Zacatecas, un estado localizado al centro norte de México, es poseedor de grandes joyas arquitectónicas. Ni que decir de sus bellos escenarios, cuyos cerros y atardeceres son testigos de bodas, cenas y fiestas.
Pero los hermosos callejones de Zacatecas ahora están siendo invadidos no por los turistas, sino por los narcos. Actualmente esta entidad es una de las más violentas del país porque dos cárteles, el de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación (CJNG) se pelean el territorio ¿Quién los persigue? Nadie. Ninguna autoridad. Los criminales viven y se desarrollan impunes.
Hace unos días, en el municipio de Fresnillo, un municipio donde viven los mexicanos más aterrados en todo el país por la violencia, fueron asesinadas siete personas —cuatro mujeres y tres mujeres— en una vecindad.
A 250 kilómetros de ahí —y aún con las alarmas encendidas por el multihomicidio— se instaló un retén criminal. Delincuentes presuntamente del CJNG se apoderaron de una brecha del municipio de Apulco (al sur de Zacatecas) donde detenían a los conductores que pasaban por la zona. Las imágenes fueron captadas por el C5 pero no hubo respuesta de las autoridades.
Durante horas vulneraron a la sociedad. Ni la Guardia, ni elementos de la fiscalía o alguna autoridad de Zacatecas hicieron algo por proteger a la población. Los gritos de los habitantes no los escucha el gobierno en México.
El pasado fin de semana, el presidente Andrés Manuel López Obrador visitó al estado en mención, pero no tuvo reuniones estratégicas de trabajo para combatir al narcotráfico y al crimen organizado.
El sábado 19 de junio, faltando sólo cuatro horas para que López obrador pisara Zacatecas, una llamada al 911 alertó algo que apenas el operador pudo entender: sobre la carretera federal 49 que conecta la capital de Zacatecas con Torreón, tres cadáveres colgaban de un puente vehicular. Días después se informó que se trataba de dos policías levantados en la localidad vecina de San Luis Potosí.
El enclave geográfico de Zacatecas lo ha convertido en objeto de deseo del Cártel de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación, considerados las organizaciones criminales más poderosas de México.
La tragedia visitó la entidad hace seis años, cuando el Ejército avisó sobre el desplazamiento de células del CJNG en los límites entre Jalisco y Zacatecas. Poco después, en la ciudad de Nochistlán (Zacatecas) se encontró un laboratorio de crystal presuntamente del cártel de las cuatro letras. Desde luego, no tardaron en suscitarse enfrentamientos con gatilleros de los Zetas y el Cártel del Golfo, quienes entonces dominaban la zona.
48 meses después, la organización de Nemesio Oseguera Cervantes, el Mencho se impuso y desplazó a los grupos criminales de la región. Según advierten los expertos, estableció un control mediante la cooptación de policías estatales y municipales.
El vacío de autoridades fue aprovechado por el Cártel de Sinaloa, que pretendía frenar el avance del CJNG hacia los límites con Durango (noroeste de México), donde las huestes de Ismael Zambada García, el Mayo y los hijos de Joaquín el Chapo Guzmán mantienen un control absoluto.
Zacatecas es la llave de paso a distintas entidades: San Luis Potosí, Aguascalientes, Jalisco, Nuevo León, Durango, Nayarit y Colima.
En abril pasado a través de grabaciones se dio a conocer la entrada de hombres del CJNG a Valparaíso, Zacatecas: recorrieron las calles y vociferaron frente al Palacio municipal, “Pura gente del señor Mencho”.
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