español Hernán Cortés desembarcó en las costas de Veracruz el 22 de agosto de 1519. Desde ese día, él y sus tropas analizaron el contexto político, económico y social de las civilizaciones que habitaban Mesoamérica.

Así, al observar el dominio y capacidad bélica de la triple alianza, conformada por México-Tenochtitlan, Tacubaya y Texcoco, decidieron adherirse a pueblos sometidos por los mexicas.

Se percataron de que sólo con la ayuda de los enemigos de sus enemigos lograrían llegar hasta el corazón de Mesoamérica, para luego vencerlos y apoderarse de las riquezas del Nuevo Mundo.

En los taxcaltecas, los peninsulares encontraron a su mayor aliado. Aunque es importante no caer en conclusiones simplistas, es cierto que dicho pueblo dotó de importantes herramientas a los “conquistadores” para lograr el sometimiento de los mexicas.

Los españoles ingresaron al Valle de México por el oriente, según indican algunos cronistas (Foto: Twitter@Rob_C2304)
Los españoles ingresaron al Valle de México por el oriente, según indican algunos cronistas (Foto: Twitter@Rob_C2304)

Fue a través de esta estrategia que Cortés se reunió con el tlatoani Moxtezuma Xocoyotzin. Pocos meses después de su llegada y con la ayuda de los indígenas de la región de Tlaxcala, el capitán español se encontró con el dirigente de México-Tenochtitlan.

“Frente a frente, Motecuhzoma y Cortés, sostuvieron un diálogo que nos conservan puntualmente los informantes de Sahagún. Motecuhzoma llegó a exclamar entonces: ‘No, no es sueño, no me levanto del sueño adormilado, no lo veo en sueños, no estoy soñando... es que ya te he visto, es que ya he puesto mis ojos en tus ojos ...’”, refiere el libro La visión de los vencidos de Miguel León Portilla.

Por más de un año, los españoles planearon sus movimientos, hasta que el 30 de mayo de 1521 inició el sitio formal de la ciudad de México-Tenochtitlan.

A partir de entonces, comenzó el asedio de plazas y fortalezas, lo cual requería escasos recursos materiales y era menos costoso en vidas humanas, pues el objetivo era que los habitantes se rindieran ante la falta de alimentos y auxilios provenientes del exterior.

Lámina que muestra el encuentro de Hernán Cortés con Moctezuma en Tenochtitlán (Foto: INAH)
Lámina que muestra el encuentro de Hernán Cortés con Moctezuma en Tenochtitlán (Foto: INAH)

Por el contrario, las batallas campales eran muy costosas, por lo que fueron en realidad excepcionales. De acuerdo con la lógica de la guerra medieval castellana, cuando un pueblo se entregaba sin demasiada resistencia, a sus habitantes se les garantizaba no sólo la vida, sino el derecho de conservar su bienes muebles e inmuebles.

En cambio, cuando se topaban con una actitud renuente, el castigo para los defensores, cuando finalmente se conquistaba la plaza, consistía en la pérdida de los bienes, la cautividad o, incluso, la muerte.

Así pues, los “conquistadores” europeos siguieron la estrategia castellana para lograr la dominación del territorio mexica. Es importante destacar que dicho triunfo solo pudo ser posible gracias a sus aliados procedentes de Tlaxcala, Huejotzingo, Chalco, Texcoco, Iztapalapa y otros altépetl.

El capitán español Hernán Cortés desembarcó en las costas de Veracruz el 22 de agosto de 1519 (Foto INAH)
El capitán español Hernán Cortés desembarcó en las costas de Veracruz el 22 de agosto de 1519 (Foto INAH)

Un gran número de cronistas aseguran que la intención de Cortés no era destruir la ciudad de México-Tenochtitlan, sino mantenerla en pie y que sus estructuras sirvieran por muchos años. En este sentido, las aspiraciones del ejército peninsular buscaban la rendición de los mexicas por hambre.

Dicha lógica sugiere que el capitán español pasó la primavera formando alianzas con los pueblos de la ribera del lago para asegurarse de que estos interrumpieran el suministro de agua a los tenochcas. De igual forma, al iniciar el sitio, Hernán Cortés y sus hombres se encargaron de destruir los acueductos y canales que abastecían a la ciudad.

“Privados de agua y de víveres y rodeados de miles de sus enemigos, los mexicas -según imaginaba el capitán extremeño- se rendirían rápidamente”, indica un texto del Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM.

Los "conquistadores" sitiaron la ciudad para obligar a los mexicas a rendirse (Foto: INAH)
Los "conquistadores" sitiaron la ciudad para obligar a los mexicas a rendirse (Foto: INAH)

Durante dos meses y medio, los nahuas padecieron el yugo español:“ noventa y tres días estuvimos sobre esta tan fuerte ciudad”, recordaría años más tarde el mismo Bernal Díaz del Castillo, “cada día y cada noche teníamos guerras y combates”.

Según refiere la Tercera Carta de Relación de Hernán Cortés, la jornada iniciaba con la celebración de la misa diaria y la comunión por parte de los castellanos. Después, acudían ordenados en cuerpos de caballería, ballesteros, arcabuceros y peones a presentar batalla.

Aunado a esto, la epidemia de viruela traída por los europeos debilitó aún más al pueblo mexica, quienes lucharon hasta el final con flechas y piedras, sin dormir por las noches y deseando la muerte de sus enemigos para ofrecerlos al su dios Huitzolpochtil.

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