En este nuevo video del narco no hay armas chapadas con oro, camionetas blindadas o casas con acabados de mármol. Sólo un preso que viste un mono color café, con el número 3870 pintado sobre el corazón.
En la grabación hay dos custodios que hacen una revisión rutinaria. Le piden al reo quitarse los zapatos, el pantalón y hacer unas sentadillas. Las imágenes podrían tratarse de una escena común dentro de las cárceles mexicanas, a no ser porque el detenido es Joaquín el Chapo Guzmán.
En este nuevo video, difundo por el portal Dominio Público, el fundador del Cártel de Sinaloa aparece unas horas después de que las autoridades mexicanas lo presentaran en el penal del Altiplano, en su última captura en 2016.
Le acababan de rapar el pelo y el bigote. Luce tranquilo, pero desconcentrado. Cuando el custodio le pide que se levante la camisa hace una pausa y obedece.
Las imágenes son unas más del repertorio de videos del paso de Guzmán en las cárceles mexicanas antes de ser extraditado a EEUU. En otro, publicado el año pasado por el portal digital Latinus se ve y se escucha al fundador del Cártel de Sinaloa en el penal de El Altiplano mientras un hombre le hace una serie de preguntas como su nivel de estudios.
—Primaria, contesta el Chapo.
También lo cuestiona si está casado, su ocupación, nacionalidad y religión.
Guzmán Loera fue uno de los grandes del narcotráfico. De ello no sólo da fe la cacería que por años Estados Unidos realizó en su contra, sino también la recompensa de 60 millones de pesos que en ese entonces ofrecía la Procuraduría General de la República —hoy FGR.
El 8 de enero de 2016, el cerco tenaz de la Marina mexicana dio sus frutos, y logró capturar al líder criminal, que durante décadas se burló de la justicia mexicana.
Era sábado por la mañana, la noticia de la detención se filtró rápidamente por redes sociales. Los marinos tenían una indicación: presentar vivo a Joaquín Guzmán Loera; sometido, pero no humillado, ni golpeado.
Para los próximos días, cientos de personas desfilaron por las calles de Sinaloa exigiendo la liberación del Chapo. Al principio la reacción fue vista con incredulidad, después con asombro y finalmente con vergüenza.
En 2017, Joaquín Guzmán Loera fue extraditado, juzgado y condenado a cadena perpetua en Estados Unidos.
Las pistas tras el capo se habían estrechado seis meses antes de su detención. A finales de julio logró escabullirse en Los Mochis, Sinaloa, y en noviembre en un rancho de la Sierra Madre. En ambas ocasiones se fugó en el último momento. A cada salto, su leyenda se agigantó.
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