Este lunes 15 de marzo fueron anunciados los nominados a los premios Oscar de la edición de este 2021. Varias películas mexicanas sonaban como fuertes apuestas para competir en el área de películas extranjeras. La más sonada fue “Ya no estoy aquí”, del director Luis Fernando Frías de la Parra. Sin embargo, no figuró entre las cinco competidoras recién reveladas.
“Ha sido un camino increíble. Lleno de gratitud, lo único que puedo decir es: #terkosporsiempre”, expresó en su cuenta de Twitter el cineasta mexicano cuya película fue preseleccionada por la Academia el pasado 9 de febrero.
Las creaciones cinematrográficas en la categoría internacional que pelearán el galardón el próximo 25 de abril son: “Another Round” (Dinamarca), “Better Days” (Hong Kong), “Collective” (Rumania), “The Man Who Sold His Skin” (Túnez) y “¿Quo Vadis, Aida?” (Bosnia).
“Ya no estoy aquí”, una cinta que ha sido aplaudida por grandes cineastas como Guillermo del Toro y Alfonso Cuarón, se estrenó el pasado 27 de mayo en la plataforma de Netflix. Previo a su estreno al público, fue reconocida y premiada en prestigiosos festivales de cine como el de Morelia o el de El Cairo.
Trata de la historia de Ulises, un joven de 17 años que está inmerso en la subcultura “Kolombiana” en Monterrey, capital del estado norteño de Nuevo León. Dicho movimiento urbano se caracteriza principalmente por dos elementos: su vestimenta, como la de los cholos de Los Ángeles, y por su música, cumbias colombianas a menudo rebajadas así como los clásicos vallenatos.
Pero hay otro factor que entra en la descripción de los “cholombianos” y es que esta subcultura, que alcanzó su cúspide en la década del 2000, floreció en las zonas marginadas de Monterrey. Es decir, hablar de los “Kolombia” es hablar de un sector empobrecido de la población, condición social que les valió ser estigmatizados y rechazados, incluso el prejuicio de dar por hecho que se trata de delincuentes.
Y es precisamente ahí que la cinta –involuntariamente– alentó un fuerte diálogo social: la discriminación en Monterrey.
¿Por qué? La película tocó fibras sensibles, despertando reacciones que retrataron cómo se encuentra la sociedad regiomontana, ya que enseguida se estrenó, muchos inconformes reclamaron que la cinta “no representaba a Monterrey”.
Pero, contrario a lo que reclama, se trata de un subcultura que sí tuvo gran impacto en esa ciudad.
De ahí el interés de Fernando Frías, el cineasta detrás de esta obra, originario de la Ciudad de México, quien contó a Infobae: “Había conocido la contracultura (Kolombia) por diferentes aspectos. Sobretodo, entramos por el mundo de la cumbia rebajada y que había detrás de ella, y la historia, el tema de las pandillas y la desigualdad social, la falta de oportunidades (...) y cuando la empecé a investigar vi como esta contracultura desaparecía por la violencia que se vivía en Monterrey”.
Entonces, ¿por qué hay quienes se indignan y niegan la existencia de esta subcultura?
“A veces identificarse con uno u otro grupo de población da un sentido de pertenencia, que es una cuestión identitaria. El problema viene cuando estos grupos van acompañados de valoraciones, de juicios de valor de qué es mejor y qué es peor”, comentaba a Infobae México Tania Ramírez, Directora General Adjunta de Vinculación, Cultura y Educación del Consejo Nacional para Prevenir La Discriminación (Conapred).
“Diría que uno de los principales problemas asociados es no poder comprender que la diversidad cultural es un valor, es decir, no solo que no tenemos todos que ser de la misma forma, sino que no hay una forma mejor que otra y que todas las expresiones de las diversidades culturales valen lo mismo”, explicó.
Monterrey ya ha sido señalada, en años anteriores, como la ciudad que más discrimina en todo el país. Apenas en 2017 Nuevo León promulgó la ley de no discriminación; fue la última entidad del país en hacerlo.
“Yo nunca asumí la tarea ni le dije a nadie que yo iba a representar a Monterrey (...) Esta es una historia de un chico, una historia humana (...) Justamente va de prejuicios, lo que importa (entonces) son las emociones, la empatía que se pueda tener con el otro, con alguien que es diferente, y me parece alarmante que se estén diciendo estas cosas", reiteró Frías de la Parra.
En el diálogo generado por la película, también hubo quienes aseguraron que viven en las zonas de la capital de Nuevo León, que aparecen en la cinta, y simplemente negaron que la subcultura “Kolombia” hubiera tenido lugar en su entorno, y por ende también se mostraban indignados por la imagen que se proyectaba de sus colonias.
Para la vocera del Conapred, esto se explica con la aceptación o el rechazo de la imagen de sí mismo que cada persona tiene. “Hay una frase coloquial que dice ‘lo que te choca te checa’, es decir, nos indignan muchas veces aquellas cosas que tocan fibras sensibles en nuestra percepción de nosotros mismos, en nuestra percepción de socialmente hacia dónde deberíamos de ir y qué deberíamos de dejar atrás, y nos ha hecho padecer esa suerte de autoracismo".
Además, Tania Ramírez abundó en que muchas personas tienden a autoidentificarse con grupos de población que en términos de publicidad se conocen como estereotipos aspiracionales, y de ahí el que algunos tiendan a rechazar y discriminar a quienes están en sus mismas condiciones.
Por otro lado también se hicieron presentes los comentarios de quienes se dijeron de Monterrey y, por el contrario, señalaban que la cinta les remontaba a épocas que vivieron hace años, ya sea por la música o ciertas características en la manera de hablar de los personajes, su vestimenta o los lugares que aparecían. Incluso reprocharon a quienes dijeron que ese movimiento no formaba parte de la ciudad.
Ante toda esta situación, el director de Ya no estoy aquí, Luis Fernando Frías, se dijo bastante sorprendido por el alcance que ha tenido la película, incluyendo la conversación que generó.
"Está muy bien conversar y eliminar los prejuicios; la cultura “Kolombia” tiene un gran grado de espontaneidad, en el sentido de cómo surge y a qué te responde (...) La idea es abrir el diálogo y aprender a no juzgar”.
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