Tras la detención de Dámaso López, El Licenciado, en 2017, de la entrega de su hijo, y de la posterior entrega de su hijo a la DEA, unos meses después, la organización de Los Dámasos, que era una de las fracciones del Cártel de Sinaloa, dejó pendiente quitar del camino a Jesús Alfredo e Iván, los hijos de Joaquín El Chapo Guzmán con quienes habían entrado en conflicto por la dirigencia de la organización criminal.
En la guerra contra Los Chapitos, Los Dámasos contrataron un brazo armado de la misma organización criminal, llamada Los 28, sin embargo, los sicarios no pudieron concretar la tarea, y con la detención de sus jefes y las pugnas al interior del cártel, la célula se desintegró.
Ahora que El Chapo fue sentenciado a cadena perpetua en Estados Unidos, y en medio del reacomodo de cárteles, Nemesio Oseguera, El Mencho, jefe del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), habría reintegrado y contratado a Los 28 para realizar la misma tarea.
Los 28 se mantenían operando de manera independiente en Baja California Sur, desde donde se rentaban como sicarios del Cártel de Tijuana o de alguno de los diez grupos que operan en el interior del Cártel de Sinaloa. Ahora fueron contratados por el CJNG para realizar la búsqueda, la captura y la ejecución de los hijos de Guzmán Loera.
En una ocasión, tanto el CJNG como Los Dámasos habían tenido la oportunidad de ejecutar a Los Chapitos, cuando los secuestraron el 16 de agosto de 2016 en el restaurante La Leche, de Puerto Vallarta, sin embargo, los liberaron luego de la intervención de Ismael El Mayo Zambada y Rafael Caro Quintero.
En el video de las cámaras de seguridad del restaurante se observa cómo sicarios someten a Iván y a Jesús Alfredo, los golpean con armas y luego los sacan del lugar.
El Mencho había advertido a los hijos de Guzmán Loera que no se acercaran a la plaza, pero decidieron celebrar en Puerto Vallarta el cumpleaños de uno de ellos en compañía de amigos y sicarios.
El escuadrón de la muerte
El grupo de matones a sueldo se integró en 2014 bajo el mando de los hermanos Felipe Eduardo, Jorge Alberto y Carlos Guajardo. A sus órdenes operaba una de las mujeres más peligrosas del narcotráfico en México, Melissa Margarita Calderón Ojeda, La China, detenida en 2015 y quien jugó un papel fundamental para la asociación con Los Dámaso, para quienes también trabajó.
La China se distinguió por ser una sicaria a la que sus mismos compañeros le temían por sus métodos sanguinarios. Hasta su novio le temía y terminó entregándola a las autoridades para evitar que siguiera cometiendo actos irracionales.
Aunque al principio se opuso a la presencia de Los Dámaso en Baja California, finalmente optó por cuidar los intereses de la organización, principalmente en las zonas turísticas de La Paz, Guerrero Negro, Mulegé, Comondú y Los Cabos, donde se dedicaban al narcomenudeo.
En 2016, cuando empezó la guerra entre Los Dámasos y los hijos de Guzmán Loera, un grupo de los cincuenta mejores sicarios de Los 28 fueron reclutados para ir a la cacería de Los Chapitos.
Los sicarios habían aprendido tácticas militares con Nahúm Quintero Manjarrez, El Grande, novio de La China, antes de que fuera detenido.
La averiguación previa PGR/SEIDO/UEIDCS/059/2015 señala que El Grande capacitaba a los reclutados por Los 28 en el manejo de armas.
Al frente del grupo se designó a Antonio Morales Uriarte, El Lucifer, detenido por fuerzas federales el 6 de marzo de 2017, sin embargo, desde la cárcel de máxima seguridad de La Palma habría negociado con El Mencho para ceder el control sobre el “escuadrón de la muerte” para que se desplegara en distintas ciudades de Sinaloa a la búsqueda de Los Chapitos, quienes siguen dominando la plaza de Culiacán, en Sinaloa.
Además de librar la persecución de Los 28 y El Mencho, los hijos de Guzmán Loera también tienen que librar una batalla en contra de las células del Cártel de Sinaloa que no están de acuerdo en que se conviertan en los nuevos jefes de la organización criminal, ya que el actual cabecilla, El Mayo Zambada, tiene 70 años.
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