La actitud de confrontación del presidente Andrés Manuel López Obrador se está saliendo de control, tanto, que ni sus más cercanos colaboradores logran frenarlo o persuadirlo para que cambie su postura. Pero al mismo tiempo, la beligerancia del presidente es un llamado para que funcionarios y leales actúen de la misma manera, acentuando la distorsión en el debate público, la polarización y el desorden interno.
Así lo considera el periodista Raymundo Riva Palacio, quien en su columna que publica en El Financiero, destacó el hecho de que un presidente que centraliza “salvajemente el poder”, tenga un gobierno tan desarticulado.
Destacó que su control se daba en la cúpula y a través de unos cuantos colaboradores, como se vio durante los dos primeros años de su presidencia, donde ignoraba líneas de mando y asignaba responsabilidades de manera transversal a un puñado de colaboradores.
El periodista destacó que aunque ese estilo de concentración de tareas y poder en un núcleo se mantiene, “a su creciente mal humor y el desgaste natural del ejercicio de gobierno, ahora se le ha añadido la particularidad que ese reducido equipo compacto está enfrentando mayores intransigencias de López Obrador, menor sensibilidad a escuchar los problemas que enfrenta, y crecientes dificultades para el control interno”.
Riva Palacio resaltó que en lo que va del mes de marzo, los choques en Palacio Nacional se incrementaron, en coincidencia con un tema que no entiende en absoluto, como es el feminismo.
Y es que -aseguró el periodista- “no hubo forma de hacerle entender que el tema no se resuelve con programas clientelares –él decía que los problemas de las mujeres no debían de ser tratados en forma sectaria, sino mediante los programas sociales que atienden a todos los grupos vulnerables–, los argumentos para tratar de que cambiara su posición fueron perdiendo fuerza ante el evidente fastidio que mostraba el presidente cada vez que repetía su posición”.
Otro tema sobresaliente fue la discusión sobre la Ley de la Industria Eléctrica, donde ante las primeras dos suspensiones provisionales que dio el juez Juan Pablo Gómez Fierro, lo atacó y pidió al Consejo de la Judicatura que lo investigara.
“La semana pasada sus colaboradores le informaron los rendimientos decrecientes de esos ataques, porque se percibían como una persecución. Sin embargo, la respuesta de López Obrador fue soslayar las observaciones o descalificarlas, y ordenar en cambio acrecentar las campañas de propaganda contra sus detractores –lo que sucedió–, enfocándose una vez más el ataque en el principal enemigo público, Felipe Calderón”.
“Este tipo de instrucciones son las que generan confusión y pérdida de legitimidad del grupo compacto con sus interlocutores en el gobierno y la periferia que habita las redes sociales. Esto provocó externalidades que irritaron al presidente, porque se dieron filtraciones y ataques que no instruyó él, ni tampoco fueron iniciativa del grupo compacto, como ha sucedido en otras ocasiones. Uno que lastimó al presidente por los antecedentes de amistad, fue el ataque lleno de sevicia desde cuentas en redes vinculadas al gobierno y al presidente en contra del actor Víctor Trujillo, Brozo”.
Otras informaciones no autorizadas para ser difundidas fueron las de una noticia 10 años vieja y hoy en día falsa, sobre cuentas de Sylvana, hija de Manlio Fabio Beltrones, sobre una cuenta en Andorra, o la filtración de que el gobierno iba judicialmente contra el panista Roberto Gil, porque saboteaba de alguna manera la estrategia de la presidencia contra él y el gobernador de Tamaulipas, Francisco García Cabeza de Vaca, donde las sospechas de origen se enfocan por los rumbos de la avenida Constituyentes.
El periodista aseguró que López Obrador está muy alterado y alterable, y una de las formas como materializa su creciente intolerancia a escuchar cosas que no le gustan o contravienen lo que piensa, es negándose a recibir personas que sabe que van a tratar de persuadirlo a que cambie sus posiciones sobre ciertos temas.
“El círculo virtuoso que tenía López Obrador en sus dos primeros años de gobierno, donde la fortaleza que transmitía su grupo compacto se ha minado, lo ha llevado a estar en un círculo vicioso, al aflorar las diferencias que está teniendo el presidente con ellos, y abrir la puerta para que los quedabienes se insubordinen y tengan actos de rebeldía. No le ayuda al presidente, que se exaspera y molesta, pero tampoco quiere darse cuenta de que él es el responsable de sus propios males”, concluyó.
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