Durante varios años, Rosalinda Gonzáles Valencia, la esposa del Mencho, líder del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), vivió en una de las zonas residenciales más lujosas de Guadalajara sin que fuera molestada por las autoridades; pero todo cambió en mayo del 2018, cuando fue detenida a las afueras del exclusivo fraccionamiento en que habitaba.
Elementos de la Agencia de Investigación Criminal (AIC), que en ese entonces comandaba Omar García Harfuch, le cerraron el paso aquella noche. Le leyeron con visible nerviosismo que había una orden de aprehensión en contra suya por “probable delincuencia organizada” y por operaciones con recursos de procedencia lícita.
Sin embargo, a pesar de que solo duró unos cuantos días presa, pues el 8 de septiembre de ese año fue puesta en libertad tras el pago de una fianza de 1.5 millones de pesos, aquello fue la gota que derramó el vaso en la supuesta “lista de agravios” que el Mencho recibió por parte de Harfuch.
El siguiente mes de febrero se desató una investigación a gran escala en Puerto Vallarta, que incluyó a más de 40 agentes federales encubiertos, por el hallazgo de dos oficiales torturados que pertenecían a la AIC, en Xalisco, Nayarit.
La investigación descubrió que el subdirector operativo de la policía municipal, Ubaldo Cruz, conocido también como El Cocho, había sido el responsable de entregar a los agentes al Cártel Jalisco Nueva Generación.
También se descubrió que, con apoyo de la policía municipal, gente de Mauricio Valera Reyes, El Manotas, jefe de plaza en Puerto Vallarta, los había obligado a declarar que la PGR torturaba criminales, antes de hacer lo propio con ellos.
Poco después fue detenido el Manotas en un fraccionamiento de Bahía de Banderas, junto a otros 18 integrantes del CJNG.
Valera Reyes es primo de Carlos Andrés Rivera, La Firma, uno de los jefes principales del cártel y cuyas cuentas fueron bloqueadas en marzo pasado por la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF).
Según el gobierno de Estados Unidos, La Firma sigue instrucciones del número dos del CJNG: Hugo Gonzalo Mendoza, El Sapo, encargado de “las escuelas del terror”: los campos de entrenamiento en donde el cártel enseña a matar a sus sicarios.
Investigaciones del gobierno federal y del área de inteligencia de la policía de la Ciudad de México, citadas por el periodista Héctor de Mauleón, indicaron que La Firma, y su operador principal, César Montero Pinzón, El Tarjetas, ordenaron la ejecución del exgobernador de Jalisco, Aristóteles Sandoval, asesinado en el baño de un restaurante en diciembre pasado, y el atentado en contra del secretario de Seguridad Ciudadana de la Ciudad de México, Omar García Harfuch.
Meses antes del atentado cometido en Avenida Paseo de la Reforma, una célula del CJNG llegó a la capital con diez millones de pesos para armas y gastos.
Un reporte consultado por el columnista indica que un policía originario de Autlán, Jalisco, entregó datos sobre los movimientos del entonces director de la Agencia de Investigación Criminal: su domicilio, sus horarios, sus rutas.
La célula, sin embargo, no encontró la manera de atentar contra el hoy jefe de la policía en Ciudad de México.
El Mencho, La Firma y El Tarjetas estuvieron detrás de una segunda célula compuesta entre 50 y 60 hombres que llegó a la ciudad en junio pasado, coordinada por el mismo hombre que había organizado el atentado contra el exfiscal Nájera: José Armando Briseño de los Santos, La Vaca.
Llevaban dinero para conseguir autos, armas, alojamiento. No tardaron en llegarles refuerzos, algunos de los cuales habían sido preparados en los campos de entrenamiento del cártel.
Hoy se sabe que mientras el atentado contra García Harfuch era planeado, otro grupo seguía los pasos del exgobernador Aristóteles Sandoval.
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