Clubhouse, la plataforma de salas de conversaciones únicamente de audio, sirve de patio de recreo a toda una comunidad de “influencers” en busca del santo grial de las redes sociales: intimidad a gran escala mientras se gana suficiente dinero.
“El otro día estuve en una sala con 3LAU, mi DJ favorito, en un momento histórico, para una subasta [de objetos digitales]. Estaba su familia, y todos nosotros en Clubhouse. Éramos unos mil. Creo que fue un momento muy íntimo”, dice Taz Zammit, una creadora de contenido australiana, todavía emocionada por haber participado en el evento.
“Es ese tipo de salas de las que simplemente no puedes irte, es demasiado bueno”, insiste la joven que espera lanzarse pronto en Clubhouse además de TikTok, Instagram y YouTube.
Lanzada en marzo pasado, la aplicación permite escuchar discusiones en vivo, y en ocasiones participar en ellas, sobre temas tan variados como “Cómo aprender a codificar”, la meditación o incluso juegos de cultura general.
La flamante red social en ascenso, que ya está valorada en 1.000 millones de dólares, solo es accesible en iOS (Apple) y por invitación. Pero gracias a los confinamientos impuestos por la pandemia y las apariciones de celebridades como el empresario Elon Musk, actualmente crece a ritmo de 10 millones de usuarios por semana.
“No es sólo una moda pasajera. Clubhouse llegó para quedarse”, comenta Judyth Jernudd, entrenadora y expresentadora de televisión. “Tienes acceso a todos estos puntos de vista diferentes y eres parte de la conversación. Y muchos de nosotros la estamos usando para probar ideas para programas y temas”.
- Íntima y auténtica -
Clubhouse responde a necesidades no cubiertas por las plataformas dominantes: tomarse el tiempo, interactuar con profesionales, descansar la vista, divertirse mientras se realiza tareas repetitivas y también crear “intimidad” y “vínculos auténticos”, dos conceptos omnipresentes.
Ya tiene muchos seguidores. Se rumorea que Facebook está trabajando en un concepto similar, apodado provisionalmente Fireside (junto a la chimenea).
Y Twitter ha estado probando “Spaces” desde diciembre. “Es un gran producto para las personas a las que les resultaba difícil entablar conversaciones más mesuradas y empáticas”, dice Nikkia Reveillac, directora de investigación del grupo de California.
“También es excelente para los usuarios que están preocupados por la permanencia de los tuits”.
Estos nuevos formatos presagian un mundo donde, quizás, miraremos menos pantallas y nos comunicaremos más oralmente, tanto con humanos como con máquinas.
Mientras tanto, los entusiastas del Clubhouse están experimentando con otras formas de escuchar y animar, pero también de generar ingresos.
“Acabo de estar en una sala silenciosa con dos o tres personas que estaban trabajando, que se hablaban entre ellas una vez por hora”, se maravilla Gary Henderson, el jefe de una empresa de marketing.
Él emite su propia criptomoneda, el “GARY”, para monetizar a su audiencia. “Puedes intercambiar ‘GARY’ para entrar en escena o tener acceso a la sala VIP durante un evento de networking”, explica.
- Recursos humanos -
Clubhouse pronto probará métodos de compensación, como propinas, boletos para ciertos salones o suscripciones. Otras redes ya lo están utilizando para depender menos de la publicidad.
“Definitivamente necesitan comenzar a pensar en formas para que moneticemos rápidamente”, señala Toni Thai, miembro de Audio Collective, una asociación profesional de creadores en Clubhouse.
“He tenido algunos salones realmente increíbles hasta ahora y no quiero quemar todas mis grandes ideas”, agrega esta anfitriona de varios clubes, seguida por cerca de 200.000 personas.
Ella cree que la red se convertirá en una plataforma más estructurada, como Spotify o Netflix, con un mejor sistema de recomendaciones y quizás también de podcasts.
Clubhouse se prepara para abrirse al mayor número de personas posible y, por lo tanto, se enfrentará cada vez más a problemas de moderación de los intercambios. En octubre, la empresa hizo una puesta a punto de sus valores -condenando todas las formas de racismo- y reiteró las reglas.
Los moderadores aficionados a veces se enfrentan a decisiones delicadas, en un clima de tensión en torno a muchos temas sociales.
“Estaba en una sala LGBT+ cuando un presentador le cerró el micrófono a una persona de la audiencia porque consideró que sus palabras eran problemáticas para las personas trans”, cuenta Taz Zammit.
“Pero al final estuvimos hablando durante mucho tiempo sobre el hecho de que no podemos silenciar a las personas con las que no estamos de acuerdo”.
Con información de AFP
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